REPERTORIO AMERICANO 171 MORENA CLARA.
Alba espiral de palomas la campana hacía volar cuando volvían los gitanos.
Un murciélago intranquilo, volando en torno a aquel aro, chupaba zumo en la sangre de los corderos del Prado. Ella. picando el camino.
batía pañuelo en la mano!
que asoma entre las cumbres mientras la noche encinta de luna que se oculta, destaca entre las sombras su impavidez sombría. Te fijaste en las cuentas del candil de doña Mala?
Ella las tenía encendidas para cuando tú pasaras.
Ya quien guarda la candela del sentit que se derrama.
Tremola en sorda pendiente tu rumor de letanias. No saltas ni oyendo el gozo de las castañuelas mías. Caen montando en los aires que van helando los huertos.
Donde hasta las blancas rosas temblando ya en sus corolas se mecen sobre las hojas como los niños despiertos. El caracol de escaleras sonaba acordeón a e palo.
Espumas de afán hambriento el corcel de aquel gitano!
Con el aire remontaban.
timbales en són tanidos que una respuesta le daban.
Ardian sobre cada loza del murallón que alli ataja.
Por el sendero del gusto pasó tu sombra en las ramas.
No detuviste ni el paso, de cartera a espuntaba.
Yo senti que era tuya.
No be sufriio al dejarte!
saboreando primero entra el sabor de menta en tu copa de acero!
Por la fuerza de amarte, extendía mis caricias que meciendo en el goce, ensoñando quimeras, me ataron de tu partemientras tú lo quisieras. Donde está el calor sin frío cimbrando me entró en la vida.
Resecando en altamisas y estrechando los rincones de mis caminos desiertos.
Parados ya por la espera muestran su escala tendida.
YA NO MAS. la marquesa impaciente que en el umbral esperaba.
ceñida en flor de granado, el rezongar de casquillos que una guitarra tildaba.
al cristalizar la noche, floreciendo las azaleas. yo que estaba en el muro recalcando en cada llama, sentí que pasaste en puntas sin atisbar en la plana.
Yo alli anotaba sorpresas del sentir que retumbaba.
Luce la hierba del suelo, retratada sin la luna.
Encerrándose en celdillas, con su almohadon de alfileres, prenden su mechón las tunas.
La tensión de ver que un celo desteje en su misma lana!
Apagaste tú el candil; la esquivez que te llevaba selló la brecha del muro, que escalando iba en tu gana. SONRISA DE AGUA.
Persistes tan caprichoso, son tus antojos los brezos.
Quemando carbón de fragua aries envuelto en canciones, y trepas sólo en los besos.
Ora cual tunas abiertas intentas secar heridas.
que enojosas en su todo de augurios que da la vida bordan su luna en los versos.
Rumores de letanias.
páginas que van abiertas, luciendo su albor de días. Mientras, oscilan en sombras las estrellas que son mias!
Me he mirado en la fuente.
Su frescura que iguala a una pálida estrella de sorpresa extendida, que en su cáliz brillaba.
Observo que. ya no más.
dejando su parte en frío el rocio da sus cristales. clavándole en las espinas que cizañan los rosales, No te miro. Ya no más.
van y vienen agoreras, cantanal canción de rito: sobre las pampas azules cuelgan calandrias ligeras.
No hay desquitar en los ojos, que prendan en otra llama.
En la penumbra del fona o resplandecí por mi cara.
viste que a la luz solar ¡también soy morena clara. Respondiendo a mi sed, dió su sonrisa el agua. FILON DE VIENTO.
Tú no sentiste nada. cuando en tu fuente turbia despejé mi mirada.
No te oigo. Ya no más.
el aire afina sus timas. la armazón de los árboles muestran la rueda de Febo que va a colarse en las cimas.
Eres lo mismo que un filón de viento.
No te he podido colar!
no hay celosia en mi cuerpo. La tarde loca de encantos y de campanillas verdes, perdida agitó sus alas entre las sorpresas tenues.
e hirió sin mango de plata tus salpicones alegres, que atisbando en la esperanza picaban futbol de muerte.
La tarde dutmió sus hojas entre campanillas verdes.
Cual ráfagas, querellas.
en tus sombras perdieron mis boreales estrellas.
Fui a mirarme en la fuente y al contarle mis ansias.
irguiéndose en hilachas, saltaba en sus cristales sus lágrimas de escarcha.
Te desviste ese compás; yo veo que emulas al viento.
Si esconde un sino tu pecho, corta el sacro pensamiento.
Queda bajo el hongo espacio rodando en ondas perdidas el clarín de un ruiseñor.
Remedando sonatinas, huyó en la escala del sol. ROCIO DE SOMBRA.
Mientras en toces paganos esgrimes todo tu plectro.
Con mi temblor que es humano todo tu filón de viento.
Ya no más. Las estrellas tirando sus serpentinas ateslizan en la pantalla que apuntan de luz el cielo como luciérnagas finas. fué partiendo el ensueño, dando crujido en las sienes.
Corazón, sigues rebelde.
ténte ya en el pie que tienes.
Pues contra la piedra dura no son raíces de nieve las que revelan tu tranca.
Sosteniéndote en la altura tú puedes, ardiendo olvido, despejar tus noches blancas. No te ha podido ampatar el estambre de mi cuerpo.
Te escondiste. a mi anhelo, isintiéndote un mudo tesoro con ansiedades de gritos. Perdido tú del espacio, soplaste así, jen mi infinito!
Ya no más. Dejo las cosas.
Que no es tu fusión la mia.
Todo queda bajo el monte de esta sombra que fué tuya, hasta que tu ana ar deshizo la blanda forma que unía!
ROMANCE DE LA MEDIA NOCHE.
MI CORAZON ESTA REBELDE MIENTRAS TU LO QUISIERAS.
Al encontrarnos.
es bueno que observemos, que sin urdir un cuento, tal vez nos parecemos; idos almas semejantes.
darán disturbios de claveles rojos sobre rosas fragantes. Tu alma estará pálida, y pálida la mia; con su temblor de astros, nos hallaremos pálidos.
Pálido será el claro del dia que nos recoja a entreambos.
Cálidas perlas romperá alegria, en mi frescura de lágrimas.
Tu cimiento de cales hará enlace en mis montañas blancas. tendidos.
en el musgo de las horas, que el silencio nos hable.
Ni habrá sonido que la voz nos calle. seremos los dos cual una nota, del alma que nos abre!
No quiere ver ni la aurora que asomada en las mañanas, atravesando su encono quiere pasar sus barandas.
Corazón, que hablas desnudo entre muros escondido. despierto en las noches blancas.
Es con su hermanito el viento que asomando en cada calle resbala fuera de la acera en el boulevar hambriento.
La mocita que usa espuela sobre los claros tobillos templa la media de seda; para verse conocida.
dejando gentes oscuras. sigue callecita arriba.
Te esperé con el ansia de las malezas tristes.
Como las cuerdas verdes de las enredaderas te pasé mis caricias retorciendo tú visteque iban largo y volvían.
trepando en mis caderas, las prensas de amarrarte mientras tú lo quisieras.
Me acerqué relucida de ese encaje de espuma que va bordeando puntas sobre la cresta fria, Dificil aire de palo de incandescentes figuras están abrochando el viento entre sus barbas filudas.
Raíces visibles tienes que afilando hilos sin trama, tus externas rebeldias, sólo hambre de afán derraman, Aunque llenas en creciente, bajas menguando alegrias, calando tus blancas ramas, desatas como cascada que va estirando inconsciente.
El cordel de ropa y traje no fascina en los espectros que al pasar rueda en cattuaje.
Ahogando el sonoro trino cae en las luces que cuelgan Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica