252 REPERTORIO AMERICANO tratado de rastrear en aquellos tramos iniciales de la vida pública de don Pedro Aguirre, con la secreta y un poco literaria esperanza de pes.
car la hebra de alguna aventurilla sentimental.
Pero hemos salido defraudados. Este Martin Rivas no tuvo una Leonor. Al laborioso estudiante de Los Andes le faltaba tiempo para sal.
var ruidosamente la tarea diaria, y si acudía algunas veces al cerro de Santa Lucía, era para trabarse en pelea con su libro y no para grabar monogramas entrelazados debajo de un corazón y de una flecha, en el tronco de algún árbol.
Nos ha dicho el señor Aguirre Cerda que su gran preocupación por aquel tiempo, y la de todos los recién llegados como él era la de no parecer provincianos, la de perder pronto la pelusa para que se les tomase por viejos riberanos del Mapocho. La cosa no era tan fácil, porque, obedeciendo a una inclinación muy explicable, los estudiantes se agrupaban en conformidad a su provincia de origen, y muchos de ellos, al terminar sus estudios, conservaban hasta la tonadita de la tierra. Ya, antes del sexto año de Humanidades, habia decidido nues.
tro estudiante hacerse pedagogo. Le encantaba la asignatura de idiomas, más aún la de alemán, inglés o francés, que la del suyo propio.
Pero fué imposible conciliar los horarios con el de las clases de Derecho a las que no podía renunciar, ya que obedecian a una dulce impo.
sición maternary optó por el castellano. Nunca ha tenido, ciertamente, ocasión de arrepen.
tirse. Sabios y hábiles profesores como Lenz, Hansen y Schneider le hicieron conocer los tesoros de la lengua y la literatura españolas.
Pero no sólo eso, pues, como lo confiesa paladinamente, aprendió en el ejemplo de tales maestros a rendir culto a la puntualidad, a la disciplina, y a darle a la profesión de enseñar toda la importancia de un apostolado.
les ocurrió ni presenciaron nada, bien porque carecen de la memoria de los afectos. Contestando a una carta en que solicitábamos de él alguna anécdota relacionada con su vida de es.
tudiante, decianos don Pedro, eludiendo hábilmente el compromiso: Anécdotas. Son tan diversas! Alguna vez escribiré mis memorias, como lo harían todos los viejos, si no fuese porque a la mayoria los sorprende la muerte, no creyendose aún bastante viejos como para decidirse a escribir sus memorias.
Dos defectos muy comunes han repugnado siempre a su moral: la gravedad pedantesca y el histrionismo o aparatosidad en la actitud y en el lenguaje. Son cosas que no están con su naturaleza de campesino. Llamar la atención, tratar de deslumbrar o sugestionar con las poses o actitudes estudiadas, con ciertos aires de superioridad o de sabihondez, con ciertos alardes de grandeza de ánimo, todo eso no lo estima él sino fáciles recursos de la simulación.
Si en verdad el fué siempre un estudiante aprovechado y alli están los libros de anotaciones para certificarlo, en la vida corriente procuro más bien pasar inadvertido. Nunca se las dió de puritano ni se erigió en moralista frente a las travesuras propias del ambiente es tudiantil. Celebró y celebra todavia las bromas que se gastaban en las casas de pensión, donde, abusando de los tecnicismos cientificoso literarios, dábanse nombres misteriosos (y escabrosos) a los objetos y prendas de uso más corriente. Demás esta decir que no pudo faltar en la pandilla el gracioso a quien había que aplaudirle todas las ocurrencias de palabra o de hecho; ni el chismosillo cuyo trato se esquivaba; ni el metido a jaibón que vivia en un splendid isolement; ni el pasado por agua a quien se le jugaban bromas con un buen humor que no siempre se detenia en los límites de la discreción.
primeras actividades de buen societario y politico.
Sus lecturas lo hicieron radical, partido en que veía figurar a hombres tan ilustres como Mac Iver y Valentin Letelier; y su experiencia de estudiante pobre inclinó desde temprano su espíritu a considerar la situación de los humildes, de los desheredados, sobre los que gravita el peso de las injusticias sociales. He ahí la linea en que se ha mantenido a lo largo de to.
da su vida como educador, como politico y como agricultor. Sus libros mismos, de estudios, observaciones y meditaciones de largos años, guardan estricta armonía con sus iniciativas personales en el mismo sentido.
No se borrará ya nunca la impresión profunda que producia en el ánimo del estudiante profesor la visión de este Santiago fastuoso, tronante, en el que una clase, enriquecida por la conquista del salitre, no cuidaba mucho de disimular el disfrute de sus privilegios.
Sólo se disponia de algunos momentos para comer y reposar, y he aqui que se veia de pronto detenido, como la masa de obreros y emplerdos que ambulaban en demanda de un hogar, para dar paso al desfile de soberbios troncos normandos que arrastraban uno, y otro, y otro carruaje de gran lujo, con cocheros de librea que hacían restallar el látigo por sobre las cabezas de los hormigueantes peatones. esa gente en perpetua fiesta carnavalesca, ávida de placer y de ocio, no sólo le era indiferente sino que le merecia desprecio la porción de humanidad y de patria que llenaba las calles con su paso gregario, y que era la que verdaderamente trabajaba y producia. Es posible que el no ha ya sentido nunca como entonces el peso horrible de las desigualdades injustas, de los monstruosos absurdos de esto que se llama organización social y que no es, al fin de cuentas, más que la preparación ciega y fatal de turbulencias en las que no se quiere creer y que se pretende en vano ahogar en sangre.
Entonces fue cuando el joven provinciano se propuso independizarse y llegar a conquistar una situación propia para entrar a intervenir de lleno en las actividades politicas, de las que en regimenes democráticos es imposible prescindir. Afiliado casi desde niño al Partido Radical, en el inició su tarea de proselitismo y propaganda, sin abandonar por eso la cátedra de profesor ni el bufete de abogado, del que no podia pretender todavía pingües rendimientos.
De la multiplicidad de su labor se dará idea de saber que se contó entre los fundadores de la Sociedad Nacional de Profesores, institución de la que fué secretario, y asimismo entre los fundadores del Circulo de Amigos de Aconcagua, que lo designó su Presidente.
Llamado por don Luis Aurelio Pinochet, entro a formar parte del personal docente del Liceo Barros Borgoño, y don Juan Espejo le brindo clases en el Instituto Nacional.
Fue, además, profesor de la antigua Escuela de Suboficiales, que ocupaba el edificio del que es hoy internado Batros Arana, y alli tuvo oportunidad de conocer y tratar a un hombre a quien ha estimado mucho: el entonces oficial distinguido y hoy benemérito general en retiro don Francisco Díaz.
Su preocupación por los problemas de la enseñanza queda patente en el tema mismo de su memoria reglamentaria de abogado: La Instrueción Secundaria en Chile, en cuya dedicatoria invocaba a los tres ciudadanos que, a su juicio, han enaltecido en mayor grado al pais en su acción docente y cultural: don Diego Barros Arana, don Miguel Luis Amunátegui y don Va.
lentin Letelier VÍCTOR DOMINGO SILVA Su labor como maestro Por qué ingresó al Partido Radical Recuérdese que estamos en un Santiago de hace más de treinta años y aun de treinta y cinco. La vida de joven universitario se repar.
tia ya entre las clases que daba o recibia y sus Ya hemos dicho que don Pedro Aguirre hacia clases desde mucho antes de salir diplomado del Pedagógico y de la Universidad; ya, en vez de ser un gravamen para el presupuesto familiar, podía darse la satisfacción de contribuir a él y aliviar en parte la carga que desde tantos anos pesaba sobre su buena madre.
Fué profesor del Liceo La Ilustración, de la señora Turenne, de la que conserva simpáticos Tecuerdos, como asimismo de alumnas que fueron muy distinguidas: Marta Luisa Chaparro, Berta Corey, Berta Villalobos, Amalia y Blanca Borgoño, y otras que como ellas han hecho camino propio en las profesiones liberales. Recuerda también a una alumna que es hoy una gloria artistica nacional: la gran pianista Rosita Renard.
Con particular emoción lo hemos visto evocar el nombre y la figura de un compañero muy inteligente, que ya vestia el traje seglar cuando seguia los cursos de castellano del Pedagógico y que se ordenó sacerdote: Luis Felipe Contardo, alumno del Colegio Pio Latino, de Roma, y poeta de fino y delicado temperamento. pesar de mis esfuerzos nos ha declarado con laneza muy suya don Pedro Aguirre Cerda yo no podía vencerle en latin, que el había estudiado durante años en el Seminario; pero me desquitaba en otros ramos. Era, por lo demás, una emulación intelectual, sin pizca de pasión ni de veneno.
Decir estudiante ha sido, y antes más que ahora, decir travieso, desenfadado, bohemio, y hasta algo pícaro. Pobres de los que no guardan de su mocedad estudiantil algunas imágenes, rasgos o episodios que contar, bien porque no AHORRAR es condición sine qua non de una vida disciplinada DISCIPLINA es la más firme base del buen érito LA SECCION DE AHORROS DEL Banco Anglo Costarricense (el más antiguo del país)
está a la orden para que Ud.
realice ese sano propósito: AHORRAR Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional. Costa Rica