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REPERTORIO AMERICANO 277 mente al buitre del capitalismo que, como a Prometeo, le roe las entrañas. No existe solución posible. El capitalismo y la guerra se mueven en el mismo círculo vicioso que el fanatismo y la ignorancia. Cada uno es, a la vez, causa y efecto del otro. hay que cargar en cuenta a los pueblos sajones, el haber desquiciado al mundo con este repentino despertar de la gran economía. Del despotismo de los dioses hemos pasado sin transición al despotismo del dinero. Hoy está toda la vida bajo el signo de la economía. Tremendo absurdo que ha invertido los fines de la vida! Pero, ia fe!
que ésta se está vengando de nosotros por esta transmutación de los valores fundamentales. Tenía razón el rabí cuando afirmaba el valor de la pobreza para el equilibrio interior del hombre. Pero el pobre rabi ¡hoy está solo. Nadie le sigue! Excepto algunos filósofos chiflados que, por una ironía de la vida, no creen en él. Rabindranath Tagore, Crisnamurti y Gandhi, en vez del papa y del emperador, son los que montan la guardia al rabí! termino. Si en la civilización aristocrática, sólo los generales morían en la cama, en la democracia futura todos han de morir en la cama. Si esto fuera así; si en esta concepción estuviéramos todos seguros de morir en nuestras camas, valdría la pena de empezar a quemar en el altar del internacionalismo, uno a uno, todos los fetiches nacionales; y de fundir poco a poco nuestros amores aldeanos en la síntesis superior de una religión interhumana. sería hora de no hacer más el ridiculo, tomando en serio nuestro papel de gansos!
VICTOR LORZ Historias breves Colaboración. Son José de Costa Rica, julio de 1939 Mastique usted chiclets Faltaban algunos minutos para las diez de la de la plataforma, a pocos centímetros del direcmañana. Un grupo de colegialas y algunos des tor. Este, sonriendo golpeó con su batuta, en un ocupados esperábamos que abrieran las puertas movimiento rápido, los zapatos del mal educado, del teatro Michigan. Empujar para obtener de quien sin importarle aquello gran cosa, continuo lantera era la preocupación de todos, no porque en su aperezado descanso. Repitió su deseo el creyéramos se viera mejor sólo en la primera director, esta vez con sonrisa más significativa, fila, sino por el afán de lograr lo que era ambi pero el hombre sin mover los pies, no cesaba de ción general. Una vez abiertas las puertas, la ca masticar indolentemente. En la cara del director rrera era desenfrenada. Yo, golpeando a más de se leía la impaciencia. La de mi vecino era imperuno y pisando a varios sin intención, logré alcan turbable. Al tercer intento, el molestado empujó zat un asiento céntrico en la primera fila. Compla los pies del necio con bastante fuerza y los alecencia reflejaban los rostros de los vencedores y jó de sí algunos centímetros, mas dejando caer con curiosidad miramos a los sentados en luga la batuta cerca del haraposo, quien inmediatares posteriores. La butaca contigua a la mía era mente la escondió en su bolsillo. El director ocupada por un hombre de unos 30 años, bas continuó marcando el compás con las manos vatante sucio, que masticaba chiclets. La pelícu cías. La plataforma bajaba poco a poco y pude la transcurrió y la plataforma elevóse aparecien percibir estas palabras. Devuélvemela o te cosdo la orquesta que ejecutaba un bellísimo vals.
tará caro. El necio por toda respuesta mastico El individuo masticaba valseando. El director de más lentamente. Yo sali indignada al ver lo mala orquesta dirigía sus músicos con elegancia y jadero que había sido mi vecino, y para desahosin abandonar su posición de cortesía hacia el garme un tanto, entré en una pulpería y compré cliente. Mi vecino, aburrido o cansado, colocó 10 de chiclets.
sus pies, grandísimos y malolientes, sobre el borde ¡Viva Cristo Rey!
Los partidarios del Lic. don Ricardo Jiménez y del doctor Calderón Guardia instaban al cam.
pesino don Matías para que tomara parte activa en la política. Escucha, le decían. Permítenos solamente colocar en la pared de tu casa, un papelito que dice: Viva Ricardo Jiménez. Nos otros nos encargaremos del resto. La insistencia no concluía a pesar del silencio y últimamente, negativas de parte del campesino.
Una tarde que don Matías se hallaba en su mejor mood, aceptó los papeles de ambos candidatos, explicándoles a los partidarios por separado: Mañana aparecerá el nombre. Yo mismo me encargacé de ello. Todos se fueron halagados por el triunfo. las cinco de la mañana del día siguiente, don Matías se dirigió a cumplir lo prometido.
Cosa rara, el que detestaba la política, iba de excelente buen humor, canturreando una vieja canción. Los interesados pasaron más tarde frente a la casa del campesino, y pudieron leer, con letras más grandes que de ordinario. Viva Cristo Rey!
El viento explica Gran cariño sentía doña Julia por el magnífico jarrón colocado en el centro del hall de su casa. Día tras día contemplaba la obra de arte, creciendo su admicación hasta ccavertirse en momentos de verdadero éxtasis. Ayudaba a doña Julia en sus tareas domésticas, María su sobri.
na, de 12 años de edad y suficientemente precoz. Su tía le había advertido multitud de veces no sacudir. ni acercarse siquiera a la mesita so.
bre la cual descansaba el jarrón, por temor a una imprudencia. De él yo me cuido, repetía muy a menudo. La niña era obediente y cumplía el encargo con exactitud. Un dia del mes de diciembre soplaba el viento con más fuerza que de costumbre. Las ventanas del hall estaban abiectas. María, desde el comedor, oyó un estrepitoso ruido. Corriendo llegó al ball y contempló el hermoso jarrón en el suelo, reducido a partículas. Por un minuto se sintió anonadada, mas se repuso al reflexionar en su inocencia. Su tía lo vio algunas horas después y oyendo el relato de su sobrina exclamó. Di la verdad, no achaques tus travesuras al viento. La explicación de María no fue suficiente para convencer a su tía, crean.
do en la primera cierto resentimiento. Un nuevo jarrón fué comprado y en el depositó su dueña, la simpatía que había sido del anterior. Transcurrieron varias semanas y el viento malicioso se acordo de su brillante hazaña. Penetró otra vez en la casa de doña Julia cuando ésta se encon.
traba en momentos de arcobamiento. El favorito cayó al suelo, quebrándose en más pedazos que el anterior. La dueña desconsolada prorrumpió en llanto. Luego se acordo de Macía. Esta, feliz, miró al destrozado jarrón, en seguida a su tía, y se dirigió a la cocina.
El artículo más interesante Antonio era gastrónomo y comerciante. En lo primero sobresalía. Cierto dia, aperezado por el calor y la falta de clientes a quienes complacer.
recordóse de la revista que había recibido por la mañana, y decidió leerla. Era ésta muy varia.
da: contenía lecturas para todos los gustos. Yo, que acertaba a pasar por su tienda, entré. Como no se dio cuenta de mi llegada, esperé algunos minutos sin interrumpiclo. Un interés mayor se reflejaba a cada instante en el rosto de Antonio.
Me acerqué para enterarme del artículo que lo hacía sentirse tan feliz. Entonces lei: Manera de hacer un magnífico pan.
VERA YAMUNI Juan le costó más caro Pedro y Juan habían sido camareros durante su adolescencia. Tras varios años de fuerte trabajo logró cada uno formar una pequeña forluna, la invirtieron en mercaderías y las vendian ambulantemente. Inquilinos los dos de un mismo cuarto, lo cerraban con candado durante el día para así evitar de ser robados, guardándose cada uno su respectiva llave. Pedro era de carácter iracundo. Juan, todo mansedumbre. Mas a pesar de esto surgió un día tal disgusto entre los dos, que dejando a un lado su política económica, decidieron separarse. Pedro, en su cólora, vengose de su amigo poniéndole doble candado a la puecta. Juan espero que su compañero concluyera la venganza para cambiarse de habitación. Al ver que le era imposible abrir la puerta, pidió con naturalidad a la dueña He la casa una lima y una silla. Limó sentado y pausadamente el candado que no podía abrir. Como sudara efectuando el trabajo, pidió dos cervezas para refrescarse. La dueña de la casa al notar la calma de su inquilino, pensó que había pecdido la llave. Juan, una vez trasladado sus efectos a otra casa, continuó el trabajo del día. Al regresar Pedro y darse cuenta de lo ocurrido, vocifero llamando a la propietaria. Le dijo: El sinvergüenza de Juan me ha robado. Lo voy a demandar por ladrón. No es más que un Judas.
La señora no compcendía, pues estaba segura de la honorabilidad de Juan, y el otro, con sus insultos y maldiciones, no aclaraba la situación.
Pedro buscó un intermediario, pues él no hablaba a amigos desleales. Juan, sorprendido, declaró que buscaría en sus baúles, y si por casualidad se había llevado algo de su compañero, lo devolvería. Volvió a las pocas horas para entregar un traje de camarero, explicando: Los dos éramos mozos de un restoran y como usábamos el mismo uniforme, me ha sido muy fácil equivocarme. Al día siguiente el traje fué entregado a Pedro. Al verlo éste, cambio de color, y en vez de apaciguarse, grito: Sinvergüenza, animal, mal amigo. La gente va a saber que fui camarero. Enterado Juan, contestó con extrañeza. Por qué se enfada? mi me costó la broma lo mismo, más dos cervezas. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica