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REPERTORIO AMERICANO 275 Los filósofos hacen una diferencia profunda entre lo que es cultura y lo que es civilización.
Cultura es lo interior, lo espiritual de la vida; civilización es persecución de la riqueza externa.
Culto el que se afana por la conquista de un plano moral más alto; civilizado el que se afana por adquirir un auto modelo 39.
Así, invitar a la cultura es llamar al dormido palacio del espíritu, al desenvolvimiento de frenos interiores, los únicos que pueden regir la conducta humana; cultura es comprensión, generosidad, conciencia del deber propio y de los derechos de los demás. los debeces propios son amor a la naturaleza, al hombre, a la patria y a Dios.
Pero ahora, la vida del hombre anda sin verdadera orientación espiritual, porque, controlada únicamente por el hombre, que se arrogó el derecho de inventar, de pensar, de filosofar o de hacer política, se ha convertido en un peso muerto de leyes abstractas, sin relación con los problemas vitales, angustiosos, del alma humana. Los filósofos usan una palabra terrible para definir este estado de la cultura: se ha deshumanizado. con esto ha perdido su específico sentido y trabajo, que es servicio, explicación, sublimación de las profundas fuerzas humanas; ha perdido su función mccal, que es su tarea más alta. Ustedes lo mismo que nosotros, saben lo que es esa fórmula fría de las aulas, contra la cual todos los jóvenes nos hemos rebelado.
Pues bien, dicen los filósofos que a la mujer, por su sentimiento concreto de la vida y del bien, por su valor auténtico de humanidad, es a quien toca realizar para la deshumanizada, abstracta e inútil cultura esa profunda tarea: vitalizarla.
Las damas que a propósito de este cincuentenario se han reunido a discutir los problemas educacionales las preceden a ustedes en esa magna, en esa maravillosa tarea. ustedes les toca el deber de continuarla.
En lo social, sobre todo, muchachas, esa cultura vuelta a crear por ustedes, ha de poner sobre las aristas duras, sobre la crueldad de una locura de violencia que se ha posesionado de los espíritus, el agua sodante de la comprensión, la mano de la tecnura, la voz del buen juicio, el llamado de todas las sublimaciones.
Sobre todo, la justicia anda muy mal por el mundo. Porque, no lo olviden, ha pecado el hombre contra la naturaleza, contra Dios, contra si mismo, alejando a la mujer de su lado cuando hacía ciencia, filosofía, política, religión o arte.
Ustedes, mujeres, eterna guía nuestra, madres del niño, novias del joven, esposas del hombre, de cuyas manos sale el criminal o el artista, el demonio o el santo, el necio o el sabio, deben a don Mauro una deuda más grande que nosotros, porque las condujo hacia la cultura, les quiso diferentes, pero no inferiores al hombre, las vió complemento suyo, en la acción del hogar, del intelecto o de lo social. Deben hacerse dignas de la esperanza que puso en ustedes. su mejor propósito en este cincuentenario ha de ser: tratar de comprender mejor su tarea femenina en lo social, en la educación, en la cultura, y mantener para su colegio la línea de amplios caminos liberales y laicos, única dentro de la cual es posible esa exaltación de sus funciones femeninas, creada por la portentosa visión del Maestro.
ISAAC FELIPE AZOFEIFA Dibujos a pluma Los gansos del Capitolio Colaboración. Son José de Costa Rica, egosto de 1939 Cuando se vive en el campo y llueve mucho, dioses más que nadie, los que animan las fieshay que imitar a los exploradores polares al tas de sangre de los hombres. Ellos los que caerles encima la noche polar. Hay que dividir dan alientos a nuestros héroes, como los diolas horas, organizar el tiempo, y devanar cada ses del Olimpo a los guerreros griegos. No hora, alrededor de su propio afán.
hemos avanzado un solo paso! Hoy, como en Devanadas, una tras otra, las horas, alrede. los días de Troya, son los dioses la parte más dor del eje de sus respectivos afanes, se lle espectacular de las batallas. Paz a los homgará a la fórmula buscada: Salvar el afán bres en la tierra. Sí, Si ¡Pour les animaux!
principal de no sucumbir al spleen. Sobre la Desde el día en que fueron (dicen) pronuncintura de los trópicos, como sobre los casque ciadas esas palabras, la paloma de la paz tietes polares, cae una noche invernal que dura ne el blanco plumaje ensangrentado y está también seis meses.
asustada. Mientras que el buitre, el buitre que ¿Cómo devanar las largas horas invernales en el monte Cáucaso devoraba las entrañas de alrededor de cada uno de sus sesenta minutos, Prometeo, símbolo de los dolores del género para que no parezcan tan largas. De esto se humano, se ha aclimatado en Europa, engortrata.
dando admirablemente con carne de cristianos.
Hoy, la radio me resuelve el problema. Gri Al son de alegres charangas, cada dios naciota o chilla un locutor: pidamos al dios de las nal azuza a su pueblo a destruir al pueblo naciones que salve la paz. Magnífico! me enemigo. Si hubiera un dios de las naciones, digo. He aquí un locutor que quiere convertirtoda esta literatura carecería de sentido. En nos en gansos. Un ganso puede sentirse, de golpe, nacionalista, y salvar una grave situación. Todos sabemos el cotarro que armó una noche la bandada de gansos del Capitolio, que, despertando a hombres y dioses salvó la Ciudad. Hoy, ante el peligro de una guerra, no faltan ingenuos locutores de radio que nos piden, que, convertidos en gansos sagrados y lanzando graznidos para despertar a los dioses, salvemos la humanidad. Es que, las cuatro bestias del Apocalipsis se oyen ya relinchar en sus cuadras. es tanto lo que muchos temen (o fingen temer) la aparición de las bestias negras, que no cesan de gritar: quiera el dios de las naciones salvar la paz. El dios de las naciones. No es poco lo del ojo! Porque ¿cuál es el dios de las naciones? Yo conozoc muchos. Cada nación tiene el suyo, o los suyos, que no son pocos. cada día se van volviendo tan tontos, tan ferozmente nacionalistas, que, no hay modo de ponerlos de acuerdo. Ni hay probabilidades de que nos oigan, piles están atacados de sordera nacionalista.
Ni habrá esperanzas de paz en el mundo, mientras unos pueblos no maten su hambre comiéndose a otros pueblos. Llegada la hora temida, cada pueblo animado por un santón que lo bendice, marchará con su fusil y su dios a la frontera. Son los Templo del Ideal medio de toda la garrulería patriotera, no se oculta el designio de aplastar al dios de la na.
ción contraria, en nombre de una cosa que llaman patriotismo. Lo que probaría que, por lo menos, hay tantos dioses como nacionalismos. cómo están exacerbados y celosos hoy los dioses nacionalistas! Los celos de Jehová por su pueblo hace cuatro mil años, son arrullos comparados con los de los dioses modernos.
Repasemos un poco estas historias. Hoy, Wotan expulsa de su suelo a Jehová y a cuantos dioses le estorban. Se abre paso a patadas entre todos, y va derecho a su fin: ser el Júpiter de los dioses en el Olimpo moderno. El dios del papa, posibilista, casuista y mimético, se calla, y espera agazapado para lanzarse a ser lo que fué en el siglo de Hildebrando; y soñando con que todos, reyes y pueblos, vayan a Canosa. El dios falangista se mira de reojo con el requeté, a pesar de que ambos comen a la misma mesa y son sanguinarios; pero fraternizan para asesinar republicanos. El día de Hirohito, Shinto, reniega de Tao, que es su padre; y aun quisiera matarlo por ser chino. El dios de Uncle Sam, se escandaliza de lo brutos que son sus camaradas de Europa, aunque no le repugne entrar en chalaneos con ellos, de los que deriva sus buenos ochavos. El mon dieu de la France, buen burgués, buen gourmet, muy sensual (francés al fin) pide que le dejen comer y beber a gusto; y aun está dispuesto a dar una tajada a cualquiera, con tal de que no le estropeen las digestiones. El dios rojo, es el más despreciado y odiado (quizá por ser el más bueno, pues con nadie se mete. Lo hacen el ceniciento de los dioses y le llaman sucio. Pero el ría de todos, seguro como está de que algún día le han de pedir perdón y se han de morir por una sonrisa suya. El Dios de John Bull lo sabe. aunque es un dios de corbata y camisa planchada, corteja apasionadamente al rojo, que anda despechugado y viste la endymata bizantina tosca y anticuada. Nada tiene de extraño. El dios dandy de John Bull es, en último término, Mercurio, el dios mercachifle. como buen tendero, y además rico, no le repugna ningún trato. Ha hecho suya aquella divisa de los papas: pecunia non olet. como no huele, es imposible saber si un escudo que entra en caja, es el ersatr de la venta de una viña a favor de unos frailes, o el ersatr de la venta de un cuerpo femenino a favor de un pecador. El escudo entra haciendo ruido de buena ley. y basta. Lo del fair play AIX Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica