Hitler

REPERTORIO AMERICANO SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA San José, Costa Rica 1939 Sábado de Diciembre Tomo XXXVI Núng 23 Año XX No. 879 En este número: Goethe. La ley de su vida.
Luis de Zulueta La Bella Durmiente de la Raza. Graciany Miranda Archilla El pensamiento vivo de don Julián Volio (y Carta abierta a Labrador Ruiz. Julieta Carrera Carta a Blanca Luz Brum. Norberto Pinilla Remigio Crespo Toral.
Augusto Arias Las astillas olorosas de Tala Lorenzo Varela El horizonte creador del hombre americano.
Carlos Monge Sonetos del Canadá Francés. Ortiz Vargas Correspondencia Historias breves Vera Yamuni Una imprenta diferente.
Juan Marinello Noticia de libros José Ortega y Gasset. Plutarco, fabricante de grandes hombres.
Enrique José Varona Goethe La ley de su vida Basta hojear los periódicos.
La otra Alemania Cada mañana, cada noche, el mismo tema grita en sus páginas con la estridencia de las grandes letras titulares. El discurso de Hitler. Las propuestas del Reich. Los avances del ejército alemán. Germania. Germania. Un libro de Gerardo Masur Hay una Germania guerrera con el casco de acero en la frente, el férreo guantelete en el puño, y la De El Tiempo. Bogotá, de octubre, 1939 coraza sobre la parda camisa, que, desde hace meses, años ya, ocupa el primer plano en el escenario del mundo. Cada día, en millones de hojas periodísticas resuena su voz, por todo el universo con acentos imperiosos, imperiales. Es la gran protagonista en el drama actual de la humanidad.
Las botas de sus soldados, marcando rítmicamente el paso, han desfilado triunfales por las avenidas de Viena anexionada, de Praga ocupada, de Memel some tida, de Varsovia sacrificada. Sus aviones, como águilas oscuras, volaron desde el Manzanares al Vís.
tula, desde el Báltico al Mediterráneo. Años hace ya que de las prensas alemanas, antes gloricsas. bajo la enseña de la cruz ganmada, no ha salido un solo libro de alto valor humano que haya hecho pensar a los pueblos.
Pero la espada de la fuerza les ha hecho temblar.
También ер otro tiempo la Alemania de la espada preocupaba a Europa. Mas con ella se identificaba otra Alemania, la de la filosofía, la de la poesía y la música, la del concepto y la belleza. Yo espero que la posteridad para la que escribo. decía FedeGoethe rico de Prusia en el Prólogo de (Cuadro de Stieler)
la «Historia de mi tiempo. distinguirá en mí al filósofo del principe y al hombre honrado del El sentir y el opinar político. El filósofo, el hombre, se esforzaba en introducir un poco de razón ideal en la razón de El sentir une a los hombres, y el opinar los separa.
Estado.
Aquél, algo sencillo donde nos encontramos; éste, una Hegel divinizaba al Estado: pero, para Hegel, lo supremo en el Esdiversidad en que nos dispersamos. Las amistades de la tado no era el mero poder, sino juventud descansan en lo primero; las discusiones de la la cultura, y la historia universal vejez, en lo último. Si nos diéramos cuenta de esto era el progreso de la conciencia de la libertad oportunamente, procuraríamos, al mismo tiempo que «La esencia del Estado. escri afinábamos nuestra manera de pensar, alcanzar una bía von Treitschke es, en primer lugar, el poder, y luego el poder, visión liberal del pensamiento ajeno, aun del contra.
y siempre el poder.
puesto; así nos haríamos más tolerables, y el sentir der. para Treitschke, debía ser am trataría de juntar lo que el opinar había desquiciado.
paro de la libertad política y de la libertad personal. De GOETHE, Jacobi, 1913. Hoy, todo esto ha pasado ¿Quién osaría hablar de libertad allí, bajo la espada de la fuerzal. Dónde está, pues, la otra Alemania, la libre, la inmortal, la idealista Germania de los poetas y los pensadores?
Héla aquí. No se asoma a los grandes rótulos de la actualidad bélica. Discretamente, en un breve, intenso volumen, aparece ahora sobre la mesa del lector sereno, del estudioso recatado.
Aquí está la otra Alemania. La evoca notablemente este nuevo libro del profesor Gerhard Masur que, con el título de «Goethe. La ley de su vida» acaba de publicarse en la Biblioteca de la Revista de las Indias.
En esta hermosa obra, fruto de meditación, síntesis de cultura, vibración de idealidad, revive loado sea Dios. nuestra otra Alemania, la de los que no podemos recordar sin emoción aquel jardinillo de la Universidad de Federico Guillermo, junto a los tilos berlineses, enaltecido por las estatuas de los dos Humboldt, entre las cuales tantas veces pasaría, ha pocos años, el propio profesor Masur con su carpeta bajo el brazo, o aquellas frondosas arboledas del parque de Weimar que hace más de un siglo y medio ofrecieron a Goethe sus primeras flores cuando, apartán.
dose de la ciudad, paseaba soli.
tario sobre la verde yerba y empezaba a concebir el poético humanismo de su «Jfigenia o su Torcuato Tasso. Si hubiéramos de personificar en una sola figura aquella Alemania de los poetas y los pensadores, esa figura sería la de Goethe, el mayor pensador poeta que el soplo del espíritu haya suscitado en la humanidad.
Goethe no impone la ley de la fuerza sino que busca en la conciencia, como muestra admirable.
mente este libro, la ley de su propia vida. No quiere vencer, sino convencer: no conquistar, sino emancipar: no dominar, sino crear.
No pretendió hacer que lo humano fuese sólo una parte del Es.
tado, sino como afirma Gundolf.
citado por Masur, pensó que el Estado no era más que una parte de lo humano. No soñó con una Alemania grande por el territorio y las conquistas militares, pero hizo del minúsculo Estado de Weimar, por la magnitud del saber y del arte, uno de los lugares sagrados del planeta, Mas el po Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica