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REPERTORIO AMERICANO 267 res que las antiguas. No supo, sobre todo, establecer la paz. Por el contrario, nunca fueron las guerras tan frecuentes ni tan feroces como en este siglo y medio, que va corriendo de 1789 hasta hoy.
Clemenceau, defendiendo a la revolución francesa al cumplirse el primer centenario de la toma de la Bastilla, declaró que la revolución era un bloque. Es decir, que había que aceptarlo todo. Los grandes hechos, las conquistas generosas de la libertad, y los crímenes atroces. Los asesinatos de septiembre. La guillotina, que devotó a todos los revolucionarios. La sed de sangre, que terminó el thermidor.
Herriot, en recientes artículos, rechaza la actitud de Clemenceau. No.
La revolución no es un bloque. Hubo en ella muchas cosas admirables, y otras muchas abominables. Personalmente, no me exalta la toma de la Bastilla. Fué un acontecimiento mediocre. En la vieja fortataleza no había sino media docena de asila ios. En cambio, nada nás noble que la noche del de agosto en que, entre la emodión y las lágrimas, los diputados, emulando en desinterés y patriotismo, abolieron todos los antiguos privilegios y declararon la igualdad de todos los ciudadanos. En aquelia noche, nobles liberales, como el vizconde de Noailles o Aiguillon rivalizaron en generosidad con el obispo de Chartres o el arzobispo de Aix. Todos cedían sus derechos y se entregaban a la embriaguez generosa de la fraternidad.
Después vino el trágico despertar, y la ola de sangre lo cubrió todo.
Iterriot observa con justicia que el movimiento de la revolución no se originó en Francia sino en América, y que los signatarios de la Constitución de los Estados Unidos fueron en verdad los precursores de la libertad del mundo.
Una de las maravillas de la revolución fué el florecimiento extraordianrio de hombres superiores que produjo. Seminaristas, tenderos, boticarios, pequeños abogados de provincia, empleadillos, campesinos, palafreneros, barberos, que antes de 1789 no eran nada ni esperaban ser nada, se trocaron de la noche a la mañana en grandes estadistas, oradores de primera fila, organizadores, hacendistas. la pléyade de generales de 20 años, que llevaron victoriosa la bandera ue la revolución a todas las fronteras: Marceu, Kleber, Hoche, Jourdan, Augereau, Bessiéres, Bernardotte, que debía ser rey, y el más granie de todos, el que construyó sobre las cerizas de la revolución su imperio: Bonaparte.
Las naciones democráticas que aún alientan sobre la tierra, se unirán para celebrar este 150º aniversario de la revolución en este año en que fuerzas oscuras y poderosas se aprestan a realizar el último esfuerzo para someter a los pueblos a esclavitud tan oprobiosa como no la conocieron antes de 1789. El mejor homenaje que se puede hacer a los hombres de 1789, será defender su obra y entregarla depurada e inconmovible a las generaciones futuras. De Calibán, en la edición de junio 28 de 1939 de El Tiempo, Bogotá. Bolívar rechazó la. Viene de la página 264)
entre nosotros los devotos del fascismo y el nazismo, que reniegan de la deliberación popular y hacen de esa negación un sistema, el cual atribuyen a Bolívar. El Libertador no sostuvo jamás nada semejante a esa tesis. Dijo, simplemente, que los pueblos de América no estaban preparados para la libertad. dijo también que la libertad abusivamente usada, al producir la anarquía, destruiría la independencia, bien mayor, inaplazable y único posible origen del otro.
La exactitud de esta interpretación la demuestra una serie de documentos salidos de su pluma, cada uno de los cuales no bastaría por sí solo, pero cuyo encadenamiento constituye la clave del problema objeto de este análisis. la demuestra la serie de sus actos culminantes de 1819 a 1830, que es en su conjunto armónico con el sentido que fluye de los documentos.
Véase la carta de Jamaica. Allí Bolívar expone, quizás sin recordarlas, ideas de Maquiavelo dando a las expresiones frías y cortantes del italiano, vuelo lírico y ropajes retóricos. Puede concebrirse que un pueblo recientemente desencadenado se lance a la esfera de la libertad sin que, como a Icaro, se le deshagan las alas y recaiga en el abismo?
Esta frase no puede proceder sino de una convicción que erige la esfera de la libertad en un régimen incomparable pero que para ser alcanzado requiere medios y fuerzas proporcionados. implica des.
de luego una invitación a buscar esos medios, y una elección anticipada del sistema, para cuando los medios existan. Que esta observación es exacta, lo prueban otras líneas, del párrafo siguiente: Aunque aspiro a la perfección del gobierno de mi patria, no puedo persuadirme que el nuevo mundo sea, por el momento, regido por una república. Luego el régimen perfecto es la república; luego pasado el momento en que tal sistema es inoportuno, hay que implantarla. Tales son las conclusiones forzosas del intérprete. en qué consiste la inoportunidad del momento? La respuesta la da Bolívar con la siguiente cita de Montesquieu: Es más dificil sacar un pueblo de la servidumbre que subyugar uno libre.
Sólo que este concepto es de Maquiavelo, quien lo expresa con toda clarida en el capítulo XVI del primer libro de la Década, que comienza con estas palabras: Cuán difícil sea para un pueblo acostumbrado a vivir bajo un príncipe, preservar después la libertad, si por cualquier circunstancia la alcanza, como la conquistó Roma después de haber arrojado a los Tarquinos, lo demuestran infinitos ejemplos que se leen en los anales de las historias antiguas. el concepto es de una evidencia perentoria. Bolívar lo explica con frases luminosas: Tan negativo era nuestro Estado (durante la Colonia. que no encuentro semejante en ninguna otra asociación civilizada, por más que recorro la serie de edades y la política de todas las naciones. Al fin, son persas los jefes de Ispahn; son turcos los visires del Gran Señor; son tártaros los Sultanes de la Tartaria. La China no envía a buscar mandatarios y letrados al país de Gengis Khan, que la conquistó, a pesar de que los actuales chinos son descendientes de los subyugados por los ascendientes de los presentes tártaros. Cuán diferente era entre nosotros! Se nos vejaba con una conducta que además de privarnos de los derechos que nos correspondían, nos dejaba en una infancia permanente con respecto a las transacciones públicas. Si hubiésemos siquiera manejado nuestros asuntos domésticos en nuestra administración interior, conoceríamos el curso de los negocios públicos y su mecanismo, gozaríamos también de la consideración personal que impone a los ojos del pueblo cierto respeto maquinal, que es tan necesario conservar en las revoluciones. Los americanos han subido de repente, y sin los conocimientos previos, y lo que es más sensible, sin la práctica de los negocios públicos, a representar en la escena del mundo las eminentes dignidades de legisladores, magistrados, administradores del erario, diplomáticos, generales.
Pero lo que dentro de este escrito imperecedero demuestra con más claridad la premisa sentada atrás, es el párrafo sobre el presente y el futuro de Chile. Chile puede ser libre afirma el Libertador lleno de regocijo. por qué puede ser libre? Porque sus habitantes están habituados a la libertad. Dada la superioridad que Bolívar reconoce a la educación cívica de los descendientes de los araucanos, aconsejó para ese pueblo desde el primer momento las bendiciones que derraman las justas y dulces leyes de una república.
La menta del caudillo, es, pues, la democracia. Sólo que para llegar a esa meta es necesario recorrer una senda difícil. para recorrerla con éxito hay que aplicar diversos métodos, según la indole de las varias naciones. Es para la Gran Colombia, entonces apenas existente en su cerebro, este consejo: Su gobierno podría imitar al inglés; con la diferencia de que, en lugar de un rey babrá un poder ejecutivo electivo, cuando más vitalicio y jamás hereditario si se quiere república.
El 13 de junio de 1821, Bolívar escribe a Santander desde San Carlos una carta acerca del curso del Conrgeso de Cúcuta. Piensan esos caballeros que Colombia está cubierta de lanudos, arropados en las chimeneas de Bogotá. Tunja y Pamplona no han echado sus miradas sobre los caribes del Orinoco, sobre los pastores del Apure, sobre los marineros de Maracaibo, sobre los boga del Magdalena, sobre los bandidos de Patía, sobre los indómitos pastusos, sobre los goagibos de Casanare y sobre todas las hordas salvajes del Africa y América, que como gamos recorren las soledades de Colombia. No le parece a usted que esos legisladores, más ignorantes que malos y más presuntuosos que ambiciosos, nos van a conducir a la anarquía, y después a la tiranía, y siempre a la ruina? Se creen númenes enviados del cielo a la tierra, no para amontonar escombros de fábricas monstruosas y para edificar sobre una base gótica un edificio griego al borde de un cráter.
He aquí la misma tesis de la carta de Jamaica reducida a unas pocas líneas, a la vez de terrible y encantadora ironía. No puede edificarse un edificio griego sobre una base gótica. Cuál es la base gótica? La Colonia. Cuál es el edificio griego? La República. Hay que buscar, pues, una fórmula de transición entre los dos estilos. Pero el edificio griego no merece en sí mismo ningún reproche. Bolívar (Concluye en la página 271. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica