REPERTORIO AMERICANO 379 La bruja (Cuento de Navidad)
Envío del autor una El padrecito de la parroquia agreste de El padrecito oyó aquello con alguna Santa Rosa va por los caminillos de la preocupación porque la tal viejecita venía montaña con el grupo de niños del ca de la montaña y no podía haber escutecismo bañándose en sol y sombra y chado lo que él dijera antes a los niños.
perfumes montañeros extraordinarios. Uno Detrás del grupo sonó algo y todos de los niños dice: volvieron a ver. Detrás de ellos estaba. si nos salieran las brujas? Lo dice un monte, el cual se abrió como si seCamino a la Iglesia de modo que su expresión impresione a pararan dos grandes puertas. Todos los (En México)
los demás y produzca temor colectivo. niños y el padrecito se pusieron de pie El padrecito, casi indiferente, pero con amedrentados. De la profundidad salieron invisibles, seguramente de delicadas mavoz un tanto nerviosa hace observar: dos grandes pájaros muy ceremoniosos nos les trajeron vestidos adecuados de Déjate de tonterías: Eso de las bru que hablaron con una voz suave y como una materia que se dijera que era de jas son cuentos de viejas. Nunca han musical: piedras preciosas reducidas por mágicas existido. La Reina de la montaña os invita a artes a hilos finísimos. volvieron a ser allá va el grupo por los caminillos visitarla.
llevados frente a la reina, la cual ya no arriba, mientras al paso los raros perfu El grupo vaciló un momento, pero la era una rosa encendida sino como un mes de la maraña se despiertan como viejecita, poniendo su carga de leña sobre astro de la tarde, por su limpidez y seseres misteriosos a quienes agita la cu la yerba, les dijo: renidad. el astro dijo: riosidad. Arboles, lianas, bejucos, todo Entrad, no tengáis miedo, y en todo Llevadlos al fuego que santifica.
entremezclado harmónicamente como si caso os acompaña el padrecito. seres invisibles, otros que parecían las plantas tuvieran una amable inteligen Pero seguramente el padrecito tenía ser de distinta naturaleza que todos los ancia. Al llegaron a un plano cubierto menos confianza que los niños, ingenuos teriores, los condujeron a una cámara en por una yerba espesa y florecida. Tenía y sencillos por su ignorancia.
el centro de la cual había como tonos de verde claro, de plata y de oro, Entró el grupo por el espacio que hoguera palpitante y del seno de esta con manchas de púrpura como si alli dejaron las puertas enormes y al pasar hoguera surgía constantemente como un hubieran celebrado un sacrificio los seres el último de ellos, éstas se cerraron de canto. pesar de que los niños y el de la montaña a los dioses antiguos. nuevo. Pero en vez de una oscuridad padrecito de la parroquia tenían sus te Aquí sentaos dijo el padrecito y el como lo temieron al principio, se hizo al mores, fuerzas poderosas los empujaron grupo de muchachos se acomodó sobre rededor de ellos una claridad de oro. hacia la hoguera y ésta los devoró a aquella felpa suntuosa con un sentimiento Dejaron de caminar. Es decir, sintieron todos, como si fuera un monstruo, pero de gratitud y de deleite indecible. El cielo que ya no caminaban, sino que se des inmediatamente se apagó como si hubiera abría espléndidamente las alas de zafir. lizaban como sucede a veces en ciertos soplado sobre ella un viento tempestuoso Todo parecía inundado en una claridad sueños. Se deslizaban como en un aire y el grupo estaba en el centro del salón de fiesta. Allá hay otras montañas, más sonoro en un espacio inmenso. Por fin y fueron luego conducidos a otra cámara cerca las barrancas, talvez los abismos, y llegaron a una inmensa gradería de pie que estaba cercana a ésta y era la cámara en el fondo de esto el río. venía des dra, blanca como mármol. Pero no era de los espejos y estos espejos se dijera de allí una como sensación de un ruido de mármol sino como hecha de espuma. que eran como almas inmaculadas. ellos profundo. Es la voz del río.
Al pie de la escalinata había como una se vieron en estos espejos y se enconPor el caminitc abajo viene una viejeci alfombra formada por millones de esca traron bellos, hasta el padrecito de la lla con una carga de leña menuda sobre rabajos de oro. Sobre esa alfombra se parroquia de Santa Rosa. finalmente, sus hombros.
sentaron ellos a la manera oriental y la así bellos como estaban fueron llevados. Una viejecita! gritan los niños. alfombra rápidamente se levantó mientras pero ahora no por seres invisibles sino El padrecito la veía acercarse y no pudo se escuchaba el ruido de los hélitros de por un grupo de vírgenes, vestidas con ser ajeno a una impresión de temor. Pero los escarabajos. pronto llegaron a una túnicas de una resplandeciente blancura, no atinaba quién podía ser aquella vie inmensa puerta que no parecía de metal frente de la reina. La reina ya no era jecita. El conocía a todas las gentes del sino hecha de millones también de ojillos como una rosa o como un astro sino vecindario y se sabía los nombres de como de pájaros que resplandecían aun que era una también bellísima mujer, más todos los viejos. Pero aquella viejecita haciendo fuerte claridad de sol. Talvez la que una mujer, una diosa, pero sus ojos no era ni Ursula, ni Ramona, ni Luisa, ni misión de estos ojitos de la puerta era eran como inmóviles.
Anacleta. se acercó a ellos la viejecita, la de ver a larga distancia para evitarse la reina les dijo. Ahora que sois con su carga de leña.
en el palacio el uso de soldados. Se abrió dignos de verme, os daré un secreto para Buenos días. dijo a todos con una la puerta lentamente y el grupo se en cuando regreséis a vuestra aldea: amad voz muy delicada. Acaso no se fijó en contró en un vasto espacio iluminado por la belleza y seréis felices.
el hecho de que allí estaba el padrecito árboles cuyos frutos eran lamparitas de como estaban preparados para ello de la parroquia de Santa Rosa, o no quiso variados colores. Pero no era un jardín comprendieron fácilmente el sentido de fijarse. Todos contestaron también ama sino un salón y los árboles eran de esa expresión.
blemente.
adorno. Luego fueron conducidos a la La reina ordenó que los llevaran a una. Qué bien, dijo la viejecita y continuó: cámara de la reina y la reina no era mu torre desde la cual se ve el mundo y así ¿habéis venido a pasar la mañana con mis jer o una divinidad sino una rosa bri fué. Desde lo alto de la torre vieron el señores árboles? dijo esto de mis se llante también como de luz, pero de una inmenso mundo y lo encontraron bello.
ñores árboles con cierta solemnidad, como luz amable y acariciadora. la rosa pa Pero uno de los niños dijo: las ancianas de la parroquia hablan del rece que dijo. en donde está la aldea de Santa Rosa?
señor Arzobispo.
Allí estaba el lugar donde antes era la Se quedó en frente de los niños con purificación aldea de Santa Rosa. Era ahora una gran su carguita de leña menuda, y uno de el grupo fue llevado ahora por seres ciudad, de enormes palacios y de amplias éstos, bastante audaz por cierto, le pre invisibles a un departamento en el cual calles por las cuales trajinaba mucha gente guntó: había una piscina y el agua no tenía el y corrían lujosos carruajes. No hay por aquí una bruja? color de nuestra agua, sino como el color. por qué eso? preguntó otro niño. No recordáis lo que os ha dicho ya de la luz de las estrellas y fueron sumer una de las vírgenes contestó: el padrecito? Las brujas son cosa de otro gidos todos en esa agua y sus cuerpos Porque hace dos mil años estaba allí tiempo.
se hicieron luminosos también. Pero seres vuestra aldea. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica