126 REPERTORIO AMERICANO puestas, con excusado que casi se mete a la duce inmediatamente la saturación urbana, la cocina, con agua que se vierte a seis gotas por superpoblación de las ciudades, aqueja grave hora, con dos piezucas que sirven de sala, dor mente a nuestro país, según puede verlo todo mitorio, comedor, gallinero y cuarto de telen el que quiera observar las cosas atentamente.
gues; tal propietario exangüe, vendería muy En 1879 San Salvador tenía 25. 000 habien su mans ón por mil o dos mil pesos; se bitantes; hoy, a los cuarenta años justos, aliría a Zaragoza, a Sensuntepeque, a Ozatlán, canza a 100. 000, por lo menos. La población a San Cristóbal, a cualquier parte; con dos se ha cuadruplicado, y a primera vista, el hecientos pesos compraría un terreno, con otros cho es muy satisfactorio.
tantos tendría buena casa; y con los seiscien Pero ¿averigüe Ud. de dónde provino la tos restantes se haría director de la cosa pú mayor parte de la población nueva? No fué blica. Al año siguiente fuera Alcalde, o ven. del aumento de natalidad de los aborígenes, de dría en forma de diputado, al Salón Azul, a los oriundos capitalinos, porque San Salvador resolver problemas o a timonear la nave del carece y antes era peor, de régimen sanitaEstado.
rio y condiciones físicas, morales y mentales Ocasión es ésta de que digamos que vive en para dar origen y sostener ese aumento de naSan Salvador mucha gente, pero mucha, que talidad. Una ciudad que en cuarenta años ha nunca debió vivir aquí; que nunca hubiera ve sufrido cinco terremotos, dos o tres epidemias nido acá si estadistas entendidos y serios hubie de fiebre y de influenza, y una de viruela, ran, a tiempo, emprendido el trabajo de evi una batalla en sus calles, varias veces el estado tar la despoblación de los campos. Este mal de sitio, luchas electorales mortíferas, rencillas grandís:mo, fecundo en toda clase de calamida políticas que duran años, incendio de sus medes, que se llama despoblación rural y que pro jores edificios públicos, escasez de agua, zancudos a pasto, caballerizas y jabonerías, paludismo constante, falta casi absoluta de baños públicos tolerables y un sistema de barrido que casi se limita a cambiar las basuras de un lado a otro de la calle; una ciudad, así decimos, aunque día por día ha ido mejorando no ofrece ni remotamente las condiciones necesarias para originar y sostener un aumento con.
siderable de natalidad. No, lo que ha pasado es otra cosa; es que se han venido a centenares, a millares, los campesinos de Chalatenango, de Usulután, de Mo.
razán, de La Unión, de todos los departamentos; las familias pobres de una infinidad de poblaciones pequeñas y medianas, que perdie.
ron allá su modesto pasar, su manera humilde pero suficiente de ganarse la vida, y han invadido la capital en busca de lances de fortuna o de míseros expedientes que les permitan vegetar mientras les llega el día de acabar sus días. Aquí están viviendo de empleíllos innecesarios, creados caritativamente para ellos; de vender billetes de la lotería, de lustrar zapatos, de enseñar lo que no saben, de agentes electorales, de vender novelillas tontas e indecentes; de la proxenecia, de pequeños oficios de fan escaso lucro, que no les dan sino para vivir en cuchitriles y nutrirse de queso podrido; clientela perenne de mesones y de montepios, que viven sin vivir, hambreando, mendigando, corror piéndose y corrompiendo. cuántas. ay. a cuántas de esas gentes conocimos, en nuestra niñez allá en sus aldeas, sencillas, sanas, alegres, con su pobreza y su trabajo. Pero dónde nos ha traído la pluma. No era de los epicentros de lo que estamos tratando? Justamente, pero es que los epicentros, las causas de los estragos, de los terremotos: aquellas por lo menos, sobre las cuales podemos influir; aquellas que nos es dable únicamente modificar en favor nuestro, no se hallan debajo de la tierra, sino encima: en nosotros, en nuestra manera de vivir; en nuestro régimen social, político e individual; en nuestro concepto de la vida; en la manera que tenemos de realizar ese concepto.
El Salvador, la primera nación centroamericana que establece el voto femenino ID ¿Quién ha tratado entre nosotros estos problemas con tan buen criterio y desenfado igual?
En el capítulo trata del segundo epicentro o sea de nuestra actitud familiar e individual en presencia de los terremotos.
Tampoco aquí hay nada desperdiciable.
Hablando de la necesidad de adaptarse al medio, escribe esto: Llego uno a Liverpool, a San José de Costa Rica? Guarda el revólver, para que no se lo quite la policía. Regresó a San Salvador? Saca los revólveres y se mete uno en cada bolsillo, para que no digan que uno es miedoso y para que la sociedad elegante no le cierre las puertas. En lo moral y en lo físico nuestra inclinación, nuestro interés, nos lleva la ponernos de acuerdo con el medio. En lo moral se paga la falta de adaptación con grandes disgustos, con enoios constantes, y a veces con la vida: en lo físico se paga con la pérdida de la salud: hartas veces con la pérdida de la vida. Herrar o quitar el banco. dice el prover.
bio: adaptarse al medio, o irse del país o irse de este mundo.
Es preciso, para que pueda haber votaciones en El Salvador, regalar un disfraz de hombre a la madre, a la hermana, a la viuda.
María de Cuzcatlán, no quieras el voto afrentoso que te convierte en espantapájaros. eso que sirve en los campos para sustituir al hombre.
Contesta a los cuervos de la política: Antes que el derecho al voto, tengo el derecho a la instrucción. Necesito aprender a leer para saber por quién debo votar; y esto no es juego de gallina ciega. Puede concebirse una ironía más cruel?
En ese brochazo el maestro no empleó el pincel sino el látigo. Adaptarse al medio o irse del país. Esto fué lo que hizo Alberto muchas veces. Pero volvía. dirán ustedes. Es verdad: más adelante daré la penosa explicación. Concluirá en la próxima entrega)
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