ImperialismYolanda Oreamuno

REPERTORIO AMERICANO 103 tenido. El autor ha sabido encapsular con notable acierto la temperatura de la sensibilidad humana frente a la contemplación del inmenso espectáculo planetario de una noche en el trópico. Noches del trópico con el techo del cielo constelado de estrellas!
Con qué sutil dominio psicológico Luis Fe.
lipe Rodríguez ha penetrado el misterio de la angustia cósmica del hombre y su soledad bañada por la luz de las estrellas dictadoras.
Ante la fortaleza de esta visión sideral que los ojos en lo hondo de su fondo reflejan, superior a la energia que soporta al hombre sobre la Tierra, cómo se encima la bóveda iluminada del cielo, en impetuosos círculos concéntricos, que parecen abatirse con furia sobre el cuerpo en pánico del aterrado espectador. Hasta llegar a producirle una total sensación de aplastamiento, de mundo en derrota, que ha hecho gritar espantado al foeta. Oh, estrellas, qué miedo dáis, todas estáis ahí, todas estáis. que esta gente pertenece a una raza inferior dotada ancestralmente por ocultos y maléficos poderes. Esta conclusión la obtendría por un sencillo procedimiento mental de comparación y contraste en un solo tiempo. El hilo secreto de su discurso interior le conduciría en dere.
chura a la afirmación de la holgazanería y de da apatía musulmana que observara en estos grupos étnicos frente a la actividad y el trepidante dinamismo de su propia raza. Pueblos en proceso de franca degeneración física y mo.
ral (acusaría Mister Mason. era necesario salvarlos, en ademán de último cabo arrojado, por la vía de la cultura de su país de origen, puesta al servicio de la técnica juramentada con la máquina. Al costo que tal empresa demandase! El alto fin perseguido justificaría la cuantía de los medios empleados.
Así las cosas, un desventurado día, probando que su pensamiento no estaba divorciado de su conducta, Mister Mason, por haber querido elevar las utilidades marginales de la Compañía rubricó con la muerte su vida henchida de movimiento al ser despanzurrado por una de las poderosas chimeneas del Central Punta Gorda. derribada por la fuerza del viento antillano. Quizá si el pensamiento postrero que cruzó su cerebro agitado por las estadísticas haya sido. Muero con el espíritu tranquilo en loor de santidad, pues mi vida ha sido una entrega generosa a la causa sagrada de la civilización. es que también la tecnocracia tiene sus pequeños héroes en la muerte de estos hombres enérgicos de mentalidad mecanizada.
La aguda vivencia psicológica de este cuadro está inteligentemente dibujada por Luis Felipe Rodríguez, como asimismo la figura de ébano del personaje Freed y su conciencia contrahecha por el vasallaje secular de su raza oprimida. Raza oprimida por el genio colonizador británico que ha sabido tallar con maes.
tría singular, en el negro sojuzgado, o en el aborigen, el rostro apagado del siervo y el ges.
to dócil de las manos suplicantes.
El relato denominado Cama 13 (originariamente titulado Cama y ahora de mayor extensión que el primitivo, es de una fuerte y bien lograda expresión dramática, sin alardes sensibleros, que nosotros queremos SubTayar.
Es la tragedia del campesino cubano sin ticrras que labrar, y forzado por impulsos de autoconservación al trabajo de misero salario en los cortes de los campos de caña. La rudeza de este trabajo ingrato, acompañada de la insuficiencia de los jornales y la prolongación del llamado tiempo muerto. ha quebrado las pobres defensas orgánicas de Ramón Chávez hasta llevarle por el camino de la terrible tuberculosis a los brazos de la Muerte. Con palabras de exacta pintura, Luis Felipe Rodríguez resuelve felizmente la imagen acabada del enfermo yacente sobre la cama nunero 31 del hospital, propiedad del Ingenio donde trabaja.
ba, y en donde el bacilo de Koch, sin desesperación alguna, se come la liemoglobina mientras sólo la línea recta reina sobre el dolor sin impetuosos ardores.
Posee belleza poética el epilogo de este re.
lato cuando Marcos Antilla, que había regre.
sado para interesarse por el estado de salud de su amigo, ve en lo lejano del camino a una mujer y dos niños que transitan, como sin rumbo cierto, cargando un pequeño lío y una cu.
chilla de cortar caña. Era la herencia de Ramón Chávez.
Fantasmas en el Cañavera! es una narración breve pero vibrante en la inquietud de su conLa hondura psicológica de este solo pasaje del libro, descontada la ancha veta de humanidad que circula a través del temperamento die Luis Felipe Rodriguez, bastaría para afir.
mar que se está en presencia de un gran escritor. Porque la estatura del escritor debe me.
dirse, entre otros raseros, por la capacidad que su conciencia posea para el planteamiento del mayor número de problemas posibles. En otras palabras: la mejor y más diestra condición de plural sugerencia y vibración moral. De ahí que el escritor más universal sea justamente el que mayores resonancias simpáticas despierde al más amplio número de hombres de diversas latitudes. el autor de Marcos Antilla aquí, en este pasaje, ha tocado la almendra de uno de los problemas vitales del hombre y su existencia, con fuente nutricia en las raíces bíblicas del pecado original.
Presentada una arista del cañaveral en El Pelirrojo, que es el sol redondo de estas latitudes, con la exaltación temperamental que su luz de fuego produce y en donde un Ingenio, en muchos casos, puede ser imperialismo económico y sometimiento del hombre a la esclavitud moderna de la máquina industrial. Luis Felipe Rodriguez alcanza uno de sus momentos más felices en La Guardarraya, por el vuelo mayor de su ambición de artista traspasada de angustia unánime. Démosle la palabra Marcos Antilla.
Voy a relatar el cuentecillo de la guardarraya que echándole un galgo a la liebre del determinismo histórico quiere decir: colonización, según el leal saber y entender de la época; trata de esclavos, sudor barato, bocoyes de alcohol, pailas de miel, pan de azúcar, sebo de carreta y látigos de oro y de sol.
Recitado de esta guisa su diálogo doliente, Marcos Antilla y sus veinticinco camaradas del cañaveral se disponen a celebrar la Nochebuena. la intemperie de la noche universal y bajo el palio de las estrellas se va desarrollando esta comida cordial entre hombres de razas diversas, pero soldados al mismo dolor, cuando Manuel Herdoza, iluminado por el combustible de unas copas de más, experimerta un violento deseo de comunicación con sus compañeros. Oriundo de la recia Vizcaya, Ma.
nuel Herdoza, en esa noche tradicional, ha querido comulgar con la palabra olvidad de Cristo organizada en un hermoso mensaje de paz y de amor para los hombres de buena voluntad. Su palabra cálida y tierna que aun no ha tomado posesión del Hombre! Pero que bajará otra vez a la Tierra por el esfuerzo de los espíritus que hoy tienen la virtud de concitar contra ellos el odio de los que profanan su nombre augusto con la mentira cosida a sus bocas y la conducta marchada de sus vi.
das mezquinas.
Por decir estas cosas, por el soic hesho de haber manifestado la nobleza de este pensamiento, al día siguiente un colono, en menester de correveidile, sin conciencia exacta de su condición humana, amonesta a los comensales de la noche anterior con palabras corrompidas de enano moral. Fico Larrachea, dotado de esa escurridiza facultad de comadreja de ida y vuelta en zig zag, ansioso aguarda escuchar la voz recriminatoria de su amo y señor. Mister Norton, que no le hace honores a la espera para hacerse oir, les anuncia al peninsular vasco y a Marcos Antilla su firmísima resolución de abandonar el Ingenio por la guardarraya, acompañados por la Guardia Rural. Pues la Compañía, exclama Mister Norton, no quiere aquí discursos ni perturbadores de oficio.
Resolviendo de una manera poética el final de este relato, el autor coloca nuevamente a Marcos Antilla (ien esta ocasión autor y no testigo. sobre el borde desnudo del verde camino de la guardarraya, pero de frente a la Juz. La luz cuadrada que mañana iluminará el camino con polvo de nuevas estrellas!
a Omisiones Las hubo, y lo lamentamos, en el artículo de Yolanda Oreamuno que salió en el Nº anterior.
Vamos al caso: El título del artículo léase: Panorama poético colombiano construido sobre el recuerdo.
En la pág. 73. columna 2, el renglón 18 léase así: los empuja al pasado En la misma pág. columna 3, el renglón 14 léase así: vibrar viril de las escenas En la pág. 74, columna 1, el renglón 29 léase: Maya es la depuración mesurada En la misma pág. columna 1, el renglón 35 léase: como en el maravilloso poema En la misma pág. columna 1, el renglón 37 léase: se siente la impresión.
En Mister Lewis ofrece Luis Felipe Rodriguez otro aspecto del cañaveral con relación a la organización política de las religiones y sus ministros en función de canalizar por senderos celestiales la rebeldía del hombre humillado. Los sociólogos afirmarán con razón que es aquí donde reside el clásico genio político de Inglaterra, que, cuando no puede realizar la conversión de los nativos al culto protestante, sabe respetar y auspiciar las religiones autóctonas de los países sobre los cuales domina tutelarmente. Porque ella conoce, como ninguna otra nación colonizadora, la virtud de estopa de las religiones para apagar gritos he.
ridos y sublimar estados enardecidos de conciencia colectiva.
El Reverendo Mister Lewis era uno de sus más fieles súbditos, orgulloso de su imperial ciudadanía, y al par propagandista encendido al resplandor de las verdades de la Bibha.
Mensajero de la fe luterana entre los hombres (Concluye en la pág. 110. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica