Democracy

316 REPERTORIO AMERICANO Andaba el Cid Campeador teatro de tapadillo, para decirse en por detrás de las Biblias. Era una InglaMás galán que Gcrineldos, voz bajita con sus galanes, aquellas cosas terra tiznada de carbón, apestando a peCon botarga colorada tan tontas y tan ricas que todos nos tróleo, a ácido sulfúrico, a aceite de máEn figura de pimiento.
hemos dicho a los veinte años, y que quinas, a devoción, a cant y a carne de seguirán diciéndose hombres y mujeres negros. Un rebaño de bestias gordas y Es la Inglaterra del pueblo que comía, por los siglos de los siglos, empezaron a tristes, controlado por un libro lleno de bebía y reía sin convenciones, pero con forrarse con una ccraza de corcho y a versiculos y un cuaderno de convencioganas; que ro era un «snob» viajero, defender su corazón con un escudo de nes. Las convenciones eran toda la vida que es una variedad del papagallo. La amianto convencional que lo hiciera in inglesa; y los ritos gobernaban el Impe«Old England que no era triste ni gris, combustible. En el paraíso de la era vic rio. Cuando los relojes daban las cinco sino llena de exultancia, de algarabía y de toriana tintineante de libras esterlinas, la en las Islas, todas las marmitas de agua colorido; la que fué musa de Shakespeare; mujer del XVII y del XVIII se había hirviendo cantaban el rito del «te» en que llegó hasta Shakespeare, y aun más transformado en una masa inerte, algodo todos los hogares. El mundo hubiera acá, hasta el XVIII. La que llenaba los rosa, sin reacciones, sin sencibilidad y saltado de sus ejes, antes de que en teatros de turbas bulliciosas que rompían sin pasiones, gobernada por la disciplina las Islas se hubiera dejado de tomar el los asientos, jugaban a la baraja, juraban, de la conciencia y los mandatos del «te de las cinco. Precisamente, los homfumaban, bebían, cascaban nueces, com. self made man. En cuanto a los lores, bres de las cinco partes del muudo supraban naranjas y tiraban las cáscaras a descendientes de aquellos normandos daban bajo todos los cielos, para que, los actores. Aquella Inglaterra que nos des que habían sido carretoneros, zapateros, en la Inglaterra manchesteriana se tomara criben viajeros, simpática de ineducación, taberneros y destripaterrones, eran ya en sin falta el té con tostadas y mantequilla, de rudeza y de sana alegría. Que se sentaba el xix, aquella fauna de «nuestros pieles a las cinco en punto de la tarde. Daba en el escenario para charlar con los co rojas. como los llamó Lloyd George, gusto ser inglés a las cinco de todas mediantes, para insultarlos, y para con pues como ellos, no hacían sino «comer, las tardes. Ninguna lady dejaba de envidarlos a una taza de cerveza que les dormir, cabalgar y cazar. Seiscientos señar a sus hijos, a esa hora inefable, a refrescara el gañote y les aclarara la voz. lores poseían la cuarta parte de la tierra dar gracias en inglés al dios inglés por hasta para darles un tentón en (no sé nacional, mientras las siete octavas partes haberlos hecho nacer ingleses.
cómo decirlo) para asegurarse que eran de la restante población superpoblaban hombres. Recuérdese, que en aquel en las urbes industriales, y sudaban bajo tonces, los papeles de mujer los desemlas máquinas, pues no había tierra libre.
peñaban hombres, y que el acceso al tea En una gran parte del área nacional, todo ¡Cómo estaba cambiando la indumentro estaba prohibido a las mujeres. Por pertenecía a seiscientos lores en la pletaria europea en el siglo xix! Ya no todo esto, no era raro que, cuando al nitud de disfrute de un absurdo derecho: había pelucas. Las gentes aligeraban la guna dama calentona quería correrla con hombres, animales, aves, campos, árboles, cabeza de lanas extrañas. Los grandes su galán, se vistiera los arreos masculinos señores no ocultaban sus pecheras bajo aguas, aire y. hasta la luz. Por abrir para ir al teatro con él. Allí, en medio de una ventana para que saliera el humo o una nube de encajes y cintas de seda la bulla, se peinaban mutuamente las pe entrara el sol, había que pagarle un trique prestigiaba sus andares majestuosos, lucas y se lamían a gusto, mientras le buto al «señor. Todo se retorcía bajo el como si fueran la procesión. Las casacas gritaban al cervecero o le tiraban una dolor del jus abutendi» de seiscientos se habían abierto y tiraban a levitas. Los manzana al actor. Hasta que aburridos lores alalos. Según Henry George, los calzones se habían estirado y apuntaban de armar cuchipandas y belenes, de gri lores estaban persuadidos de que, hasta a pantalones. Los cuellos se habían alartar y de lamerse, se marchaban, pidiendo los peces de los ríos debían ir marcados gado, y aparecían más flacos, más trismuchas veces el dinero de la entrada que, con un letrero que dijera. Para lord Tal tes, más románticos los pescuezos. Las casi siempre se les devolvía. Me gusta o lord Cual, con los saludos de Dios solapas se habían ensanchado, y daban aquella Inglaterra de la que, un testigo Todopoderoso. tono de cuadro o marco a las cabezas de 1699 escribía que: los teatros están de los que soñaban. El sombrero de llenos de tanta bruja enmascarada, de La «Old Merry England era ya una candil o de tres picos, era derrotado por tanto señorito gritón y de una plebe Inglaterra maciza, taciturna, oprimida de un tubo alto, muy alto, que se montaba tan baja, que, la gente civilizada huye de reglamentos, y que largaba bostezos sobre las testas; que los ingleses llamaesos lugares de escándalo. Pero esa Inmortales los domingos por delante o ron top hat. y que nosotros llamamos glaterra ruda, espontánea y humana, to«chistera, tarro de unto y sombrero de caba a su fin. Asomaba otra que no tres pisos. El tarro entró en Europa quemaría brujas, pero que tendría «cant.
con aires de conquistador, y tuvo, sobre El hombre del tabardo se había dado todo, en Inglaterra un siglo triunfal. La democracia lo ha destronado. El tarro y cuenta de que era más provechoso estar metido en una covacha manejando libro La Sastrería de Francisco Góla opera eran demasiado burgueses para tes y sumas, que destripar terrones en que pudieran resistir los vientos de la las laderas del Kent. se metió a mermez e hijo, ha establecido un revolución del xx. Porque, también la cader. La nación se olvidó de la astroloplan de sobretodos y vestidos ópera, signo de un tiempo, está llamada gía judiciaria y de las brujas, y se conestilo Sastre para damas. 1. 50 a desaparecer. El siglo victoriano puede sagró a la «Estrella Pclar.
semanales en combinación con llamarse, con justicia, el siglo del tophat. Este fué el indumento de más las dos últimas cifras de la loprestigio en el Imperio. Todo el Imperio tería; telas especiales importadas adquiría un como brillo esotérico bajo Inglaterra ayudada por Francia había por la casa.
los ocho eflejos del «top hat. Hasta las vencido a España. Después, a Francia. Para caballeros el mismo sis sesiones del Parlamento se celebraban Se había embolsado el oro de Indias rotema de 00 y 2. 50 se con el «top hap puesto. Sólo Gladstone bado a España en empresas del más presidía descubierto. Pero era de reglamanales. Puede ser el costo de puro estilo de la piratería. empezaba mento que, cuando el presidente se a afilarse y a sentirse «gentleman. El su vestido 00 y para da dirigía al locutor de la cámara, tenía que tabardo se esfumaba y asomaba el mas 3. 00.
hacerlo con el «top hat» puesto. Enton«top hat. Bajo el signo del oro, el inglés ces era de ver el regocijo de la cámara, entró a paso de vencedor en el cochoAvenida Central, frente a Com cuando Gladstone en un momento de cientos. Todo el cochocientos» fué in pañías Eléctricas.
apuro, y siendo muy cabezón, le pedía glés. La «Old Merry England» fué un el «top hat» al miembro más cercano, tema romántico que sólo interesaba a los Teléfono 3283.
para dirigirse al locutor. Ocurría con freescritores del xix. Muchas cosas habían cuencia que, a medio camino, se le caía cambiado. El insular antes bullanguero, Agente en Puntarenas: el top hat» por venirle pequeño. el empezó a volverse alalo. Aquellas damas Agustín Brenes Batista gran hombre, aquel que tenía en paz al de «rompe y rasga» que antes iban al mundo con el quos ego. de VirDamas y Caballeros Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica