Democracy

274 REPERTORIO AMERICANO la paz interior, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad.
Estas palabras nos parecen aún más valiosas hoy cuando alzando la vista en todo el derredor nuestro, vemos que el destino de los pueblos ha caído en las manos de hombres embrutecidos por la disciplina del cuartel; cuando vemos que el trabajo que dió como tarea don Mauro al maestro, lo hacen por todas partes las espantosas máquinas de guerra.
Díganme ustedes, espíritus limpios de toda sombra de rencor, de todo mal pensamiento, si no hemos de exaltar juntos a cincuenta años de distancia la aguda visión del Ministro que pone la suerte de los pueblos en manos de sus maestros, a quienes llama ejército, pero no de muerte, sino de vida, de libertad, de salud, de paz.
Díganme ustedes si ante las fuerzas oscurantistas, ante las fuerzas retrógadas que hoy se levantan tras el desastre moral que sobrevino como consecuencia de la crisis económica de los últimos años, no hemos de empeñarnos en izar el estandarte del colegio, como una enseña defensora de la libertad de pensamiento y de creencias, y proclamar la creación del ejército de maestros do de los conceptos morales, científicos, estéticos y sociales, la mujer, su novia, su esposa, rumiando oraciones y haciendo laboces de encaje!
Mas, por el contrario, la mujer costarricense parece haber alcanzado, generación tras generación, un dominio cada vez mayor de las abstractas materias de la cultura. Su disciplina intelectual, sus capacidades puestas al servicio de las altas cuestiones del espiritu, van probando cuán equivocado es aquel prejuicio de la inferioridad física y mental de la mujer. Sin embargo, no ha perdido, como temían y temen aúe tantos, el temor es un argumento bien fácil, sus características de feminidad: su modestia, su ternura, su naturaleza material.
Oigamos al mismo don Mauro decirnos el fin que le ha dado a cumplir a su Colegio: Peeparar a la mujer para el mejor desempeño de sus deberes sociales; hacerla verdadera compañera intelectual del hombre para cultivar las virtudes del hogar y formar al primero de los maestros, como se ha llamado a la mujer, pues que nadie como ella deja huellas más profundas en la naturaleza del niño, difícilmente borrables, aun por las múltiples influencias de la vida.
Claramente queda definido que el colegio tenderá a formar un tipo de mujer, compañera intelectual del esposo, sabia educadora de sus hijos; y en segundo lugar creará para sus actividades en la sociedad un camino profesional: el magisterio. Años después el Colegio será Escuela de Comercio, Taquigrafía y Telegrafía.
Ricardo Jiménez, que en 1890 tiene que defender toda la obra de don Mauro contra las fuerzas oscurantistas de la época, amplia el primero de esos fines como ustedes van a oír: Desde que nos afanamos por educar al hombre, es necesario que practiquemos lo mismo con el otro sexo, porque para que los sentimientos de dulzuy abnegación de la mujer ejerzan su influencia en el hombre de una manera provechosa paca la familia y la sociedad, por aplicarse a objetos y fines que lo merezcan, es preciso dar ideas y nociones a su inteligencia, y fortalecer su juicio. Además, para que su influjo sea duradero y venga a ser como el fuego nunca extinto del hogar, ha de haber semejanza en el desarrollo mental de ambos sexos; han de caminar sus espíritus a la par, como caminan sus cuerpos pce la vida; y sin esto habrá en presencia dos almas que no se entienden desde que abandonan el dominio común de la pasión; y bien luego, tan pronto pase la efímera belleza femenil, se enfrentarán como adversarios o se soltarán de las manos con indiferencia, quienes partieron juntos para la jornada de la vida. Esto será una causa permanente de depresión moral para la familia y de inferioridad social por consiguiente. La necesidad, pues, de mantener el equilibrio en el cultivo intelectual de los dos sexos, justifica los sacrificios hechos para llevar al Colegio de Señoritas al lugar en que se halla.
Comentemos rápidamente el segundo aspecto del ideal que el fundador propone como meta del Colegio, es decir, la formación de maestras.
El Colegio, junto con el Liceo serán hasta el año de 1914 en que se funda la Escuela Normal de Heredia, semillero de maestros.
El mismo don Mauro explica su pensamiento diciendo. Se requiere un ejército de maestros que sepan enseñar, a fin de que las escuelas sirvan eficazmente al objeto de prevenir el crimen, consolidar la paz interior, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad. Oigamos bien: don Mauro sueña con un ejército pero de maestros, para prevenir el crimen, consolidar La misión de la mujer nueva en la vida pública es humanizarla. Con su presencia, se hará menos feroz la lucha política, sin que pierda nada de su intensidad de antagonismo, porque la mujer el enemigo intimo dará constante ejemplo de su polémica sutil y afelpada. El acto público cobrará una circunspección y una dignidad nuevas, más propicias a los despliegues de la razón sin efectismo y de la emoción sin cursilería, porque, si más sensible, la mujer es mucho menos sensiblera que el hombre, y por tanto, menos demagógica. El derecho dará por primera vez cabida a la ternura. Habrá leyes que rediman el milagro de la cuna, la fecundidad de la escuela, la soledad melancólica del hospital, y leyes que sepan guardar esa arenilla áurea de la tradición, arrastrada en las aguas del Tiempo. De Jorge Manach, en La Nueva Democracia.
Nueva York, enero de 1939. maestros con la tarea y significado que les asignó don Mauro como base de la cooperación democrática catco todos, clases y sexos, ricos y pobres, hombres y mujeres, hermanos en la aspicación al ennoblecimiento del espíritu.
Yo he proourado detenerme a comentar los ideales propuestos por los fundadores del Colegio, porque a tal punto los costarricenses hemos olvidado nuestras más genuinas tradiciones que no sabemos, ni acaso los que servimos en nuestros planteles educativos, qué es lo que la institución persigue o persiguió; y llegamos a crear al final del proceso de los cinco años de educación secundaria, no al hombre o a la mujer de aquel corte espiritual que hemos intentado definir, sino un bachiller o bachillera, ignorante repetidor o repetidora de fórmulas frías, máquina memorista, sin capacidad de emoción íntima, delicada, y con menos capacidad de emoción social; sin voluntad de cultura, sin objeto vital ninguno. necio, vanidoso e inútil, las más de las veces.
Yo habría de ir ahora analizando para ustedes la acción de cultura que durante veinte años realizó en la dirección del Colegio su directora inicial, la señorita Le Capellain; lo mismo que la acción de los que durante los treinta años siguientes han tratado de sacar adelante esos ideales, al través de tan formidables obstáculos como nuestra etecna pobreza, nuestra ausencia de universidad y la falta de profesorado competente. Habríamos perseguido luego en la trama sutil de lo social la huella de esa influencia. Francamente, ese trabajo agotaría la paciencia de ustedes y con mucho el corto tiempo de que dispongo.
Pero ustedes deben defender, eso sí, en su Colegio, a toda nuestra enseñanza pública de una acusación gratuita que he oído ya hacer algunas veces: Les dirán que nuestra educación laica es un fracaso. Para los que nos preciamos de haber aplicado nuestras modestas capacidades al estudio del complejo de nuestro progreso cultural, ese juicio merece la más indignada reprobación.
No nos cegamos los que defendemos la educación laica y liberal; vemos en ella muchos defectos. Toda obra humana los tiene. Venimos luchando por corregirlos hace años. Toda obra humana camina hacia su perfección. El fanatismo sectario se niega a ver los defectos en su propia casa, para darse el gusto de condenarlos en la de los demás.
Afirmar gratuitamente el fracaso de la educación cuyas bases estableció don Mauro, no es sólo lesionar su memoria, sino ponerse en contra de toda nuestra historia nacional, en contra de todo lo que ha hecho grande a nuestra patria en el cocazón de sus ciudadanos y en la conciencia del continente. Es lesionar el honor, la moral y la cultura de cuatro generaciones de ilustres y modestos ciudadanos de nobilísimas ciudadanas, que en las profesiones, en los oficios, en los puestos públicos, en el magisterio, y por encima de todo, en el heroísmo sin himnos de la cotidiana lucha del hogar, están proclamando cuán mentirosa, mal intecionada, irresponsable, cargada de fanatismo sectario, y de incultura, es aquella opinión que nosocos hemos titulado, prudentemente, de gratuita.
En esta hora tremenda de universal vacilación, cuando parece claudicar en el hombre la fe por las cosas del espíritu, y lo vemos buscar enloquecido alguna doctrina que le haga olvidar su propio grama y el de los demás, y hunde su ánimo desesperado en el cepo del fanatismo político y desde ahí proclama la solución violenta, bárbara, de todo conflicto, lo mismo en el ámbito internacional que en el civil, es preciso levantarse, ponerse al lado de don Mauro en la defensa de la cultura. Cultura como base de progreso moral, intelectual, político, social.
ra, bondad AHORRAR es condición sine qua non de una vida disciplinada DISCIPLINA es la más firme base del buen éxito LA SECCION DE AHORROS DEL Banco Anglo Costarricense (el más antiguo del país)
está a la orden para que Ud.
realice ese sano propósito: AHORRAR Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica