Socialism

REPERTORIO AMERICANO 231 El maestro Arciniegas De El Tiempo. Bogotá, enero 23 de 1939 estas líneas el voto de cariño y recuerdo.
lealtad a su LENC Ismael Enrique Arciniegas Hoy hace un año que bajó al sepulcro Ismael Enrique Arciniegas. El maestro lo llamábamos. maestro era en sólidas disciplinas intelectuales, en devoción por el arte, en sencillez de vida. Maestro en periodismo. Jamás creyó que el agradable oficio, que algunos consideran difícil, agobiador, ingrato, fuera para exaltar pa.
siones, ni para ofrecer vehículos a la maledicencia. Antorcha y no tea, cordial y no tósi.
go. había dicho otro mestro de la prosa pulcra y de las ideas relucientes: don Rafael Núñez. ese patron ciñó sus dilatadas intervenciones en la prensa de Colombia Ismael Enrique Arciniegas.
El Nuevo Tiempo, su diario de tantos años, elevado por él a la categoría de primero en influencia en su partido y de primero en importancia económica en el país y en su hora, fué un diario de combate. Pero de combate caballeroso, limpio, con ardor pero sin saña. Pudo equivocarse. Pudo írsele la pluma en ocasiones, como decimos para significar algo exagerado, inusitado, pero jamás tuvo el propósito de herir, ni fue su norma exasperar, nacido como se sentía para la conciliación, para la cortesía, para la vida sin hiel y sin ponzoña. Maestro fué, casi siempre sereno, en medio a veces de gente enloquecida, rabiosa, empeñada en adelantar campañas de contumelia y de calumnia, No cedió a las presiones laterales. Se mantuvo en el terreno de la pulcritud. Entre centenares de casos pudiéramos citar los de artículos contra el general Benjamín Herrera, cuando era candidato del partido liberal a la presidencia de la república, que Arciniegas rechazó por canallescos, por agresivos, por mentirosos, por indignos de un periódico decente. Gustaba de los hechos para combatir. Gustaba de la doctrina, y gustaba de la burla. Jamás del rasguño envenenado. Le bastaba la chanza, lo que invitaba a la sonrisa, lo que indicaba la alegría de su espíritu. En el uso de la ironía, aunque tal vez no fué irónico sino chistoso, juguetón, jamás llegó al sarcasmo. No ponía sinapismos. Sus palabras no levantaban ampolla.
En la polémica era, como en los paliques, el hombre de los recuerdos, de las citas, del gracejo, de la amenidad. En otros campos, su prosa adquiría sonoridades de órgano, tenía perfume de incienso, salía como en espirales vagarosas que iban trazando la ascension de sentimientos inefables o indicando el revuelo de los sueños. En esas páginas quedó mejor que en otras el itinerario de su alma. Exploró las más hermosas regiones de la sensibilidad y enseñó la gratitud, la bondad, con la palabra, como las enseñaba, de manera magistral, con el ejemplo. Llegaba a la ingenuidad. Lo que al.
gunos llamaban vanidad en él, era candor. Se burlaba de él mismo, de sus hechos de guerra, de sus conflictos, de sus misiones, de sus polémicas.
En lo que no admitía burlas ni se las daba él mismo, y con razón, era en los versos. Fué un poeta de largo diapasón, sentimental, romántico, perito en el lenguaje del amor, inolvidable para cantar la ausencia, para decir la dulzura del recuerdo, para invitar a la imaginación a los supremos viajes por los valles y por las colinas donde el corazón tiene su imperio. fué un traductor que honró a los poetas cuyas estrofas vació en moldes castellanos. Tradujo a Horacio. Tradujo íntegramente Los Tro.
feos de Heredia. Tradujo el Tu y yo de Paul Geraldy. tradujo decenas y decenas de granHoy hace un año murió don Ismael Enrique Arciniegas. Con él desapareció una de las figuras de más vigor, y de obra más pulcra y vasta, en la literatura colombiana, y aun en la de América. Porque el Maestro Arciniegas era ya un escritor continental, de larga travesía literaria, y tenía su puesto de gloria entre los mejores hombres de letras del continente.
Dejó una obra profusa y múltiple. lo mejor de ella fué la labor de los últimos años.
Poeta de juventud fecunda, su disciplina inicial derivaba directamente del más puro romanticismo. Poco se siente en ella la influencia de Darío que por entonces comenzaba a dominar el continente. Arciniegas venía de Hugo, y de los fogosos corifeos románticos de España. Más tarde, suavizó ese clima incandescente, bajo la influencia del fin de siglo francés y logró entonces mucho de sus mejores aciertos. Años después, depurado y firme, tras su viaje a Francia, realizó su obra definitiva, que continuó con lealtad ejemplar hasta los últimos años de su vida, quizá los más intensos para su inspiración vigorosa.
Como traductor, el maestro Arciniegas no tiene par en lengua española. Ninguno de los que en España y América han querido trasladar al castellano poesías extranjeras lo aventaja en conocimiento de los poetas traducidos, ni en certeza y firmeza de interpretación. En eso era maestro; un alto y responsable maestro.
En sus últimos días se consagró a las disciplinas clásicas, y logró su ejemplar traducción de Horacio, que es uno de los renglones más significativos de la bibliografía colombiana.
Sus cualidades espirituales, de hombre honrado y bueno, hicieron del maestro Arciniegas una figura ejemplar. El final de su vida fué sereno y grave, sin odios políticos ni rencores literarios. Sabía donde estaba su puesto, y tenía una cordial benevolencia ante los prestigios recién nacidos. El país le debe a Arciniegas un homenaje nacional. La edición de sus obras es no sólo una obligación legal, sino un compromiso moral con la cultura patria. Al cumplirse el primer año de su muerte, la gloria del poeta adquiere tonos más firmes y seguros de realidad definitiva. El Tiempo Bogotá, enero de 1939. des poetas franceses, italianos, alemanes, ingleses, americanos, de manera asombrosa, en que superó muchas veces las versiones realizadas por otros poetas de su altura.
En el magnífico Repertorio de García Monge leímos que Max Henríquez Ureña es el único escritor de lengua castellana que ha logrado traducir íntegramente la obra capital de Heredia. Se le había anticipado Arciniegas. por las muestras que en la revista costarricense hallamos, no hay comparación posible entre las dos traducciones. La de Henríquez Ureña es propiamente la de un traductor. La de Arciniegas es la de un poeta. Como poeta vivió, como poeta murió, toldavía con rimas en los labios.
No ha habido entre nosotros una devoción comparable a la suya por los versos. pocos han ganado la popularidad de que gozó en todo el continente. Su adiós fue una pérdida enorme para las letras nacionales, para el periodismo, para la cultura. todavía más grande para la amistad. Se nos renueva en este aniversario la tristeza de su despedida, mientras renovamos en La viejecita de la Boca Noche del lunes. Sala de la Verdi, repleta de público. Homenaje a Palacios, primer diputado socialista de Amécica, al cumpliese el 350 aniversario de ou elección Habían hablado los oradores anunciados. Luego Palacios se pone de pie, en medio de una clamorosa ovación.
E! cariño del pueblo porteño hacia el líder socialista, ha estallado en unánime y apasionada exteriorización de aplausos. Hecho el silencio, una anciana, muy anciana, se adelanta hacia el proscenio. con su voz de viejecita buena y ademanes un poco desordenados y enérgicos, se dirige al brioso tribuno socialista. Doctor Palacios le dice En 1904, el dia de la elección, yo mandé a mis dos hijos a que votacan por usted y lo votaron.
Aplausos y risas festejaron el oportuno recuerdo de la anciana.
Momentos más tarde, terminaba el acto. En la vereda, la concurrencia estacionada quería ver todavia Palacios. Entre la multitud estaba también la viejecita. No se había marchado aún. cuando Palacios pasa a su lado, le pide. Doctor Palacios, permítame que le dé un beso Emocionado, nuestro compañeco aproxima su rostro a los labios de la anciana y ésta, con la grimas en los ojos, le estampa un beso en la mejilla.
Es el beso de todas las madres, de todas las abuelas, de todas las mujeres proletarias, que en la viejecita de la Boca rinden homenaje al denodado defensor de la mujer argentina. La Vanguardia. Buenos Aires. 16 11 1939. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica