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REPERTORIO AMERICANO 219 Política americana lo menos a que puede aspirar América, daa coordinada y solidaria. Todo lo que susen cuestiones internacionales, es a tener una cite, entre ellas, suspicacias y recelos, o entrabe politica americana, una politica propia, sin su acción común, está fuera del ideal amerique pese sobre ella el influjo voraz de poderes cano, fuera de la voluntad de América, que es extraños. El continente es ya mayor de edad, y hoy una voluntad única de defensa común.
debe soltar las andaderas. Sus problemas tienen Comprendemos el turismo de propaganda un sello autóctono, original, y requieren, tam como un incidente de transportes. Pero rechabién, soluciones originales y autóctonas. Pese zamos la penetración doctrinaria, y estamos a los confiados, y a los negligentes, existen alerta sobre sus brotes prematuros. América abre enemigos comunes, enemigos que exigen, para sus puertas para todos los hombres del muncombatirlos eficazmente, un frente único, un do que vienen a aceptar, y a vivir, la realia ad frente continental, un frente americano.
americana, a incorporarse al ritmo de su deNuestras democracias se ven colocadas, por mocracia, a vincularse a su vida de libertad, la realidad ambiente, en un plano de activi de paz, y de trabajo. Pero las cierra para los apóstoles subterráneos que quieren introducirnos peligrosos contrabandos de doctrinas y prácticas que disuenan, con disonancia estridente, con la tradición continental.
Existe una conciencia americana, un derecho americano, y una ley americana. El continente se maneja solo, independiente de dominios oscuros. Sobran los consejeros espontáneos. Sabemos, muy bien, lo que somos, lo que fuimos, y lo que seremos. existe entre nosotros la organización sentimental necesaria para estimular la unidad de acción. Sólo falta protocolizarla en la realidad legal. eso es lo que América debe hacer ahora.
24. XI. 38.
Reaparece Pío Baroja, falseando Colaboración Santiago de Chile, marzo de 1939 La resurrección literaria de Pío Baroja tiene, por irónico vehículo prensas de América, de este continente estúpido como él lo llamara alguna vez. Podría hacerse un cruel sarcasmo aplicando exactamente el calificativo al caso estricto de una edición de Baroja en Sudamérica, y pensar si en realidad empezamos a justificar el juicio tan rudo que el escritor formulara contra nosotros otrora.
Pero, no es elegante ni justo seguir por esos caminos preferidos de don Pío. Las exuberancias temperamentales deben tener por tope la conveniencia de los demás, la exactitud del criterio, el sentido de precisión y justicia. Sería pecar de igual pecado que Baroja aplicarle sus propios métodos.
El libro Ayer y hoy nos presenta al insigne novelista intentando ensayos políticos. No puede escaparse a ese sino un escritor de estos tiempos, sobre todo si es español. aunque la generación del 98, contra cuya existencia real protesta Baroja, se caracterizó por un reclamo insistente a la inteligencia, a menudo por encima de la realidad, ella, como todas ha tenido que doblegarse ante el destino de su patria. Benavente, los Machado, Unamuno han esgrimido verbo y puño de un lado y de otro; Azorín se refugia en París, y Valle Inclán murió antes de que le trituraran las pasiones; y por ahí, de una y otra generación, todas rondando el 900, andan Menéndez Pidal, Juan Ramón Jiménez, Ortega y Gasset, Pérez de Ayala, Polifemos literarios muchos de ellos, cuyo nombre podría ser el que Ulises quiso darse a sí mismo en su mística lucha con el cíclope. Que así es de implacable la vida.
Baroja, animador de tanto tipo recio, confesor de sí mismo en las corroídas páginas de Juventud, egolatría, se nos presenta ahora destilando conceptos. Desde luego, sobre la guerra española. es un poco doloroso verlo dar traspiés conceptuales, en el afán de no ceder en palabras, cuando es hora de ceder en generosidad y justicia. Qué piensa el novelista de Zalacain de esta tremenda guerra que desangra a España? No, pensar no es la palabra. qué siente. acaso también sería mucho o distinto. qué ve? Baroja ve, y como todo veedor, descubre detalles antes que panoramas, y da primacía al pormenor sobre lo de conjunto. Así cuando habla de Durruti anarquista, amigo suyo concede sin igual importancia a que se salvó en Francia por una coincidencia de apellido y admite como buena la versión de su muerte, y recuerda episodios, pero no llega a la pulpa humana del insurgente temperamental que era, como Baroja, Durruti. Qué ve el novelista? Pues, novelas. Sus o rojo de Baroja se decide por lo negro. La incapacidad de matices del autor se advierte enseguida. Se queja de la crueldad, y la comete.
Protesta contra la tiranía de las masas, y pretende la tiranía de una espada. Ataca al anarquismo, y se muestra incapaz de jerarquía, salvo la impersonal del sable. Ama la libertad, y ataca a los que la buscan. Detesta la opresión, y aboga por los que la implantan. En este fandango de contradicciones asoma la urdimbre neta de lo hispano: individualista, antijerárquico, deliberador, a menudo cruel. La contrapartida está en el heroísmo, en la altivez, en la originalidad creadora, en el fervor. muy a menudo en el desinterés.
Pero, si este aspecto político despierta resistencia por su inhumanidad y capricho, los apuntes sobre arte y economía tienen una pintoresca atrabiliaridad. Por ejemplo, asegura que el latifundio es propio de los climas secos, cuando en climas húmedos verbigracia mucha parte de la sierra andina el latifundio conserva su corte de feudo medioeval. Asevera que los cañonazos no tienen nada que ver con la literatura. Ruskin afirmaba que todo gran arte proviene de una guerra y llama extravagancias y estupideces al cubismo, el dadaismo y el superrealisPio Baroja mo, cuyos lados estridentes no impiden que los (1934)
tenga fecundos. Confunde señorío feudal con nobleza, como si no hubiera plebeyos que son señores feudales, ya que la esencia de ésta es económica. Plantea una personalísima teoría del acropolis contra la ciudad baja, simbolizancuadros están construídos, como siempre, con do en ello a Madrid contra Barcelona, no obsbrío, con ese contradictor embrujo que, en lo tante de que Madrid resulta el reducto de lo conceptual, llevó al conceptismo muchas veces a que él llama ciudad baja. Taja perentorio Unamuno, y que, en lo descriptivo, lleva al caos, que el psicoanálisis no ha servido para nada.
al admirable caos fecundo, a Baroja, el más Etcétera. Pero estos son caprichos de Baroja. Se ruso de los novelistas españoles contemporáneos, le exalta el novelista, el caudillo irrealizado que y, por eso, el que más detesta el régimen ruso lleva dentro, y no vacila en culpar, exclusivaactual, por ser leal a su sino anárquico que, una mente siempre exclusivamente a los obreros paradoja y una consecuencia más, detesta a los del cierre de casas editoriales españolas, sin reanarquistas porque él es uno de ellos. Enredo cordar que en el caso de la CIAP, por ejemplo, todo este que podría resolverse con el adverbio podría trasladarse la responsabilidad a gerentes dialécticamente o con una pajarita de Una dadivosos e imprevisores, como se evidenció en muno.
la propia declaración de la cała y en la adhe Nosotros no tenemos en España un enemi sión de los autores, todos superabundantemente go, sino dos: los blancos y los rojos, que cada y por adelantado satisfechos en honorarios de cual a su manera quiere hacer nuestra completa obras que a veces pensaban recién escribir.
felicidad metiéndonos en la cárcel. dice Baro Pero, un libro de Baroja sin estrellarse contra ja, a lo que en otro lugar añade: en estos algo es inadmisible. Ayer, contra América. Hoy momentos soy partidario de una dictadura mi contra la realidad visible. La invisible tiempo litar que esté basada en la pura autoridad y ha anda en juego. Pero, por sobre todo, camque tenga fuerza para dominar los instintos pea su fuerza, su agilidad conceptual, su ardenrencorosos y vengativos de la masa reaccionaria tía y también, su gracia, a contrapelo, pero de y de la masa socialista y que esta pacificación todos modos gracia hombruna, arriscada, grula haga no como el lengendario Orfeo con la ñona, pero gracia y gracia cabal.
lira en la mano, sino con el filo de la espada.
De donde se deduce que el extremismo blanco LUIS ALBERTO SANCHEZ Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica