202 REPERTORIO AMERICANO De los niños Y, cuando está en silencio, vuestro corazón no cesa de oír los latidos del suyo, pues todos los deseos y todas las esperanzas nacen y se comparten en la amistad con una alegría sin palabras, ni voces. Cuando os alejéis de vuestro amigo, no experimentéis pena alguna, pues lo que más amáis en él puede presentarse con más claridad en la ausencia, así como, desde el valle, la montaña se presenta más nítida para aquél que intente escalar sus faldas. No permitáis la existencia de ningún propósito en la amistad, si no es el de ahondar en los espíritus, pues el amor que no busca sino el despliegue de su propio misterio, no es tal amor, sino una red que se arroja para recoger lo inútil. Reservad lo mejor para vuestro amigo. Si él debe conocer la menguante de vuestra marea, permitidle conocer también la creciente. Pues ¿quién es vuestro amigo para que le condenéis a contemplar vuestras horas muertas. Hacedlo mirar vuestras horas plenas de vida, porque a él corresponde satisfacer vuestras necesidades, pero no vuestra vanidad. que en la dulzura de la amistad haya risas y placeres compartidos, porque en el rocío de las pequeñas cosas, el corazón encuentra el frescor de sus mañanas. una mujer que sostenía su hijo contra e!
pecho, pidió: Háblanos de los niños. el dijo. Vuestros niños no os pertenecen; no son vuestros Son los hijos y las hijas del anhelo mismo de la Vida. Ellos vienen a través de nosotros, y, aunque estén con vosotros, no son vuestros. Podéis darles vuestro amor, mas no vuestras maneras de pensar, pues ellos tienen sus propios pensamientos. Podéis albergar sus cuerpos, pero no os está permitido encasillar sus almas, pues ellas residen en los hogares de mañana, que vosotros no podéis visitar, ni siquiera en sueños. Podéis esforzaros en ser como ellos, mas no tratéis de hacerlos a vuestra semejanza, pues la vida no retrocede ni se detiene en los ayeres. Vosotros sois el arco del cual vuestros hijos, como flechas vivas, serán disparados. El Arquero busca el blanco en los senderos del infinito y os dobla con su poder para que las flechas vayan suavemente y lejos. Entregad vuestra cuerda alegremente en manos del Arquero, porque, así como gusta del vuelo de las flechas, así también le placen la quietud y la firmeza del arco.
De la enseñanza Entonces, se presentó un profesor, y dijo. Habladnos de la Enseñanza. el Maestro afirmo. Ningún hombre os puede afirmar nada, si lo que os va a enseñar no yace semidesnudo en la aurora de vuestro saber. El profesor que, rodeado de sus discípulos, pasea por la sombra del templo, no da su sabiduría sino, más bien, su fe y su afecto. Si es en verdad, sabio, no os arrastrará al hogar de su saber, sino que, mejor, os guia.
rá al umbral de vuestro espíritu. El astrónomo os puede hablar de su concepción del espacio, pero no podrá jamás daros su entendimiento, su comprensión. El músico puede cantaros siguiendo el ritmo que hay en todos los espacios, pero jamás os dará el oído que coge el ritmo, ni la voz que, como un eco, lo refleja. el versado en las ciencias de los números os podrá contar mundos del peso y de la medida, pero nunca será capaz de llevaros hasta allá. Todo esto sucede, porque la visión de un hombre jamás presta sus alas a la de otro. así, como cada uno de vosotros permanece solo en el conocimiento de Dios, así también cada uno de vosotros debe ser solo en su conciencia de Dios y en su modo de entender el cosmos.
Historias breves Colaboración San José de Costa Rica y marzo de 1939 Memorización interrumpida ca pensó en ofender al presuntuoso, quien sin importarle gran cosa la niña, proseguía la deJuan, el hojalatero, era de todo: albañil, mostración de su habilidad. María quiso acorcarpintero, soldador, politiquero y mentiroso. darse del sobrenombre y le grito: ChichaSobresalía en memorización. Con la misma fa rrón. Luciano volvió la cabeza y murmuro: cilidad retenía un discurso que la medida vi Tocino, Chicharrón. Ya son dos. abansual de un objeto. estas sus hazañas que lo donó el salón de patines.
habían hecho orgulloso y que refería tan a menudo, se las creía y admiraba sólo Juana, Mi viaje al volcán Poás su esposa.
Un día fué llamado por una vecina para Lo que resulta agradable y a la vez ocasional que le cambiara el vidrio a una ventana. Siy coincidente, nos embarga el ánimo de mayor guiendo su costumbre, no llevó consigo ninsatisfacción. Por eso es que nuestra imprevista guna medida. Repetía él: Todas están contevisita al volcán resultó tan placentera.
nidas en mi cabeza. Juan miró el tamaño de vidrio que necesitaba, cerró un La oscuridad de la noche, la emoción produmomento sus ojos y la dimensión quedó grabada en su cerecida de antemano con la vista del cráter del bro. Después, previniendo, colocó sus dos ínPoás, nos impedía ver lo cómico de nuestra dices en los extremos del marco de la ventana, situación. Ansiaba cada cual obtener el mejor y sin cambiar la posición de sus dedos, se dicaballo, sin acordarse de que el que mucho esrigió a la ferretería para obtener el vidrio de coge lo peor se lleva. y yo, que no tuve tiemseado. En el camino se encontró a un chico que po suficiente para escoger mucho. no me llele hizo la siguiente pregunta. Juan. por qué vé lo peor. Bendita Providencia!
llevas dos de tus dedos en alto? No impor El frío de la noche estimulaba a varios y tunes a los trabajadores, contestó. continuo hacían correr sus caballos. Otros iban lentamensu ruta. Una vez adquirido el vidrio, una son te, pensando que la temperatura sería igual carisa de satisfacción iluminó su rostro. Presu balgando despacio o apresuradamente, y uno, roso se dirigió a terminar su trabajo. Con gran Manuel, se detuvo en medio del camino a endesaliento notó que el vidrio resultaba dema cender una hoguera para calentarse pies y masiado grande. Tristemente, sin noticiar a la nos. Al reflejarse la burla en el semblante de dos dueña, marchó a su hogar. En el trayecto logró compañeros, Manuel, sin mayor preocupación, averiguar por qué había fallado su retentiva, dijo: Qué caramba, en mi país siempre que y así dijo a su esposa enfurecido: sentí frío encendía una fogata. Ríanse si quie ¿Sabes tú hasta cuando el trabajador ac ren.
tivo podrá hacer sus cosas bien?
Maltrechos y optimistas unos, que jumbro ¿Hasta cuando. dijo Juana.
sos y con buenas bestias otros, arribamos al Hasta que no haya en el mundo chicos volcán. Hubo minutos de silencio intercalamolestos que lo interrumpan en medio de su dos con expresiones en los que cada cual apretrabajo.
ció a su modo la belleza imponente del cráter. Juana lo creyó.
Este agradecido o enfatuado, nos maravilló con más de quince erupciones. Durante nuestra ¿Tocino o chicharrón?
estada en la laguna imperó la cordialidad.
De regreso, yo, pensando en la ley de la Luciano llevaba por sobrenombre Tocino. compensación, resolví ayudar a mi bestia camiEra éste un chico fatuo, habilísimo y con mag nando y jalándola por la rienda una gran parníficas cualidades que sólo él mismo conocía. te del trecho, Manuel, el de la fogata, creía Tocino le gustaba patinar, y para hacerle estar sobre el mejor corcel y lo definía con justicia, lo hacía bastante bien.
cierta actitud orgullosa. Al ver que yo venía Cierto día patinaba en un salón público. Al a pie, tuvo compasión discreta y dijo sonriénnotar que varias personas lo miraban, puso to dose maliciosamente: No hay como cabalgar da su alma en hacerlo de una manera excepcio sobre un buen caballo. Instintivamente obser nal, pero sin abandonar el aire de presunción vé el animal que con la boca abierta apenas si que le era peculiar. María, una chica que no trotaba al paso del peaton. Puedo hacerlo cosabia quién era el patinador, oyó que decían: rrer, si quisiera. dijo Manuel. Mas no lo hizo. Ese es Tocino. Se merece el apodo. Lucia Total: el buen jinete y yo llegamos a San Peno, seguro de que hablaban de él, corría y daba dro de Poás al mismo tiempo. Una vez en el vueltas con tanta ligereza hasta que tropezan carro, yo era la que me sonreía meliciosamente do con María la hizo caer. En el suelo, la chi cuando miraba a Manuel.
De la amistad un mancebo pidió. Decidnos algo de la Amistad. él condescendió. Vuestro amigo es la satisfacción de vuestras necesidades, el campo que sembrasteis con amor y cosechasteis con gratitud, vuestro hogar y vuestra mesa.
Al amigo acudís con vuestra hambre y en busca de vuestra paz.
Cuando él os abre el pecho, no teméis a las negativas, ni hacéis nada por mantener las afirmaciones. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica