REPERTORIO AMERICANO 233 Emma Cecilia Naranjo (Para el Rep. Amer. Ema Cecilia Naranjo, hija de Enrique Naranjo, cónsul que fué de Colombia en Boston y representó a Colombia lucida y pulcramente por cerca de dos décadas, estudia sus letras en el Colegio de Artes Liberales de la Universidad de Boston, y escribe en inglés bellas cosas que al correr de los días serán duraderas. távicos afanes de abuelos lejanos, abuelos de España y abuelos del Cauca, ese Cauca hondo que hace estremecer el verso torturado de Barba Jacob y pone en el espíritu de Enrique Naranjo nostalgias de fuga sin regreso, vinieron a cuajarse en el alma musical de esta muchacha.
rancio ambiente payanés, ha ido modelando sutil y quedamente el respectivo espíritu de Ema Naranjo. Es Boston de todas las ciudades angloamericanas la que mejor ha sabido conservar la señorial fisonomía de estirpe puritana, y la que mejor cuadra a los temperamentos estudiosos.
Parca en la risa, enemiga del aparato y del estruendo, poco dada a las espontáneas efusiones, hospitalaria una vez que ha conocido y aquilatado al huésped que recibe, abroquelada por los cuatro costados de clásica cultura, guardián intransigente de su culto y de sus fueros, es la capital de Massachusetts el último baluarte de un imperio contra la tiránica invasión industrialista que nivela, y rebaja al nivelar. Por sus calles torcidas y estrechas, que evocan las calles del Londres de Dickens, aún vagan las sombras venerandas de Emerson, Thoreau, Hawthorne, Longfellow, Whittier, Homes, Ticknor, Prescott, Parkman y tantos otros cuyas obras perdúran en la lengua. Allí Ema Naranjo estudia sus letras, y con tanto provecho las estudia, que en el albor de sus veinte años recoge ya los primeros laureles literarios de su Universidad. Lástima sería que, en la lucha por el pan nuestro que todos sostenemos, tuviese Ema Naranjo que dejar trunca su carrera para ir a la búsqueda de lo inmediato y lo tangible, porque hay allí una bella promesa, una bella promesa que será con el tiempo realidad victoriosa.
La tierra del Cauca, el más bello y generoso reťazo de tierra colombiana y acaso de la América, le llevó a Ema Naranjo, por caminos que sólo la sangre conoce, su dulce don lírico, don que viste la vida de tristeza al tiempo que engalana la vida, como una puesta de sol sobre el río Cauca engalana las vegas que entristece. Paisaje nativo sentido y vivido a través de una larga sucesión de vidas y cuya milagrosa omnipresencia se prolonga más allá de los límites presentes en tiempo y en espacio y que, en la ausencia, aquellos que lo vieron recuerdan con melancólico recuerdo. El gran rio que a noche y a mañana discurre modulando su líquida canción, y al pie del gran río los robles centenarios por cuyo ramaje silbó la epopeya. Más allá del río, las verdes campiñas, los anchos horizontes, el aire puro y el cielo límpido y el clima suave. en medio ese paisaje, al pie de sus colinas vigilantes, la heráldica ciudad. BAIXENCE Emma Cecilia Naranjo De cara hacia el pasado, la ilustre ciudad de Popayán es, de todas las ciudades de Colombia, la más católica y más rancia. Las piedras historiadas de sus pesados frontispicios aún dicen de abolengos, ilustres dos veces en armas y en letras, ilustres dos veces en ciencias humanas, y, si no fuese por la sensual exhuberancia del valle en que se asienta, que atempera un poco su aspecto doctoral y monástico, diríase la ciudad de Popayán una ciudad castellana que se escapó del siglo XVI. Piensa y duerme Popayán arrullada por la cantinela insomne de su río, el unísono clangor de sus campanas y las sonoras tempestades de su cielo. sus hijos, hombres de fuerte temperamento artístico, llevan en sí, acaso sin darse cuenta de ello ese zumo de vaga poesía que destila del ambiente y el paisaje rativos.
Emma Cecilia Naranjo nació en Boston, llamada la Atenas Norte Americana.
Alli ha vivido desde su nacimiento y en la actualidad estudia en Boston University.
Su padre es Don Enrique Naranjo, escritor colombiano y que pertenece a una familia de muy hondas raíces caucanas. Su madre, Doña Emma de Medina, es hija de un caballero andaluz, Don Juan de Medina y Suárez, de Jerez de la Frontera, y que por muchos años fué en Barranquilla, Colombia, representante consular del Gobierno español. Por su abuela materna, es de origen catalán y la abuela suya era de origen vasco.
Los poemas que hoy public amos, han sido traducidos del inglés por el conocido intelectual Don Alfredo Ortiz Vargas, autor del artículo sobre la Señorita Naranjo Medina y fueron publicados en Varia, obra que anualmente presenta la Escuela de Letras y Artes Liberales de la Boston University.
La salutación a Boston iba al frente de la sección poética y tenemos también el gusto de publicar la versión original en inglés. La Señorita Naranjo a su paso por la High School de Brookline, de más de dos mil estudiantes, fué Editora de la sección llamada Features de! magazine The Sagamore de dicha Escuela. Ahora pertenece al Club de Escritores de Boston University y forma también parte del Club Español de la misma Universidad.
Canta el verso de Ema Cecilia Naranjo cosas dulces y cotidianas y sencillas. La poesía, la verdadera y grande poesía, la de Jammes y Shelley y Juan Ramón Jiménez, no es más que eso, lo dulce y lo cotidiano y lo sencillo, sentido e interpretado por un temperamento de poeta. qué buscar los torturados temas, si en el alma del otoño y en el alma de la brisa y en el alma de Platero está toda la humana sobrehumana poesía de que ha menester el más exigente y exquisito poeta. Bien se advierte que Ema Naranjo ha leído con cariño a sus clásicos, sus clásicos ingleses, y me inclino a creer que sea Shelley su poeta favorito y ha aprendido en los clásicos a guardar la medida, a diluir sabiamente la emoción, a no dejarse llevar a la deriva por el inane y huero sentimentalismo, sin que quiera ello decir que su verso carezca de verdad emotiva. Sus bellos veinte años la llevan, naturalmente, por los románticos senderos que todos transitamos, hacia el claro de luna y la alondra y la escala. Pero es el suyo un romanticismo refrenado en que está ausente el pasional desplante, la carnal oferta, el afán sensualista tan usados abusados en la poesía femenina de nuestra América española. De su verso, más que el grito amoroso, se desprende un cierto aroma místico, una como nostalgia por las formas exteriores de su rito católico, muy explicables, dada su ascendencia, y cuánto más hermosas y más refinadas que el erótico exhibicionismo tan en boga.
Esta compenetración con el terruño y con el medio ha hecho del caucano un proscrito en otras partes, porque con el caucano, dondequiera que vaya, corazón adentro va su tierra. este es el caso de Naranjo. El lirismo de su Valle que no tuvo en él voz melodiosa, sino el acento reposado del narrador histórico, halló en su hija un eco. abuelos de España, andaluces abuelos, descendientes de aquellos que, al cinto la espada y en la mano un crucifijo, se lanzaban a las locas y heroicas aventuras, repercuten en la nieta en arcanas inquietudes y en un poco de su acendrado misticismo.
Que los dioses que tejen las guirnaldas para las frentes elegidas, tejan para la blanca frente de Ema Cecilia Naranjo su más sencilla y bella guirnalda de laurel.
Y, por último, el ambiente de Boston, no del todo ajeno en su severo calvinismo al muy católico ambiente fastellano, y no del todo ajeno en su culto a los rancios abolengos al muy ORTIZ. VARGAS Newburyport. mayo de 1940.