Hitler

REPERTORIO AMERICANO 287 Tablero El hombre ante su imogen (Viene de la última página)
El crepúsculo de la debilidad manos y muy pronto los ojos atónitos se quedaron fijos en el vacío, como flechas sin blanco.
Dolorosa Palabras de un hombre que lograron llegar hasaflictiva es la condición de pueblo ta el más arcano fondo de sí mismas. Aguda adébil ante los estragos inmorales que el mundo firmación viril de un espíritu atosigado por el viene presenciando hace algún tiempo. Por lo visto, el derecho a la vida, a la propia conservahormigueo incesante de todos los apetitos y de todas las ambiciones. Sobre un pueblo manso, ción, al desenvolvimiento normal, a la libertad, sólo puede subsistir en manos de los poderosos.
manjar de podecosos, se yergue el ídolo de la soberbia. Toda el alma germana, suspensa un El discurso de Adolfo Hitler, cuyo prolijo texto publicamos nosotros, no es otra cosa que un minuto, vive aquella tragedia del superhombre. Sobre la tierra nada hay más grande que yo: descarnado y audaz canto a la supremacía indis.
cutible de la fuerza bruta sobre los derechos del yo soy el dedo ordenador de Dios. Asi ruge el monstruo. no son sólo los que tienen las creespicitu. ya se han esfumado hasta aquellos ropajes retóricos que muchas veces pretendían jas largas y la vista baja, los que se postran de 1odillas ante él. Así hablaba Zaratustra.
cubrir la baja categoría ética de algún suceso, La muchedumbre europea sufre la más cruel, cuya falta de nobleza avergonzaba a quien se creía responsable.
la más agónica, la más mortal de las angustias: Pero es que la responsabilidad ha perdido, la de sentirse vacía de destino propio. La de ser también, todo sentido. El lenguaje, por fuerza, un gran cuerpo que ha perdido u alma, como en el relato macabro y adolorido de Papini. la tiene que ser objeto de una cuidadosa revisión, acomodada a las modernas circunstancias. Por muchedumbre sigue caminando la ruta ácida de ejemplo, había que fijar los linderos exactos de su muerte, los lastimeros pies sangrando, el oído sordo por el ronco ruido de las cadenas, anheciertas palabras que nadie podría entender hoy completamente. Derecho, libertad, justicia, tralante, desfalleciente, tras ese pedazo de verdad, tado, buena fe, lealtad, estricto cumplimiento de de ciencia y de vida que acaso no halle nunca.
las obligaciones estipuladas, austera sumisión a Todos presentan sus copas exhaustas, porque los propios deberes. Expresiones cuya significala sed es árida y porque la sed es una danza de ción ha caído en desuso por el correr vertiginos espectros sobre la vigilia pecenne.
de las horas aciagas que llenan de estupor la conEl hombre que se cree poseedor de la única ciencia de los hombres todavía a salvo de la baragua que resta en el desierto, es implacable y barie.
cobra cada gota al precio mismo de la sangre.
La condición de debilidad debilidad material, Su poder está descansando sobre una remota y carencia de fuerza física para mantener infatialucinante colina de cadáveres. Su triunfo está allí colocado sobre la derrota del hombre. Su gables los derechos era antes de la Gran Guerra, no solamente un fenómeno cualquiera en la ansia es insaciable, porque el mundo entero es historia de las naciones, sino que muchas veces apenas un punto de apoyo para desafiar a los despertaba en los poderosos un cgregio sentidioses. El es el elegido. Sus palabras son el esmiento de hidalguía que ponía una valla espipíritu que ha de animar la lucha.
ritual ante las ambiciones. En el lenguaje famiFrente a este hombre que se ha vertido totalliar, parejamente, la debilidad era suficiente pamente, no queda más que un espasmo: el esclavo ra robustecer en el fuerte la sensación de que Por la vertiente trágica de nuestro tiempo, se era digno de mantenerse dentro de un invulnerable señorío de desdén y respeto.
han precipitado los viejos ídolos. Como un láAhora no. Las cosas han cambiado totalmente.
tigo de espanto se ciernen por el mundo. la huEl orangután que duecme su sueño prehistórico manidad los adora, porque hay algo infinitaen el fondo de los apetitos humanos, se ha desmente pequeño y algo infinitamente grande en pertado famélico. Así la debilidad es una provoellos. De nuevo el hombre tiene dos ojos para cación y hasta una justificación. Al débil hay no ver y dos oídos para no oír y dos anchas maque ayudarlo a perecer, según una sentencia de llos para abrazarse a unos pies de barro.
filosofía alemana. Los pequeños países tendrán Zaratustra volverá por las sendas calcinadas.
que resignarse a este nuevo imperio de la voraY como en épocas remotas dirá. Yo nos os percidad armada? Así por lo menos lo quiso decir dono; yo os amo con todo corazón, hermanos Hitler en su peroración última. al referirse a mios en la guerra!
sus invasiones en Checoeslovaquia y demás, el so(El Tiempo. Bogotá. 29 IV 39. terbio dictador lo hizo con un duco énfasis queerróneamente quería sustituir con la energía la falta deplorable de justicia.
Un gran servidor de Cuba, agudo psicólogo a (El Tiempo. Bogotá, 30 IV 39) la par que gucerero genial, Máximo Gómez, escribió: Nuestro pueblo no es mejor ni peor que El ídolo de la soberbia los demás pueblos; es como todos. Si los llamados a dirigir toman el camino del bien, los diriEl mundo asistió ayer a uno de los más ruigidos siguen ese camino, y el pueblo es buene; dosos espectáculos de los últimos tiempos: al dis fero, si los llamados a dirigir toman el sendero curso del canciller Adolfo Hitler. Con palabras del mal, los dirigidos siguen ese sendero, y enanchas y rudas, el dictador alemán colmo hasta tonces el pueblo es malo. Saber escoger a los que rebosarlas dos horas de sin igual elocuencia.
dirijan, he ahí todo el secreto de la felicidad de Pero he aquí que cuando la última palabra los pueblos. De oro parecen estas palabras del cayó en el silencio y se sumergió en él, ebda la Generalísimo. Las trazo para todos los tiempos.
fulgurante vehemencia de la oración había desEn ninguno ha podido alcanzar tanta aplicación aparecido. quienes lo seguían atentos y micomo en el presente en lo que tienen de pronunciamiento adverso.
nuciosos, desde todas las moradas del orbe, sintieron un alivio conciliador. Hitler había desple. Sacamos este párrafo sugestivo y oportugado al viento la bandera de su prosa, fuerte no del número de junio 26 de 1939 de desafiadora, pero el viento se la arrebató de las Cuba Nueva, en La Habana. Interrumpió la tarea de inspeccionar los daños causados en las sementeras de la región de Cremona, por ciertos accidentes meteorológicos, para visitar la exposición de arte italiano. El Duce acostumbra estos cambios radicales en el paisaje y estas transformaciones en el ambiente: son pruebas incuestionables de su genio.
En las salas de la exposición, alzando el mentón voluntarioso; firmes las piernas; hacia adelante el tórax fuerte, desafiante como la quilla de una nave velera, el Duce comenzó a examirar las obras expuestas. Estampas de Venecia con los canales como arterias en que circula la sangre poderosa del mar. Rincones de la Roma eterna, con las siete colinas empinadas contra el cielo purísimo de añil. Acuarelas, mostrando la fuerza del imperio, con el redondo sol africano azotando los cascos de hierro. La gama entera de la Italia nueva, manejada por los más hábiles e inspirados artistas, desfilaba ante las pupilas de!
Duce que, satisfecho iba produciendo un mímica digna y rampante, ante la admiración de su séquito.
Salas más salas. Es bueno y meritorio ocuparse de los asuntos del espíritu. No sólo de pan vive el hombre. al pueblo hay que darle esta sensación de cudosidad intelectual, para que con el paso del tiempo, no disminuya su admiración o se apoque su adhesión, sino que, al contrario, aumente y crezca, todos los días.
Así iba el hombre, cuando, en la última sala, sus ojos inquisitivos e inquietos sufrieron una parálisis de pasmo. En las cuarenta bocas de los individuos del séquito, se dibujó fina sonrisa de alegría. Las cuarenta manos se alzaron, maquinalmente, marcando el saludo fascista. De los ochenta labios, se escapó un sonoro grito uniformne: Viva el Duce!
Pero el Duce, ante las setenta y nueve estampas de sí propio, no pudo conservar su marcial y cesárea apostura. El pecho se le hundió como si la quilla de la nave hubiese sido vencida por una dura ola. El mentón se abajó. Las piernas se a flojaron. Allí, en los 79 óleos, se miraba su figura en todos los tonos. ante la población de Duces que lo cercaba, él mismo, sintió el deseo de ser un hombre: un hombre simple y modesto; un mero hombre, cuya grandeza consistiera, precsiamente, en un sola cualidad maravillosa: en poder ser un hombre. El Tiempo. Bogotá, 21 VI 39. que se arrodilla Cuore, de Edmundo de Admicis, fué libro predilecto de los niños de mi generación. El gobierno de Italia prohibió su lectura porque despierta sentimientos de piedad, indignos de un fascista integral. Los hombres libres, empero, cultivamos la piedad y la ternura, como cualidades esenciales del alma humana, que nos distinguen, más que la inteligencia, de las bestias. Entre las muchas páginas exquisitas de aquel libro, hay una que me dejó imborrable impresión. La visita al Asilo de Sordomudas. El regocijo incomparable del viejo albañil al oír que su hija podía decir: Bue nos dí as que ri do paPa (De Calibán, en El Tiempo, Bogotá, 25 IV 39. Con la CENTRAL DE PUBLICACIONES Avenida Juárez, Apartado 2430. México México. Tels. Eric. 59 75 y 20 838 Méx. 94 30, consigue Ud. este semanario Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica