REPERTORIO AMERICANO 229 a las subdirecciones y Universidades para que se redacten por los catedráticos más capaces de hacerlo, algunos cursos y que se impriman a costa de las rentas de las Universidades. 31.
las primeras letras 41. Que fué constante y pertinaz en sus esfuerzos por la educación del pueblo en esta parte del continenfe, lo testimonia el mismo Sucre. El Gran Mariscal de Ayacucho, en su discurso de!
25 de mayo de mayo de 1825, suplicando al congreso constituyente no hiciese en él la elección de Presidente de la República de Bolivia, dícenos: Así se finalizaba con las obras del que había propagado la consabida máxima de que el fin de la ciencia es el procurar la mayor felicidad para el mayor número de individuos, y que la preocupación por la subsistencia, la abundancia, la seguridad e igualdad debe ser el objetivo cardinal de todo Gobierno.
educación e instrucción pública son el primdipio más seguro de la felicidad general, y la más sólida base de la libertad de los pue.
blos. En vista de que en la Nueva Granada existía una multitud de niños desgraciados, decidióse usar el convento de los Capuchinos de la capital para un co.
legio destinado a la educación de niños huérfanos, expósitos, o pobres a quienes la República correspondía sostener y educar.
Apuntaba e! Libertador el natural estado de pobreza del tesoro público para sostener este fin. Empero, aunque no se pudiesen establecer bastantes cátedras de ciencias, el capital legado por el Dr. Juan Ignacio Gutiérrez y las rentas que pertenecían a los capuchinos, serían suficientes para enseñar a los niños: las primeras letras, los princi.
pio de gramática, religión y moral dibujo.
lógica, matemáticas, física, geografía y el arte de levantar planos. 35. Persuadido de que un pueblo no puede ser libre, si la sociedad que lo com pone no conoce sus derechos y sus deberes, he consagrado un cuidado espe.
cial a la educación pública. En medio de las escaseces y de las cargas de que me he visto rodeado se ha llevado a cabo casi totalmente las intenciones del Libertador, en los establecimientos de enseñanza. La generación boliviana que ha de suceder a la que ha luchado por la independencia, será el mejor apoyo de la libertad en vuestra patria. 42.
No fueron sólo Lancaster y Bentham los alustres educadores con quienes el Libertador negociara en materias de la educación e instrucción pública. Otros de no menos importancia figuran en este programa.
IM. Thollard, profesor del Colegio Real de Tarbes, Francia, ofreció sus servicios proffesionales y los de sus colegas. este ofrecimiento, para que se realizara a la mayor Ibrevedad posible, Bolívar propuso: que Thollard y otros diez compañeros suyos se trasladasen al Alto Perú, a la nueva repú.
iblica constituida de Bolivia; que dichos profesores trajesen consigo libros, instrumentos y cuanto material fuera absolutaimente necesario para comenzar la enseñanza gratis en la ciudad que escogieran para tales fines. Los gastos, amén un estipendio de veinte mil pesos anuales, correrían por cuenta del erario de Bolivia 32. También figura el Sr. Ackerman, cuyas obras de instrucción pública fueron, según el Libertador, favorablemente acogidas entre nosotros y solicitadas con empeño. 33.
Una vez en el Perú, vuelven los decretos de Bolívar, como ya se ha indicado en su carta a Santander. En el pueblo de Canta convierte el Colegio de misioneros de Santa Rosa de Ocopa, con todas sus rentas, en colegio de enseñanza pública. Razones? El descuido y negligencia de la educación en el valle de Jauja, amén el hecho de que el dicho colegio, además de ser un establecimiento puramente español, tenía sus misio.
nes, o perdidas o completamente desatendidas 36. Considerando el estado de abandono en que se hallaba la moral de la familia en el Cuzco, dictó providencias para esta blecer en la casa del colegio de Bernar.
do, otro bajo el nombre de Educación del Cuzco en el cual se admitirían niñas de ciudadanos de cualquier clase, tanto de la ciudad como del Departamento. 37. Siguen otras disposiciones del mismo mes y año: julio de 1825. Se decreta que todos los Betlemitas del Cuzco pasen a Lima y sus fondos queden aplicados en su totalidad a los colegios 38. en vista de que la educa.
ción de los jóvenes también se hallaba abandonada a causa de la insuficiencia de establecimientos, se dispuso crear un colegio de ciencias y artes con el título de Colegio del Cuzco, aunando la casa de los jesuitas, incluso sus iglesias, los colegios de Bernardo y del So! 39. Interesantísi.
mo nos parece que el Libertador ordenase a concurrir a las escuelas de primeras le tras a los jóvenes pobres con la siguiente disposición: El celo de Bolívar por la educación del pueblo, aguijoneado por el patente estado de negligencia a este respecto, hacía que tomase ciertas medidas terminantes que hoy nos parecerían duras y arbitrarias, o tal vez injustas, si no considerásemos que tales decisiones hay que comprenderlas, analizándolas, dentro de los tiempos que se llevaron a cabo, y el propósito, los caisos y circunstancias por que se consumaron. El día 22 de julio de 1825 escribía desde el Cuzco el Libertador a Santander precaviéndole, entre otras cosas, que se velase por el riguroso cumplimiento de los decretos expedidos, especialmente aquéllos que iban contra los cuantiosos, pero superfluos e ineficaces caudales de la Iglesia.
Dícele: Acredítanlo también los doctores y maes.
tros de la Universidad de Caracas. Reunidos estos a claustro pleno para buscar una solución a las cortísimas y pequeñas dotaciones asignadas a los catedráticos que regentaban las aulas de dicha Universidad, se apelaba a como autoridad protec.
tora, de notorio celo por cuanto interesaba al bien común de la provincia, por su amor a la literatura que no podría existir sin aquella enseñanza pública que él fomentaba 43. Estos ligeros apuntes señalan inequívocamente que Bolívar poseyó una clara con.
cepción de los valores y varios objetivos de la enseñanza y los métodos que podrían darle efectividad. Sin que fuera educador versado en las ciencias pedagógicas, comprendía que la educación y la instrucción eran y son necesarios expedientes para la interpretación clara y precisa de los problemas con que el hombre, como ser social, está obligado a enfrentarse en sus relaciones civiles y políticas amén aquellos que atañen a la dirigencia de un hogar sano y ejemplar. Para finalizar, parécenos propio traer a colación aquella confidencia del Libertador a Perú de Lacroix allá por los días en Bucaramanga:. todo joven que se encuentre sin una boleta que acredite ser alumno de alguna escuela o colegio, sea en casti.
go tomado para el servicio público o de las armas. 40. Tiempo es ya de hacer algún bien a costa de los abusos y de las sanguijue.
las que nos han chupado el alma hasta ahora. Los bienes eclesiásticos nos pue.
den ser muy útiles para la educación pública. Aquí he dado rentas de los padres ricos a los colegios y hospitales pobres, y han quedado ricos, según dicen. 34. La mala educación. apaga todo sentimiento de honor, de delicadeza y de dignidad, facilita el contagio de las malas costumbres y de todos los vicios: la falta de luces perpetúa la inmoralidad, hace que el hombre se adelante cada día más en el camino de los vicios en lugar de salir de él para ponerse en el de la virtud y del honor. 44. falta de maestros propiamente constituidos en otras ciudades de los departamen.
tos y provincias, el Libertador no desmaya.
ba en hacer que se buscasen jóvenes menores de veinticinco años para que, instrui.
dos cual correspondía en los deberes de maestro, se encargasen de la enseñanza de Esta tendencia a expropiar los bienes de la iglesia para destinarlos a fines beneficiosos al pueblo, viene ya corriendo desde 1819. Por un decreto de septiembre de este año, Bolívar repite su creencia de que la New Mexico Highlands University Las Vegas, Nuevo México. 1951.
31. Documentos, 12, 193.
32. Cartas, 5, pp. 274 75.
33. Ibid, 7, 102.
34. Ibid, pp. 42 43 35. Documentos, 7, 49.
36. Ibid, 9, pp. 407 408.
37. Ibid, 10, 41.
38. Ibid, 42.
39. Ibid.
40. Ibdi. 9, 735.
41. Ibid, 10, pp. 112 113.
42. Ibid, 382.
43 44. Véase, Perú de Lacroix, Diario de Bucaramanga, ed. Mons. Navarro, Caracas, 1949. 96. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica