1Repertorio Americano EXTERIOR: EL SEMESTRE: 50 EL ANO: 00 o. am.
EDITOR: GARCIA MONGE CORREOS: LETRA TELEFONO 3754 En Costa Rica: Suscrición mensual (2. 00 SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA El suelo es la única propiedad plena del hombre y fesoro común que a todos iguala, por lo que para la dicho de la persona y la calma público, no se ha de ceder, ni fior a otro, ni hipotecar jamás. José Marti.
Giro bancario sobre Nueva York a El muchacho había crecido sin arranques de buen jornalerto.
Un día se puso a meditar el leñador, dándole vueltas al puro en la boca y rascándose la oreja derecha.
Planeó el asunto y se acostó tranquilo.
Amaneció el otro sol y el leñador se llevó el hijo a la montaña. Allá les dieron las doce y el padre le dijo al mozo. Te dejo la mula para que llevés la leña.
Si me coge la tarde y no vuelvo, llamás a Arbi.
trio para que te ayude a cargar.
El consentido mocetón se quedó silbando, cuebrando palitos secos, arrojándole piedras al rio, viendo pasar las nubes. las tres el mozo comenzó llamar. Arbitrio, Arbitrio!
Deseando hacerse escuchar mejor, subió a un árbol y desde ahí. Arbitrio, Arbitrio!
Arbitrio no llegaba y eran las cuatro de la tarde.
El mozo le tuvo miedo a noche y trato de cargar la mula. Probó dejar un tercio en la cima del aparejo, pero el tercio no se detenía.
Al fin se le ocurrió buscar una horqueta, en ella hizo descansar el bulto pegado al aparejo, llevó al otro lado el otro y lo mancornó. Encima de ambos tercios puso leña hasta completar el sobornal.
Floja, aguadona cual Narciso la carga, pero llegó a la casa.
En la puerta aguardaba el padre al hijo. Ya venís, hijo. Sí, padre. Llegó Arbitrio. No, señor. Lo llamé varias veces, me subi al roble y desde éste le gritaba. cómo cargaste la mula?
Explicó Narciso, lo abrazó el padre y le dijo. Ese es Arbitrio, hijo mío; resolver ún) las dficultades y no dejarse vencer.
Niño indio Dibujo de Siqueiros Erase una vez. Rincón de los niños)
Tres cuentos de mi tierra ataqueña Al Lic. Don Carlos María Jiménez, en cuya finca, siendo yo peón, viví como persona, gracias a la generosidad de tan distingudo caballero.
III El Doctor sin cuidado cuenta reales que presto; dos que pago; dos para la mal agradecida; dos para mí.
El Rey y el herrero Hombré. cómo es la cosa? Dos que presto, dos que pago No entiendo Había una vez un herrero que tenía su taLa es clara, señor rey: dos que ller cerca del palacio del rey.
El herrero madrugaba a golpear el yunque presto son para el hijo, el que tal vez me alimente cuando yo sea viejo. Los que pago son y a mejar el hierro.
para mi madre, a la que mantengo en pago El rey, a fuerza de escuchar el martilleo del de lo que me sirvió cuando fui niño. La mal herrero, puso atención.
agradecida es mi mujer.
Le fue grato al principio el repique incesante. Hombré, te voy a enriquecer. Mañana les pero luego se fue aburriendo y un dia llamó al pongo la adivinanza a unos ricos y te los manherrero.
do para que los saqués de apuros; eso sí. Hombré, ya me tenés enfermo con esa tu fragua. De mañana empezás el trabajo, y es me le cobras diez mil pesos a cada uno, ni un centavo más ni un centavo menos. No adivinés de noche y vos dándole al yunque. Debés de te de fiado.
ner mucha plata guardada, por lo cual te orEn efecto, el primer sentenciado por el rey ceno dejés el oficio.
averigué que ell herrero adivinaba. donde el. Señor, no puedo. Soy demasiado pobre herrero fue, dejó los diez mil pesos y regresó porque todo lo que gano me lo gasto. Aguanfeliz con las respuestas. El rey fue perdonando to hambre si dejo de trabajar un dia.
a cada señor, y cada señor ayudó al herrero. cuánto ganas?
con diez mil pesos.
El herrero se hizo rico en pocos días y vi ¿Y no te alcanza?
vió feliz No, señor.
II Seguramente derroshás demasiado, pues tu salario es grande.
Arbitrio No malgasto ni un centavo. Entonces?
Este era un leñador que tenia un hijo algo Vea, señor, como distribuyo el peso: dos flojón y aguadote, Había una vez un rey pendenciero y malo, voluntarioso y cruel.
Paseaba una tarde por las calles de la ciudad y se halló un rótulo que decía: Doctor Sin Cuidado Leyó el rey y se le metió en la cabeza que aquel rótulo era un reto a la autoridad real.
Hizo anotar la dirección y al día siguiente lamó al galeno.
Llegó temblando el médico.
Con que usted es el Doctor Sin Cuidado. un personaje que no le teme a Dios ni al rey y se atreve a desafiar públicamente mi poder. Doctor sin Cuidado. Ajá. Sin Cuidado. Majestad, es mi apellido. Hace siglas viene sucediéndose de padres a hijos, hasta llegar a mí. No tengo la culpa de ser Sin Cuidado. Pues bien, yo lo enseñaré a vivir Con Cuidado. Majestad. Silencio. Le voy a poner tres adivinanzas, y si no adivina, penas de la vida.
Oiga bien. Cuántos quintales pesa el sol. Cuánto valgo yo. Posa a la página anterior. Un peso. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica