EDITOR: GARCIA MONGE Repertorio Americano EXTERIOR: EL SEMESTRE: 50 EL ANO: 00 o. am.
CORREOS: LETRA TELEFONO 3754 En Costa Rica: Suscrición mensual. 00 SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA El suelo es la única propiedad plena del hombre y tesoro común que a todos iguala, por lo que para la dicho de la persono y la calmo público, no se ha de ceder, ni fior a otro, ni hipotecar jamás. José Marli.
Giro bancario sobre Nueva York Erase una vez. Rincón de los niños) tal. Changuitos de la escuela Temple por Gaspar Besares Soraire Entre chiquillos Sacado de Historia de una anguila y otras historias. Colpe. Madrid. 1922. Envio de Papá, mamá y la tía Nadia no están en ca lidad es un granuja. No juega por distracción, sa. Están convidados a un bautizo en casa de sino por las riñas que son inevitables en el aquel oficial anciano que tiene una jaquita juego. Disfruta cuando hay una pelea o algugris.
no pega al otro. Hace tiempo que siente una Esperándolos, Gricha, Ania, Aliocha, Sonia pequeña necesidad; pero no se atreve, por el y el hijo de la cocinera, Andrei, hallánse en el temor de que le substraigan sus cristalitos y comedor, sentados alrededor de la mesa, ju sus copecs. No conoce más cifras que las prigando a la lotería. Es la hora de irse a acos meras y las que acaban en cero; su hermana tar. pero quién puede dormir sin saber por Ania le ayuda. y tapa por él sus cartones.
mamá qué hacia el niñito cuando lo bauti El quinto jugador es el hijo de la cocinera, zaron y qué cenaron? La mesa, alumbrada Andrei; es moreno y enfermizo; está vestido por una lámpara, está cubierta de papelitos de una blusa de algodón; lleva al cuello una cifras, cáscaras de avellanas y trocitos de criscrucecita de cobre. Está inmóvil y fija sus miradas soñadors en los números. éste la gaDelante de cada uno hay dos cartones de nancia y los éxitos ajenos le dejan indiferente: lotería y un montoncito de cristalitos para taestá por completo sumergido en la aritmética par las cifras. En medio de la mesa hay un del juego y su sencilla filosofía. Qué de cifras platillo con cinco moneditas de a cinco copecs.
hay en el mundo. Cómo no se embrollan?
Al lado del platillo se encuentran una manTodos, a excepción de Sonia y Alocha, canzana medio comida, unas tijeras y un plato tan los números por turno. Como éstos se redonde echar las cáscaras.
piten con frecuencia, los hay que llevan apoLos niños juegan dinero: cada apuesta es dos; así, el siete se nombra el gancho; el once, de un copec. La condición: si uno hace tramlos palitos; el noventa, el abuelo, etc. El juepa será expulsado inmediatamente. En el co go sigue con viveza.
medor no hay nadie más que los jugadores. El El treinta y dos. exclama Gricha, aya, Agafia Ivanovna, está abajo en la cocimetiendo la mano en el sombrero de su pana enseñando a la cocinera cómo se corta un dre, donde están los pequeños cilindros amavestido, y el hermano mayor, Vasia, alumno rillos. Diez y ocho. El gancho. El de la quinta clase del Gimnasio, hállase tendi veintiocho!
do en el sofá de la sala y se aburre porno Ania ve que Andrei no ha notado que tietener nada que hacer.
ne el veintiocho en sus cartones; se lo hubiera Se juega con mucho afán. Gricha es el más advertido en otro tiempo, pero ahora triunfa entusiasta. Es un niño de nueve años, comple porque en el platillo, al par del dinero, está tamente pelado, de cara redonda y labios gor puesto su amor propio.
dos, como los de un negro. Está en la primera. El veintitrés. sigue Gricha. El aclase, y por esto le consideran como el más sa buelo. El nueve!
bio y el mayor. Juega exclusivamente por el. Una cucaracha. Una cucaracha! exclaafán de ganar. Si no hubiera copecs en el pla ma Sonia, señalando una que corre por la tillo, dormiría tiempo ha. Sus ojuelos pardos mesa.
corren intranquilos y celosos por los cartones No la mates dice Aliocha en voz baja; de los jugadores. El miedo de perder, la envi quizás tenga bijitos.
dia y las combinaciones numéricas llenan su Sonia sigue con los ojos la cucaracha y recabeza pelada y no le permiten concentrarse: flexiona como será su casa y qué pequeños han se mueve en su silla como si estuviese sentado de ser su hijitos.
sobre alfileres. Cuando gana coge el dinero con El cuarenta y tres. El uno. continúa avidez y lo esconde inmediatamente en el bol Gricha, padeciendo ante la idea de que Ania sillo. Su hermana Ania, de ocho años, con tiene ya casi todos los números tapados. El inteligentes y brillantes ojos y barbita de pun seis!
ta, también tiene miedo de que los otros ga. He ganado. He ganado. grita Sonia nen; palidece y enrojece de emoción y vigila levantando los ojos y chillando.
atentamente a los jugadores. Pero los copecs Las caras de los jugadores se estiran.
no la interesan; es la suerte la que reviste im ¡Hay que comprobar. dice Gricha miportancia para ella es cuestión de amor prorando a Sonia con odio.
pio.
Aprovechándose de la fama de mayor y de La otra hermana, Sonia, tiene seis años, camás inteligente, Gricha se adjudicó el derecho becita rizada y una tez como solamente se ve de litigar las diferencias. Se hace todo lo que en los niños muy sanos o en las muñecas. Jueél manda. Durante mucho tiempo y con miga tan sólo por distraerse. Su cara está alegre, nuciosidad comprueban los cartones de Sonia; aplaude y se ríe a cada ganancia, cualquiera pero, con grave disgusto de los jugadores, todo que sea el ganador.
está en regla y no hay trampas.
Aliocha es un chiquitin redondo como un bolo; sopla y mira los cartones; para él no Empiezan otra partida.
hay ni avidez, ni amor propio. No le mandan. Qué cosa he visto ayer. dice Ania haa dormir, ni le echan de la mesa: ya está con blando como consigo mismaFilip Filipotento. Tiene aspecto tranquilo; pero en rea vitch se volvió sus párpados y sus ojos se punuestro sieron encarnados, terribles como los de un diablo. Yo también lo ví contesta Gricha.
El ocho! Tenemos en la clase un discípulo que mueve las orejas. El veintisiete. Andrei levanta las miradas hacia Gricha y dice. Yo también sé mover las orejas. ver. muévelas!
Andrei mueve los ojos, los labios y los deidos. Le parece que sus orejas se ponen también en movimiento. Risa general. Es un hombre malo este Filip Filipovitch. prosigue Sonia; ayer entró en cuarto y yo estaba en camisa. Me avergoncé. He ganado. grita con toda su fuerza Gricha, cogiendo apresuradamente el dinero del platillo. He ganado. Podéis comprobar!
El hijo de la cocinera palidece, levanta los ojos y balbucea. En tal caso, no puedo jugar más. Por qué. Porque. Porque no tengo más dinero. Sin dinero no se puede jugar decide Gricha Andrei rebusca por si acaso en sus bolsillos.
No encuentra nada más que migajitas de pan y un lapicero medio roído. Su boca se contrae y se nublan los ojos; llorará en seguida. Te prestaré dice Sonia, no pudiendo ver su cara de mártir. pero no te olvides de devolvérmelo.
Sonia pone el dinero, y el juego vuelve a empezar. Parece que se oyen campanas dice Ania.
El juego se interrumpe; todos miran por la ventana obscura con la boca abierta. En la obscuridad se ve el reflejo de la lámpara. Te pareció. Por la noche las campanas solamente suenan en el cementerio declara Andrei. Por qué suenan allí las campanas. Para que los bandidos no entren en la iglesia. Ellos temen el campaneo. para qué tienen los bandidos que en(Pasa a la página anterior. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica