200 REPERTORIO AMERICANO Réplica amieliana al Dr. Marañón De El País. La Habana. Envío del autor. TRAVES DE UN ALMA TUNEL DE nuevo ha sido estudiado el Diario de Amiel y esta vez el análisis, en dos direcciones, pertenece a un americano, el quiteño Juan Pablo Muñoz Sanz. Un indolatino dice él quiere hablar de un suizo: peregrina iniciativa equiparable a la del calvinista de Ginebra persiguiendo la sombra de Atahualpa o las cotizaciones del café brasilero; y peor aún si el hombre comentado es el menos representativo, al decir de implacables detractores, de su país y su raza.
Porque, en efecto, el libro de viene a dirimir diversas cuestiones en torno a este aristócrata solitario, a este filósofo de la misantropía discutido e interpretado de mil di.
versos modos; sonámbulo que en su propio país gozó de escasa reputación y al cual sus contemporáneos letrados tenían en más como persona afable y retraída que como escritor de mérito ostensible, cosa que, después de todo, no era en tal grado tampoco.
Treinta años de sueños vacilantes, de morosos vagares, de deseos insatisfechos de irresoluciones y desarmonías, plasman en el espíritu del melancólico profesor una arruga tremenda, no las arrugas de la ciencia como él cree, sino la patética rugosidad de lo impermeable.
Amiel es un espíritu cerrado en espiral sobre sí mismo, cuyo propio paisaje interior se torna espejismo y desesperación; aridez definitiva que lo lleva a un ocaso prematuro y lo acerca sin piedad al diálogo entre el alma y el Rey de los Espantos.
Pero lo que hace de este libro una cosa sobremanera vivaz es su condición pugnatriz a las ideas que el Dr. Marañón sustentó en famosa obra sobre el mismo personaje. Nuevos puntos de vista vienen a limpiar la nébula que el médico español no osó barrer del cielo de este caso clínico; cierto moralismo gazmoño, ciertas sindicaciones equívocas son echadas a un lado con limpia elegancia y Enrique Federico Amiel toma su sitio preciso en la escala de los valores estructurados.
TAL AL escritor que ha visto como hay almastúneles que se deben cruzar para ver a luz nueva el horizonte galvaniza con los reflejos de su linterna indagadora una familia de espectros mentales típicamente errabundos. Son los fantasmas interiores, los lémures de la conciencia vigilante que trafican en el comercio de las emociones. he aquí el mérito de esta observación insuperable: tomar cada sujeto huidizo, cada ente fugitivo e incorpóreo e irlo fijando con diagnóstico certero de las cuatro puntas de sus síndrones habituales. El potencial de la fauna psíquica amieliana y su coeficiente arman buena parte de las páginas del Glosario.
Libro artillado de este modo no puede correr aventuras difíciles, sino abocar con precisión a confirmaciones clínicas. Egocéntrico excepcional apunta Amiel reacciona frecuentemente siguiendo un ritmo de compensaciones, bien definido por el mismo Yung, con alardes francamente extravertidos: es la característica propia de la actividad consciente y de la inconsciente con sus mutuos reflejos. Es innegable le existencia de corrientes profundas que comunican la introversión con la extraversión. En el intelecto, en el espíritu de Amiel predomina el introvertido caracteristica general para todo el sexo masculino, mientras en el alma, en los sentimientos y hasta en los sentidos obra la extraversión, solicitada por el mundo ambiental.
Todo ello no quiere decir más, en definitiva, que Amiel es un divorciado ilógico de su motor de acción y de su motor de sensación, un inhibido de calidad; pero para llegar a ello el estudioso ecuatoriano recorre una órbita de sobresaltos amielianos interminable, enfoca una serie de campos de observación alucinados, porque su larga etopeya, un poco fatigosa dice con grave modestia. reclama nuevos puntos de vista que coloquen aquella personalidad a plena luz científica lo consigue fácilmente con una riqueza de atisbos de primera mano, colectora de lejanos mensajes subconscientes, antena viva que engarza al vuelo la hibridez de un ser esquivo y huraño.
Enrique Federico Amiel Por Hornung (1852 Sul De cómo queda el alma que busca a través de esta larga peripecia nos dará razón desde el horóscopo floreal, muy oportunamente puesto en boca de una amiga, Bº, hasta ese toque de fon.
do en el subsuelo de la conciencia y de la historia amieliana: sus contínuos fracasos. Amiel va dando tumbos y no logra encontrarse en ningún recodo de su propio camino; tal diríase que sufre una limitación de su facultad locomotriz.
Temperamentalmente es un desastre cada paso que avanza y no hay segura cosa para él a menos que no sea ese manojo de angustias que, hortelano de su desesperanza, se propone cultivar a toda costa con alegre disposición. Caídas, más caídas, toda su senda le va pareciendo ya una evasión de contingencias predestinadas. no es así, acaso, como se sale más pronto de sí mismo, vale decir, como se alcanza elementalmente la mística?
REDESCUBRIMIENTO DE LO SUPRASENSIBLE en todo VALOR DE LA NUEVA TESIS DRUMU! tiempo el mundo. Si este conocimiento no existiera la vida habría cruzado como un re.
lámpago sobre la tierra, apagándose apenas surgida de las entrañas abisales. La mente universal vigila a través de las mentes individuales, incluso celulares. En el hombre la potencialidad de esa mente se agiganta, se bifurca en planos inferiores, medios y superiores. Es imposible cerrar los ojos frente a estas verda.
des. El genio. qué explicación tiene si no?
Lo inconsciente y lo subconsciente, lo consciente y lo superconsciente viven sus actividades propias, sin reclamar la fe de los seres en quienes actúan; su desarrollo, en cambio, es fruto de esa fe. La acrimonia de los sabelotodos o el asteismo de los escépticos no contribuye ni a la evolución individual de su protagonista, nipor suerte a la desaparición de tan maravillo.
sas fuerzas.
Tomando impulso desde este elástico trampolín Muñoz Sanz se lanza al redescubrimiento de lo suprasensible y de seguras brazadas se acerca a la profunda meta submarina. allí está el objetivo esencial de todo su buceo fructuoso. Ha de dar con él seguramente, ha de asirlo para la confrontación de sus dimensiones íntimas, ha de traerlo en triunfo a la superficie de las verdades probatorias.
Anastasio Somarribas ESTAS STAS nuevas reflexiones sobre la timidez, de Muñoz Sanz, se concretan en una réplica al Dr. Marañón que merece ser anotada, siquiera sea someramente.
En primer lugar, dice él, no hay tal desgraciado Amiel. Todo lo contrario: hay un Amiel, superhombre de la resignación, que cumple su destino con toda naturalidad, inmerso en su propia infelicidad subjetiva. Cómo se compadece ello? Veamos: Amiel era profundamente feliz a su manera y lo fué hasta el punto de alcanzar su colorario máximo: la tristeza. Lo que cuadra se añade aquí a un idealista genial que fué a la vez un hombre mediocre, habida cuenta que tales apetencias de sufrimientos le prometían una gloria hipotéticamente desmesurada.
Por otra parte, la teoría de la timidez por superdiferenciación sufre una quiebra a manos de razonamientos tras de los cuales se ve muy a las claras la figura de Philine haciendo mutis por el fracaso de la tentativa amorosa de su amado. Pues a pesar de que a nada se pudo llegar en tal materia, Amiel, indiferentemente, continuará constatando los hechos minúsculos que le acaecen todos los días, con la monstruosa senci(Termine la página 207)
Mariano Durán de Vars mo Fsta es la columna milioria del Rep. Amer, En ella escribiremos los nombres de los suscritores que por años de años, hasta el final de sus dias, le dieron su apoyo. Ricos de espiritu fueron. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica