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REPERTORIO AMERICANO 155 El sembrador de vientos Sembraron vientos y recogieron tempestades. La Biblia La hora de hacer de las espadas «rejas de arado y hoces de labranza. La hora en que se cantan epopeyas cual las cantaran Cristo en el madero y Sócrates bebiendo la cicuta!
La hora de trascender con el ejemplo o con la acción y no con las palabras.
El Sembrador de Vientos ya preparó su agro.
La Vida exige ese tributo inédito hombres de pensamiento y del alma sencilla y fuerte músculo!
Señalemos un rumbo al sentimiento que esté en oposición a su pasado; demos a la emoción nuevos motivos poetas. Torres de Dios, que dijo el otro.
Lluvia propicia baja de tenebrosos cielos y moja las vegadas exuberantes, Lluvia de odios, lluvia de envidias, lluvia de ambiciones desenfrenadas, y con la pica y el arado de la soberbia, el Sembrador de Vientos ha preparado el fértil campo para la siembra y tiene ya la simiente, para arrojarla sobre los surcos, entre sus manos ensangrentadas.
El Sembrador de Vientos ya preparó su agro.
Brisas propicias soplan para llevar la oscura simiente sobre sus alas.
Millaradas de hombres desocupados echan abono nuevo sobre las eras; millaradas de hembras vendiendo el cuerpo darán a la tierra escindida su exuberancia.
Hoy una huelga, una masacre, un atentado; miles de hogares tristes y niños huérfanos con sus almitas envenenadas; hombres maltrechos para las salas hospitalarias y el vicio que abre su fresca ducha sobre las almas. Ya la Marquesa Eulalia huyo de Francia y vino a ser niñera en Nueva York; el Vizconde Rubio de los desafíos hace papeles de «extra» en Hollywood.
La angelical Virginia está en el «Follies. Pablo, su enamorado, es dactilógrafo: María y Efraín se divorciaron y por curar de la tuberculosis, absorbiendo el ambiente ultratosférico, Margarita Gauthier se ha hecho aviadora.
Alfonso XIII montará una fábrica no sé si de fideos en Chicago; Wells nos está llevando hasta Utopía: el gran Bernardo Shaw nos da recetas para matusalenizar la vida y Mahatma Ghandi le da lecciones, para que dome el mundo, a Napoleón. Estás bien cierta, vieja Pandora, que aún está la Esperanza dentro tu caja. Ya el Sembrador de Vientos oh, mundo estúpidol hizo la siembra y están los gérmenes echando el raigambre bajo la tierra.
Ya se alzarán los tallos robustecidos como el nuncio seguro de una tremenda cosecha de tempestades.
El Sembrador de Vientos hombres del siglo no podrá con el fruto de su trabajo y entre las eras de los sembrados, por él hendidas, se hará polvo fecundo para otra nueva cosecha de tempestades. El siglo ha dado vueltas, soñadores, y todo lo ha invertido a la manera de un kaleidoscopio gigantesco. Sigamos la corriente inevitable y volviendo a la edad del patriarcado, reabramos a la Vida el viejo cauce lanzando las ciudades a los campos y arreando la campiña a los poblados.
Ruralicemos el vivir moderno hombres de pensamiento elástico e ingenuos campesinos de alma nívea, vivir incomplicado y fuerte músculo. Septiembre de 1935. Do Canciones de la Hora Nueva)
Lancenios las ciudades a los campos Mi mensaje a los hombres de buena voluntad Esquema los poetas de hoy Lancemos las ciudades a los campos, hombres de pensamiento, e invirtiendo el sentido de las urbes, traigamos la campiña a los poblados hombres de alma sencilla y fuerte músculo!
Ya es hora de abolir la vida absurda que aúlla y se atropella en las metrópolis: de encauzarla a los campos silenciosos ávidos de herramientas y de brazos.
Demos otro sentido a las palabras para dar a la vida un nuevo soplo.
Línea, ritmo y color son ya muy otros desque se descubrió la nueva estética y así, lo que antes era azul ahora es rojo, lo que tenía un alma musical es áfono y el rayo de sol, que era antes recto.
Einstein con su teoría lo hizo curvol Ya se llegó la hora, poeta, de cambiar de tema a la canción que das al viento.
Levántate a cantar el nuevo Himno, que el mundo ha menester de un nuevo canto.
Hazte cargo, poeta, de tu hora.
Hazte cargo, poeta, pues ya las novias pálidas no existen desde que los droguistas inventaron el lápiz y el carmín de Doña Elvira.
La bella Pompadour dejó su alcoba.
primorosa y sensual, por la oficina y en vez de billetitos perfumados redacta correspondencias comerciales.
Pasó la hora en que Chopin nos daba opio entre las ondas de su música y aquella en que Mozart adolecente dormía a las princesas en Versalles.
No es ya la hora de escribir canciones al rojo labio y los menudos dientes Si no has de superar al Rey Poeta que ha cinco mil años cantara a Sulamita, rompe mejor la Jira, camarada!
Mandemos al patíbulo a Darío, y a Nervo, y a Valencia, y a Lugones y si queréis también al viejo Homero.
para cumplir con la misión del siglol (Dejemos solamente que Virgilio pueda cantar las églogas futuras. Llegó la hora de escribir poemas con la azada en la mano o doblegados ante el surco que pide la simiente para cantar mañana en las espigas. La hora es nueva y como nueva tiene un sello peculiar para el artista: Hora de radioelectrolas y de aviones, de Stalines, Gandhis, Mussolines, Adolf Hitler. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica