130 REPERTORIO AMERICANO es una para plantar entre la piedra, sobarle la esquivez de hombres, calientes de conciencia actual, han turas hablaban y la recorría toda no sé qué y anegarla en verdes y verdes.
sentido el desgarrón con sangre de la red en magia, y aun quieta, saltaba de sus dedos haLas cumbres medio nevadas saltaban a mis el punto austral, la racha de muerte que tira cia mí una larga vibración.
ojos al paso de cada provincia; eran los vol. del Sur y que sacude sus manos leales.
Veo ahora, detrás de esa mano, las aldeas canes nuestros, que parecen terribles joyas, Acudan, pues, las escuelas felices a las 400 del Sur, fulminadas; disuingo debajo de ella cogidas en sus extremos por el cielo y la tie 500 escuelas desmantelada: del Valle Cen. las escuelas rotas, por las que corren el agua rra. Yo los veía pasar, sir saber cuál de ellos tral, que tal vez ahora enseñarán a la intem y el viento, y asoma entre sus dedos el camtenía ya a medio pecho su llama, y la muer perie, bajo los aromos o los castaños o en el po mio, cada parcela de huerta y de maizal.
te que va con ella. El laima, el Villarrica, corredor de las haciendas, porque sus maestros Esa mano, mitad de peón y de obrero, será los demás, son puro destino antiguo, es decir, corearán el Silabario en donde se pueda, has la que, hoy como siempre, reconstruya, asisfuerza loca, que nunca podremos volver alia ta que venga el techo y lleguen por el tren ta y salve; la que enmiende lo magullado y da. Pero entre sus tiempos de cólera, nos que los materiales.
levante lo caído, y con el fuego lúcido, redan unas grandes pausas, unos largos respi. Los escritores, ayúdennos, haciendo presen sucite lo que calcinó la llama insensata.
ros, en los que nosotros trabajamos, con tal te en los meses que vienen una crisis cuya El pueblo de Chile, que parece frío, de ser seguro, con tal alegría, que nuestra historia onda no acabará de pasar antes del año, a fin contenido, y parece sordo, de que es subterrállega a parecer sin tragedia y a dársela por fe de que la buena voluntad de la opinión no se neo, hará lo suyo, que ahora es seguir a sus liz.
enfrie.
técnicos y callar unos años doblado sobre el En Chillán me detuve, por deseo de sentir los obreros recuerden que Chile suelo doliente, y recobrar la alegría, junto con la vieja chilenidad, el Chile clásico que es una un país industrial, donde cl andamio y los al. ellos, cuando el cuerpo del país esté rehecho, de las orillas en donde duran mis pies.
tos hornos apuntan al cielo y en el que la blu como el cuerpo del herido que llena el hospiLos niños chillanejos desfilaron a mi vista, sa azul triplica la chaqueta funcionaria. Nues tal de Chile.
cruzando su vieja plaza. Pasaba y pasaba en tra América, nacida en campesina, resuena en tres mil niños la mocería criolla, y yo no saGABRIELA MISTRAL el Sur de metalurgia recia y de ritmo seco de bía que una porción de esa carne niña grúas.
Querido amigo Dn. noche de fábula, pasaría del sueño a la muerVuelvo a saludarle. Este largo silencio no te, como de nodriza a nodriza, sin más que La mano de construir ha sido de olvido. Hace días le envié de aquí un grito en el tránsito.
unas tarjetas. Ahora este artículo, que le rueEra el mes de mayo. El agro de Chillán Ayer hojeaba una gran revista de imágenes go dar en Repertorio, lo más pronto posible.
había hecho ya su trilla y voleado su pan. yanquis, y el agua fuerte que atrapó mi visYa sabe Ud. amigo, la tragedia de Chile. TreYo veía el segundo Chillán, que ha corrido la ta fué la de un brazo de obrero, que batia menda, y de resonancia larga, porque se trasierte primero. El que viene plantará su en el sol la mano basta de constructor. El gra tará de reconstruir un tercio del país. Ud. que vida en otro sitio, donde la presión talúrica bado me comia los ojos, hasta que el recuerdo tanto ha apreciado nuestra tierra, sentirá consea más débil; y la falange de arquitectos jó. se me vino entero y entendí.
goja parecida a la mía. No me tenga a mal venes levantará allí una ciudad de hoy, acor Aquella mano abierta era igual, era la misel no haber aceptado esa Legación en Centro dada a suelo y atmósfera, como no pudo ha ma que vi en mi infancia en un hombre de América. Yo no deseo entrar en la diplomacerla el español, que fundó en lo extraño a Coquimbo que primero fué leñador y después cia. Como Cónsul me siento bien: basta y sus sentidos.
herrero. Ancha, dura y blanda, a la vez; besobra para mí. Le abraza con leal cariño Una ciudad de hombres ya pasó; otra vie. lla y fea como la tierra, esa mano de demiurgo ne: el criollo de Chile es de los que quieren, me atraía y me retenía. El dorso y las coyunGABRIELA es decir, de los que contestan a la Tierra lo de Bolívar. Si la Naturaleza se opone, también iremos contra ella. Palabras que pare Yo valgo fuera de la Academia cen temerarias, pero que son un halali antipagano, un reto cristiano a las Erinnias.
Ramón de Campoamor, Gaspar Núñez de Ar rales. Esa secta literaria odiaba a los libre pence, Emilio Castelar, Juan Valera y la señora Mujeres y gremios sadores.
de Pardo Bazán, quisieron el ingreso de Juan Tal incidente, Montalvo casi lo había preLas mujeres de la América manejan la be Montalvo en la Real Academia Española de visto pues unos días antes de la proposición, neficencia nuestra, ellas la sirven y allí la Lengua. propusieron su nombramiento al visitar Juan Montalvo, en compania de don man sus manos. En Uruguay como en Cuba en el seno de esa corporación, como un home Eduardo Calcaño, el local de la Academia, tuo el Perú, yo las he visto hacer su fértil ofi. naje al primer escritor hispanoamericano. vo su mal rato con el bibliotecario don Aure.
cio. Estuve entre ellas, y hago su recuerdo apesar del prestigio y del interés de Emilio Casliano Fernández de Guerra y Orbe, erudito sabiendo que vendrán a nosotros, al trance en telar y de los razonamientos de Gaspar Núñez que a fuerza de apellidos ya iba quedando que servir es urgencia y volver la cara al her de Arce y de Campoamor y de unos cuantos sin el nombre.
mano es ímpetu de la sangre.
votos favorables, la Academia rechazó el pro. ocurrió que en la tal visita, al ser presenMe acuerdo también, para sosegar mi an. pósito de ingresar a Juan Montalvo en ella, tado por el Ministro de Venezuela al señor gustia, de que nuestra América, como esta donde como en toda Academia más priFernández de Guerra y Orbe, Montalvo fué otra que cruzo, ya tiene sus gremios señalamaban el criterio conservador, religioso y de lados como facciones claras; sé que los escri.
descomedidamente tratado por éste. El descocasta, y la gazmoñería, con todos sus matices, medimiento y la groseria del académico se protores, los maestros y los obreros han tendido que la inteligencia serena para la valoración dujo en recriminaciones precisamente sobre los una red de pescador a lo largo de nuestros justa de las obras y de los hombres.
Siete Tratados, o sea sobre el libro que los ami.
pueblos. De gremio a gremio decimos hoy en la América, de oficio a oficio. Estas sociedaLos viejos gazmoños de la Academia, ad. gos del escritor ecuatoriano presentaban como des, puestas a sensibilizar la geografia común, virtieron que Montalvo, si muy ducho escritor la justificación de su deseo de contarle como que, que hasta ayer era sorda; estos grupos castellano, adolecia, en cambio, de ideas libe. su colega. aunque el Secretario de la Academia correspondiera la visi duran la cual Mon talvo le tratara con la exquisita urbanidad y Fe de erratas señorío que acostumbraba siempre y que para el señor Fernández constituía una lección, Las hubo con gran pena de nuestra parte en la página lírica las suspicacias del fanático se sobrepusieron a que dimos en la entrega pasada, de Alfredo Cardona Peña.
En el poema El mistico oficiante, en el soneto III, el verso toda consideración netamente literaria o cientiléase así: fica, y la propaganda se hizo en sentido ady sin hablar me aventuré en la senda verso.
Montalvo llamó despectivamente a todos esEn el soneto XII, el verso debe leerse así: tos caballeros académicos de Tirteafuera. y, y fuerza que en el fondo se revela con su natural soberbia, desechó todo propóEn el soneto XV, el verso debe leerse: sito anrigable de insistencia para conseguir holuz de mi fe, blasón de mi alegria nores académicos. Yo valgo fuera de la Academia.
En el Canto a mi maestra, el verso 41 debe leerse así. Lo cuenta Oscar Efrén Rebolledo atléticos obreros de músculos desnudos en su libro Vida de Juan Montalvo.
Quito. 1935. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica