BourgeoisieImperialism

194 REPERTORIO AMERICANO asegurado. En el comienzo perfectas ya la música y la expresión es eco en parte, en parte disidencia, de la belleza y del hastio de la vieja España. Los primeros poemas articulan la plasticidad estática de un país cuyo suelo, sol y alma se habían paralizado a un mismo tiempo.
Surge luego un anhelo de libertad y de fluidez.
El mar será el símbolo de su poesía. Recuerda la sentencia de su maestro, el gran Jorge Manrique (de quien él deriva como Jiménez de Góngora. La atención de Machado se inclina todavía a lo personal, a lo eterno. Cuando pierde a su mujer, su corazón dolorido es como el mar. Aparece la inquietud intelectual. La duda se convierte pronto en aspiración dinámica dentro de la España inmóvil.
En mi soledad he visto cosas muy claras que no son verdad. los cuarenta años Machado había alcanzado madurez metafísica y conciencia social.
El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas, Es ojo porque te ve.
Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir.
traicionado por la cobardía de León Blum que no se atrevió a cambiar el rumbo de su nación con un acto inteligente, beneficioso, enérgico, como Daladier habia de hacer dos años más tarde con un acto estúpido y vergonzoso. Conocía la demora vacilante de los grandes hombres, los directores, mientras los pequeños llenaban las bolsas, regateando los permisos para dejar pasar gota a gota, mediante el soborno, parcos cargamentos de municiones, nunca suficientes para una verdadera ofensiva leal. Sabía cómo los enormes depósitos de fusiles y bombas con los que Negrín había contado para la defensa de Cataluña habían sido detenidos en la frontera sin saberse quién fuera el traidor hasta que fué ya demasiado tarde. Los soldados de la España leal podían resistir una inferioridad de armamentos en la proporción de uno a cuatro, pero. la de uno a veinte terminó con ellos. Machado sabía también, sin poder sentir rencor hacia los pobres negros inocentes, todo lo que de simbólico tenía la presencia de los africanos en esta escena de muerte. de la muerte de Europa. de la muerte de la gran Francia.
Estas últimas horas en el límite geográfico de su país, en el límite de una época, mientras las mujeres frenéticas, roncas de tanto gritar su dolor, eran separadas de sus hombres, acorraladas como ganado al otro lado de la alambrada, y la lluvia empapaba cuerpos ateridos y el eco de la fusileria fascista se apagaba a lo lejos, fueron, en rigor, las últimas horas de la vida de Antonio Machado. En realidad, su cuerpo aun no había sucumbido del todo. Algunos amigos encontraron un refugio para él y para su madre en un vagón de mercancías. Navarro Tomás llegó a Perpiñán y volvió con dinero.
Machado fué instalado en un pequeño hotel de Colliure. No había perdido ni la lucidez ni la serenidad de espíritu que eran suyas. Allí, rodeado de las pobres comodidades que puede ofrecer una aldea francesa, murió. Unos días después murió su madre. Veinte años antes había escrito: Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madura el limonero cuando llegue el dia del último viaje y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar.
Meditación del día (Abril. 1937)
Frente a la palma de fuego pienso en la guerra.
La guerra que deja el sol que se va, viene como un huracán en la tarde silenciosa por los páramos del alto Duero, y en este jardin de paz, por las llanuras de pan llevar, mientras Valencia florida desde la fértil Extremadura se bebe el Guadalaviar a estos jardines de limonar. Valencia de finas torres, desde los grises cielos astures en el lírico cielo de Ausias March, a las marismas de luz y sol.
trocando su río en rosas Pienso en España, vendida toda antes que llegue a la mar!
de río a rio, de monte a monte, de mar a mar.
Toda vendida a la codicia extranjera: el suelo y el cielo y el subsuelo. Vendida toda por lo que pudiéramos llamar perdonarme lo paradójico de la expresión la trágica frivolidad de nuestros reaccionarios. es que, en verdad, el precio de las grandes traiciones suele ser insignificante en proporción a cuanto se arriesga para realizarlas, y a los terribles males que se siguen de ella, y sus motivos no son menos insignificantes y mezquinos, aunque siempre turbios e inconfesables. Si os preguntáis: aparte de los treinta dineros. por qué vendió Judas al Cristo. os veriáis en grave aprieto para responderos.
Yo he leído los Cuatro Evangelios Canónicos para hallar una respuesta categorica a esta pregunta. No la he encontrado. Pero la hipótesis más plausible sería ésta: entre los doce apóstoles que acompañaban a Jesús, era Judas el único mentecato. En el análisis psicológico de las grandes traiciones encontraréis siempre la trágica mentecatez del Iscariote. Si preguntáis ahora ¿por qué esos militares rebeldes volvieron contra el pueblo las mismas armas que el pueblo había puesto en sus manos para la defensa de la nación. Por qué, no contentos con esto, abrieron las fronteras y los puertos de España a los anhelos imperialistas de las potencias extranjeras? Yo os contestaría: en primer lugar, por los treinta dineros de Judas, quiero decir por las míseras ventajas que obtendrían ellos, los pobres traidores a España, en el caso de una plena victoria de las armas de Italia y Alemania en nuestro suelo. En segundo lugar, por la rencorosa frivolidad, no menos judaica, que no mide nunca las consecuencias de sus actos. Ellos se rebelaron contra el Gobierno de los hombres honrados, atentos a las aspiraciones más justas del pueblo, cuya voluntad legítimamente representaban. Cuál era el gran delito de este Gobierno lleno de respeto, de mesura y de tolerancia?
Gobernar en un sentido de porvenir, que es el sentido esencial de la historia. Para derribar a este Gobierno, que ni había atropellado ningún derecho ni olvidado ninguno de sus deberes, decidieron vender a España entera a la reacción europea. Por fortuna, la venta se ha realizado en falso, como siempre que el vendedor no dispone de la mercadería que ofrece. Porque a España, hoy como ayer, la defiende el pueblo, es el pueblo mismo, algo muy difícil de enajenar.
Porque por encima y por debajo y a través de la truhaneria inago table de la política internacional burguesa, vigila la conciencia universal de los trabajadores.
ANTONIO MACHADO (De Voz de Madrid, Paris, 19 de abril de 1939. Tres años antes España tenía (entre otros sin igual en Europa) cuatro grandes poetaslos cuatro, de Andalucía. En la generación de los más viejos, la llamada generación del 98. Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, maestro de todos los estetas del mundo hispano, poeta más profundo que Paul Valery, sólo comparable quizá entre los líricos contemporáneos con William Butler Yeats. En la generación más reciente: Federico García Lorca y Rafael Alberti.
García Lorca murió en los primeros meses de la guerra, asesinado por la guardia civil de Granada, ante la complicidad indiferente de una burguesía medrosa. Alberti tomó, con su valiente compañera María Teresa León, su puesto en Madrid, que no abandonaron hasta este marzo.
Jiménez, sin regatear su solidaridad a la República, no podía armonizar sus antiguos hábitos de recluso y esteta con las duras necesidades del momento y en Puerto Rico, en Cuba, en los Estados Unidos ha seguido laborando fielmente por la causa. En Machado, el hombre y el escritor alcanzaron una profundidad cada día mayor, al punto de que al año de empezar el conflicto se le juzgó no ya uno de los cuatro, sino el primer poeta de España, Su obra no es muy abundante pero si tan densa, poderosa y formalmente orgánica que su alto rango entre los poetas de nuestra época está Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica