REPERTORIO AMERICANO 307 social que revela. Porque un progreso Estos se alejan, aquéllos se abstienen, coalición de muerte contra la superiorique pone en fuga a los intelectuales, no los de más allá invocan pretextos absur dad. El que se fué estaba loco, estaba es más que progreso aparente. En todas dos. Cerrado y hosco, el ambiente enmu enfermo, estaba enamorado. Lástima granpartes del mundo el progreso auténtico dece y se contrae. Se espera la caída del de que los desequilibrios absurdos, las los atrae, los adopta, los absorbe, los acrobata, sin hacer nada por impedirla. dolencias trágicas y las pasiones seniles hace ser voceros y amplificadores de su producida la catástrofe, cuando la víc no ataquen nunca a los que hacen ley espíritu.
tima, después de vana resistencia, cede en el reino de la mediocridad feliz.
Así se explican las decepciones que al fin, nadie comprende nada. Penetrados El veneno, la axfixia, o la bala en el provocan el renunciamiento, el éxodo, el de sorpresa, buscan la excusa, la leyenda, corazón, sólo resuelven la crisis personal, suicidio. Leopoldo Lugones, como Ho el expediente que deje a cubierto la res dejando intacto el problema y perpetuanracio Quiroga, Alfonsina Storni o Lisan ponsabilidad social. iQuién lo hubiera do el silencio cómplice, que sólo da por dro de la Torre extendieron las manos dicho. Era tan dichosol ¡Le colmaban resultado la disminución colectiva. La en la sombra y no encontraron punto de honores! Si ha sido víctima, habrá situación de lescritor es dolorosa. Decirlo, de apoyo.
sido víctima de su inferioridad, de su no es atacar al país. Equivale, por el Todos saben que el hombre ha ago locura o de sus vicios. Se abre la incontrario, a defenderlo en sus prolongatado los expedientes, les consta que cógnita en que todas las malevolencias ciones más altas. Tiene que producirse camina hacia la neurastenia, van contando pueden colaborar. Porque lo más triste una saludable reacción en América. Porlos pasos que le separan de la desespe no es la injusticia, sino la versión caración, aguardan de un momento a otro lumniosa con la cual se trata de justifique no cabe perpetuar el ambiente disel arrebato; y, sin embargo, no hay uno car la injusticia. Es evidente que el poeta, traído y huraño en que no hay para los que se mueva, que preste auxilio, que el soñador, ha sido asesinado. En todas que después son reivindicados como arroje siquiera la serpentina inútil de su las manos hay una salpicadura de san representación nacional, más perspectiva amistad. Nadie se adelanta con la mano gre. Sin embargo, nadie tiene la culpa. que el cianuro, el revólver o el océano.
extendida, aunque en el hueco de ella sobre todo, nadie se atreve a formular sólo ofrezca un sentimiento humano. siquiera la hipótesis de que hubo una MANUEL UGARTE La bendición de don Marco De El Tiempo, Bogotá, julio 18 de 1939 En 1913, era yo empleado del ferrocarril del norte. Solía ir los domingos a caminar por los lados de Sopo, y muchas veces encontré en mi camino a don Marco Fidel Suárez. Un domingo le ví desmontarse frente a la hacienda de Hato Grande, y devolver la caba.
llería para seguir a pie hasta Cajicá.
Largo rato duró contemplando la casa, y cuando lo saludé me dijo. Aquí se podía hacer un museo na.
cional. Desgraciadamente, la están desocupando para venderla, y todos los muebles del general Santander se dispersarán por las casas de la familia que la poseía. Si yo pudiera adquirir la mesa del comedor, lo haría de mil amores. Ahí, según se dice, se ahondaron para siempre las diferencias entre el Libertador y el general Santander.
Hablábamos caminando hacia Cajicá, y haciendo alto un momento, como para interrogar a las paredes desvencijadas de la casa, me dijo. Allí se cometió uno de los crímenes más tremendos de la mitad de este siglo; don Antonio María Silva, tío del poeta José Asunción, fue asesinado sin que los autores del delito se llevaran nada de sus joyas ni de sus dineros.
Fué, según se dice, una tragedia pasio nal. Muchos años después, el señor Caro me dijo un día. Si a usted le llama algún día la atención el drama, ahí tiene un motivo sin explotar. Se dice que los autores intelectuales de él están aún vivos.
El tiempo corrió. No volví a ver al señor Suárez. Sabía de su vida, porque en el hotel en donde me hospedaba en Bogotá, iban todas las mañanas las sirvientas de don Marco a llevar frutas para los reverendos padres franciscanos, y después de entregárselas al hermano que llamaban Fray Junipero, hablaban de todo lo que pasaba en Bogotá Alguna vez se dijo que don Marco había mandado abrir una comunicación para la cocina en su casa del Came.
ilón de los Carneros.
Marco Fidel Suárez (Abril 23 de 1855 Abril de 1927. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica