REPERTORIO AMERICANO 263 padece, el Concordato la sujeta a la Revelación y la entrega al Catolicismo maniatada y horrible: La instrucción de la juventud en las Universidades, colegios, facultades, escuelas públicas y privadas, será en todo conforme a la doctrina católica. Art. El libro es inmune donde quiera que hay un poco de luz, es el viajero del pensamiento que va publicando por todas las zonas los afanes de la vida humana: el Concordato lo para en su carrera excelsa y declara, poco más o menos, que el Ecuador no necesita de libros. Además los prelados diocesanos conservan su derecho de censurar y prohibir mediante car.
tas pastorales y decretos prohibitivos los libros y publicaciones de cualquier naturaleza que sean, que ofendan al dogma, la disciplina y la moral; debiendo también el Gobierno adoptar las medidas oportunas para que dichas publilaciones no se propaguen en la República. Art. Juzgan de nuestras acciones los jueces naturales, aquellos que nos damos al sacrificar parte de nuestra libertad para establecer la justicia, mas el Concordato nos entrega a la Curia sin apelación: Así pues, el Gobierno dispensará su poderoso patrocinio y apoyo a los Obispos en los casos en que los soliciten, principalmente cuando deban oponerse a la mal.
dad de aquellos hombres que intenten pervertir el ánimo de los fieles y corromper sus costumbres. Art. Los jueces eclesiásticos pronunciarán sus juicios sin sujetarlos al dic.
tamen previo de asesores seculares a quienes, sin embargo, podrán consultar cuando lo creyeren oportuno. Art. Todas las causas eclesiásticas y especialuente las que miran a la fe, a los sacramentos (comprendiendo las cau.
sas matrimoniales. a las costumbres, a las funciones santas, a los deberes y derechos anexos al sagrado ministerio, sea por razón de la persona, sea por razón de la materia, pertenecen a los Tribunales eclesiásticos. Art. En todos los juicios que sean de competencia eclesiástica, la autoridad civil prestará su apoyo y patrocinio, a fin de que los jueces (eclesiásticos) puedan hacer obser y ejecutar las penas y las sentencias pronunciadas por ellos. Art. El país jadea, agoniza con el peso de la hol.
gazanería frailesca, y el Concordato salva la dificultad por el exceso del mal: Además de las órdenes y congregaciones religiosas existentes ahora en la República del Ecuador, los ordinarios diocesanos podrán libremente y sin excepción admitir y establecer en sus respectivas diócesis, de acuerdo con el Gobierno, nuevas órdenes e institutos aprobados por la iglesia, en conformidad a las necesidades de los pue.
blos, a cuyo efecto el Gobierno prestará su apoyo. Art. 20. El presupuesto de la diócesis ecuatoriana (amén de las uñas libres) se estima en 245, 804. 76; por el Concordato se establece una contribución predial de por mil para cubrirlo, y cuando faltare dinero, el Gobierno se compromete a darlo para el culto, del impuesto del uno por mil sobre los fundos rústicos, y del producto de ochenta centavos por cada 46 kilogramos de cacao que se exporte de la República. Art. 1º y 3º adicionales. Los liberales oportunistas convienen en que el Concordato es pés mo, pero hay que conservarlo y cumplirlo porque al fin es un tratado. El de 1862 es obra de García Moreno; el de 1881 obra de Ignacio Veintemilla; el de 1890 obra de Antonio Flores. Es posible que los radicales se hagan solidarios de la palabra empeñada por estos traficantes? Las naciones no son inmuebles que se traspasan por un contrato falaz, al primero que se presenta en nombre de Dios o del Diablo; y por el triunfo radical, queda de hecho como si no se hubiese pactado ese padrón de infamia: que si los vencedores lo declararan bueno, asentarían en consecuencia que Veintemilla y Flores deben gobernar al Ecuador permanentemente, ya que el mundo tuvo la desgracia de perder a Gar.
cía Moreno.
El Concordato entrega a los conservadores por medio de los clérigos y los frailes la ense.
ñanza de la juventud, en la cual fincan los sis.
temas filosóficos y sus derivados políticos, la preponderancia y duración, porque las generaciones que nos suceden son la que prolongan nuestro pensamiento más allá de la muerte.
Compréndenlo claramente los religionarios, y el Catolicismo busca hoy la conversión de las comunidades contemplativas, que hacen el papel de cigarras, en grupos militantes y docentes, que hacen el trabajo de las hormigas; plaga el mundo de hombres y mujeres con hábitos, y sin ellos, afanados en mantener la juventud bajo la matrícula religiosa, para que el poder no se escape de las manos de Roma, y regimienta las falanges apostólicas que se oponen a la emancipación de las inteligencias nuevas.
Si los partidos y los Gobiernos no se empeñan en cerrarles el paso, triunfarán, adueña.
dos de la política por medio de las mujeres, que influyen sobre los hombres, y del porve.
nir de la sociedad por la juventud, que espiga bajo su cuidado; y cuando la miseria y la tiranía nos despierten si nos despiertantendremos que empezar otra vez la obra de independencia por medio del fuego y de la sangre. Para evitar nuevos sacrificios, se esta.
blece la enseñanza laica, gratuita y obligatoria, con espíritu de propaganda.
La filosofía Experimental, nos descarga de la Teología; la Moral Universal, del Dogma; las Instituciones Democráticas, del Syllabus, y tenemos los hechos, en sus causas efectos, que constituyen la Ciencia, y la bondad y mal.
dad inherentes a las acciones humanas, que constituyen la Moral. Qué más? Quedan los clérigos beligerantes: pues contra ellos la réplica, si se sitúan en un punto conveniente; las leyes de tuición, si se extralimitan, y las balas, si se pronuncian.
Montoluo, escritor Lo que más nos interesa en Montalvo no son los asuntos, es la rareza con que los presenta, la sensación tan personal de él, la doc.
trina que exprime tan categórica y lozana.
Acaso nos apartemos de su filosofía por vaga y dogmática, pero nos enamora su énfasis, la seguridad con que decide todo, y la confesión desenfadada de sus simpatías y sus odios. Es tos últimos tienen la atracción de lo prohibido: se queda uno con ellos, no puede olvidar lo que el escritor ha odiado. Averigua el via.
jero verbigracia, por el granuja Veintemilla, un tiranuelo adrede, cruel, vulgar y cínico, como hay tantos, y no logra apartarlo en la me.
moria de la hiperbole de las Catilinarias. El rollo de la palabra de Montalvo abruma: ha plantado una nueva floresta del idioma y se va por ella como un salvaje grandioso a caza dc fieras y reptiles. Se requiere iniciación para comprenderlo, y gusto literario para admirarlo en sus pormenores artísticos; diré también que hay que prevenirse para no caer en sus extremos, porque se deja ir en el aerostático de su fantasía y sin ser un ortodoxo es en ocasiones místico Su gusto es serio y no.
ble, y se lo facilita a los personajes de su agrado, así antiguos como modernos, lo que falsea la historia de una menera elegante, pero inconveniente. La naturaleza anima sus pá.
ginas con tal verdad y atractivo, que las cosas que describe del mundo real. tienen, pot el jugo de la frase, una tentación irresistible.
Ningún escritor hizo, por otra parte, mejor uso de su talento. Azotó a los pícaros en la plaza pública, y colgó a los tiranos en una horca que puso sobre los Andes y sacó a la vergüenza los vicios del clero con un buen humor que da escalofrío. Sus obras matan, crean legiones, libertan pueblos. Son la can.
tera de los escritores libres: para que los tiranos de América vivan en paz, sería necesario que no hubiese existido Montalvo. El nos manda odiarlos y matarlos!
Somatén Somatén es el clamor de la lucha.
Démosle rienda a la pasión de ser libres: vamos allá, más allá de donde nuestro deseo se sacia y nuestro cuerpo nos sostiene No llamemos vida al descanso, llamémosle muerte; no digamos hasta aquí, sino adelante, adelante! Los esclavos que se rediman; los redi.
midos que se engrandezcan; los grandes que fulguren. Cerremos los ojos a la extensión; los oído al tiempo y hagamos del corazón un remo que nos empuje para forzar el destino. Vámonos impetuosos, salidos de madre, disparados: la existencia es bien corta para ir a la felicidad paso a paso. Al cansado dé.
mosle ayuda; de los muertos formemos un promontorio para divisar nuestra ruta. El que nos cierre el paso que perezca, si es poderoso; si es débil, llevémosle en hombros, que será nuestro hermano. No haya paz con los fuertes; confesemos nuestra fe bajo el filo de la espada. Si la sangre nos salpica, dejemos que el tiempo la oree, porque no se borra la del justo, ni mancha la del tirano; ni la sangre por su propia virtud es sagrada. Démosle rienda a la pasión de ser libres, démosela: sin eso seremos hombres en busca de dueño, jamás dueños de nosotros mismos.
Dr. García Carrillo Faculté de Médecine, Université de Paris Harvard University, Medical School Despacho: 100 varas al Oiste de la Botica Francesa Teléfonos 3754 y 4328 10. 12 am pm.
Corazón. Aparato Circulatorio Electrocardiogramas Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica