AntifascismMarxismSocialismSocialist PartyTotalitarism

REPERTORIO AMERICANO 111 Fernando de los Ríos. Viene de la pagina 100)
ción. Es así, internando al hombre en sí mismo, como puede renovarse la intima y pura alegría de! vivir y conseguir que retornen a los nidos del ideal anhelos hoy sin hogar. Es, pues, el socialismo así concebido un modo de refrescar y espiritualizar las almas y, a causa de ello, una forma de abrir cauce dilatado al sentimiento, hoy soterrado, de la religiosidad de vivir.
Esta concepción del socialismo discrepa, sustantivamente, en la metódica y en su fundamentación teórica de la concepción marxista, a la que juzga lastrada por su objetivismo mecani.
cista y económico. No es ésta la oportunidad de discutir este punto de vista ni mostrar, como prueba en contrario, que la formulación de la plusvalía posee un hondo contenido ético y que el socialismo científico conlleva una filosofía de los valores de insospechada riqueza ideal. Baste decir que, sobre los reparos que pudieran hacérsele a la dirección humanista del socialismo, encabezado por Fernando de los Ríos, ésta propone una visión original y específicamente española del problema básico de nuestra época. porque así lo entiendo, la he recogido en uno de los capítulos de mi Programa de Historia de las Doctrinas Sociales, que presentaré en el Concurso Oposición convocado en nuestra Universidad para cubrir dicha cátedra.
La posición y la conducta de Fernando de los Ríos en la vida política de España es sobradamente conocida en estas latitudes. Militante del Partido Socialista Español desde sus años juveniles, la dictadura pretoriana y montafaz de Primo de Rivera lo contó entre sus más denoda dios y primeros adversarios. La juven.
tud universitaria española tuvo entonces en Fernando de los Rios a un profesor de Derecho Político que predicaba con el ejemplo. No se puede enseñar la ciencia de la gobernación en el silencio del aula cuando el desgobierno rige afuera. La lección fue admirablemente asimi.
iada. el Derecho Político fue disputado en la calle estremecida, a los que, apoyándose en las bayonetas, no reconocían otro derecho que el que dimanaba de la fuerza. Al establecerse la República en España, Fernando de los Ríos fue llevado por el Partido Socialista a los cargos de mayor responsabilidad y representación oficiales. La guerra fascista de invasión, desatada el 18 de julio de 1936, lo encontró en su puesto de siempre. en ese puesto ha permanecido sin vacilaciones ni reservas. Designado embajador de la República española en Washington, a la actividad infatigable de Fernando de los Ríos se debe, en gran medida, la honda resonancia popular que ha suscitado en Estados Unidos la causa de la independencia española. ha puesto toda su voluntad y todo su fervor en obhener, del gobierno de Roosevelt, que se levante el antidemocrático embargo de armas decretado por éste contra el pueblo español.
Este es, en junto, el hombre que, invitado por la Asociación de Auxilio al Niño del Pueblo Español. vuelve a Cuba de nuevo y trayendo esta vez, en su espíritu y en su voz, la voz y el espíritu de España. La palabra de Fernando de los Ríos se levantará ahora, ante un arremolinado enjambre de cabezas, en los terrenos de La Polar, la arena antillana del antifascismo, donde los miuras de la barbarie corporativa y del absolutismo totalitario, han recibido, en toreos de masa, banderillazos de fuego y estocadas a fondo. se levantará, asimismo, para evocar el másculo perfil revolucionario de Pablo de la Torriente Brau, en la colina universitaria, baluarte irreductible y glorioso de la nacionalidad cubana. oir a Fernando de los Ríos, al profesor ilustre para quien la ciencia es cosa de conciencia y la ejemplaridad civil conciencia de la ciencia, irán fraternalmente confundidos, cubanos y españoles, sabedores todos que el destino de España es también nues.
tro destino.
Erase una vez. Viene de la página final)
MAX JIMENEZ נכ נם NASCIMENTO rón y lanzó un grito. En el aire brilló un pece que iban Lapkin y Anna Semenovna allá iba él cito verde y plata.
detrás. No los dejó solos ni un momento. Dios mío. Ay. Pronto. Se ha soltado. Granuja! decía Lapkin, rechinando los El pez se desenganchó del anzuelo, saltó sodientes ¡Parece mentira que siendo tan pe.
bre la hierba y, ipaf. otra vez al agua. Lapqueño sea tan granuja. Qué será de él cuando kin, al perseguirlo, en lugar del pez, cogió por crezca. casualidad, la mano de Anna Semenovna, y por Por todo el mes de junio no dejó vivir en paz casualidad la llevó a sus labios. Ella la retiró, a los enamorados Los amenazaba con descubrirpero ya era tarde. Los labios se fundieron, por los, los perseguía y no hacía más que exigirles casualidad, en un beso. Todo aquello resultaba regalos; todo era poco para él; llegó hasta peuna pura casualidad. Tras el beso siguió otro, dir un reloj de bolsillo. qué les parece a y luego mutuas promesas. Felices momentos! ustedes? No tuvieron más remedio que promePero en esta vida terrena no hay dicha comple. terle que se lo comprarían.
ta. La dicha lleva, generalmnete, un veneno den En una ocasión, durante la comida, se echó tro de sí misma, o se envenena con algo que a reír de repente, guiñó el ojo y preguntó a viene de fuera de ella. Así pasó en esta ocasión. Lapkin Cuando los jóvenes se besaban oyóse de pronto. Lo digo. Eh?
una carcajada. Miraron al río, y quedaron coLapkin se ruborizó extrañamente, y en lugar mo petrificados: metido en el agua, hasta la del pan, se metió la servilleta en la boca. Anna cintura, estaba un chico desnudo. Era Kolia, el Somenovna se levantó de la mesa y se refugió colegial, hermano de Anna Semenovna. Estaba corriendo en otra habitación. En tal situación en el agua, mirando a la pareja y riendo mali.
se hallaron los enamorados hasta fines de agos.
ciosamente.
to, hasta el mismo día en que, por fin, Lapkin. Aaah. Están ustedes besándose? di.
pidió la mano de Anna Semenovna. Oh qué jo Pues muy bien ¡Se lo diré a mamá!
día aquel tan feliz! Después de hablar con los Supongo que usted, como hombre honra.
padres de la novia y haber obtenido su confordo. murmuró Lapkin, poniéndose rojo. Es midad, Lapkin, ante todo, se fué corriendo al muy feo espiar, y chismorrear es todavía peor; jardín y buscó a Kolia. Al encontrarle le faltó es algo bajo y trivial. Supongo que usted, co poco para echarse a llorar de entusiasmo, y aga.
mo hombre noble y honrado.
rró al chico por una oreja. Anna Semenovna Deme usted un rublo y no diré nada dijo llegó asimismo, buscando a Kolia, y le agarró el hombre honrado si no, lo cuento de la otra oreja. había que ver el deleite que Lapkin sacó del bolsillo un rublo y se lo dió expresaban los rostros de los dos enamorados a Kolia. Este lo apretó fuertemente en su puño cuando Kolia lloraba y guplicaba. mojado, lanzó un silbido y echó a nadar. los Queridos míos, angelitos míos, hermani.
jóvenes, ya por esta vez, no se besaron más.
tos míos, no lo volveré a hacer más. Ay, ay, perdón. Al día siguiente Lapkin trajo de la ciudad a Kolia una caja de pinturas y una pelota, y su luego ambos confesaron que durante todo el tiempo que había durado el noviazgo nunca hermana le regaló todas sus cajitas de píldoras.
experimentaron tal felicidad, tal dicha, como Después tuvieron que regalarle los gemelos con cabecitas de perro. Todo aquello, por lo visto, en aquellos momentos, cuando le tiraban de las le gustaba mucho al travieso niño, y para oborejas al chiquillo travieso.
tener más comenzó a perseguirlos. Dondequiera ANTÓN Chejov (Focsimil de la portada)
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