Capitalism

276 REPERTORIO AMERICANO es, de caja para afuera. De caja para adentro, Mercurio, y aun Plutos, los dioses de John Bull, son herederos del Mamón fenicio o cartaginés, y los clientes más asiduos del patio de Monipodio. Alquí, cuando se dan cita, ninguno está vestido. Todos andan en cueros. Sólo cuando salen del patio, es que se ponen la magnífica vestimenta de testaferros, de celestinas, y hasta de personas decentes, con que los disfrazan los hombres. Hay un trío de dioses que me hacen mucha gracia: Jehová, Alláh y Jesús. Jesús es el dios nominal del papa; nominal, nada más. Pues bien. Los tres eran amigos, casi hermanos, en España, en otra edad.
Hoy no pueden verse. Alláh y Jesús se pelearon en el siglo xv. Hoy, les obligan a darse la mano. la mano que quisiera ser puñal. Pero ambos coinciden en el odio a Jehová, padre de ambos. Pobre Jehová! Abuelo de tantos dioses, y pronto no tendrá una vara de ancho donde tenderse y rascarse. Como se ve, hasta los dioses cambian. Qué decir de los semidioses. Santiago Matamoros, por ejemplo, semidiós español, ha cambiado de oficio. hoy, hace buenas migas, y anda de taberna en taberna, y de prostíbulo en prostíbulo, con Alláh su enemigo mortal. En cambio, quién lo dijera! se ha hecho amigo de Wotan y enemigo de Jesús.
Pero Santiago, no sólo ha cambiado de oficio, sino de huesos. Los huesos que adora Franco cuando va a Compostela, no son de Santiago, sino de Prisciliano, el hereje mayor y una de las mayores glorias de la España antigua. este escamoteo de huesos, Franco do lo sabe. Pero. debía sospecharlo. Los huesos auténticos del Matamoros no podían ser besados por Franco, hoy profeta de Alláh, sin que graznaran los gansos de todos los Capitolios cristianos; y sin que hubiera un repique general de huesos que sonara a rebato y a muerte de traidores, en el inmenso cementerio que es hoy España. En resumen, hay dioses para todos. Hasta para los ateos hay dioses. Porque el ateísmo es también una religión, una forma de creencia materialista. Todos coinciden en una sola cosa: en vivir a costa de los hombres.
No son los que más invocan a los dioses los que más creen en ellos. Cuál dios, por alto que esté, puede irle a las manos al más infeliz de los hombres, cuando éste maquina un entuerto. se pretende rebajar la alta temperatura de muchos pueblos, con una aplicación de algodones litúrgicos empapados en alcohol latino! El tratamiento lógico sería: o suprimir dioses, o civilizarlos. Porque, ved esta otra afirmación que salta desde las páginas de la historia: cuantos menos diosese tien a los pueblos, más pacíficos son; y cuanto menos pacíficos son, más dioses tienen. Ahí está para probarlo, la inmensa y pacífica China y la desgraciada Europa cristiana. La primera, sin dioses; apenas con un Tao, simbolo del universo. La segunda. ahi está todavía la segunda desde hace veinte siglos, loca de crímenes y borracha de sangre. hoy que el pueblo chino se está convirtiendo en guerrero, a pesar suyo, ya verán ustedes cómo pronto le nace un Tao de carne y hueso entre cada dos lechugas. ahora voy a decir mi opinión para que tomen nota ciertos locutores de munición y de escalera de abajo. Que venga la guerra. Que las bestias negras que relinchan de gozo oliendo la pólvora, entren galopando en Europa!
La mayor desventura que podría caer sobre el mundo, sería que esas bestias se extinguieran sin gloria, con el pesebre y la boca llenos de heno, y vegetando lánguidamente en sus cuadras. Que siga el mundo como ahora. No!
Todo es preferible a esta falsa paz que está cubriendo de infamia al mundo de la diplomacia secreta, y que pone al rojo vivo de la indignación, el corazón de todos los pueblos. En este eclipse total de las luces de la conciencia, todo es preferible a esta vaguedad gris a favor de la cual están cobrando statu quo jurídico el terror y el crimen. Que Dios salve la paz. Es que no estamos en las guerras más honribles y más infames de todas las épocas. quizá el crimen mayor de nuestros días, sea, el no llamar las cosas por sus nombres. LA mentira! El móvil de las acciones, el alfa y el omega, el principio de la sabiduría, la ley y los profetas es hoy, la mentira. Es la institución fundamental de las naciones. Todos los poderes públicos de Europa mienten descaradamente. Ellos han convertido en axioma aquel dicho: repetid una mentira mil veces, y ya no será mentira. no es ciertamente el papado, ese falso poder religioso, el que menos ha contribuído a este eclipse de la conciencia.
Por eso es hoy mentira todo: Estado y nacioCalismo, dioses y religiones. Hasta la guerra es mentira, porque es inútil, porque no resuelve nada. Yo confío en que la guerra verdad, será la que se avecina; la que no harán los gobiernos sino los pueblos, para matar la mentira universal que está matando a la civilización, y que nos mata a todos un poco cada mañana sin que lleguemos a morir del todo ninguna tarde. por último. en nombre de qué principio grande, de qué postulado noble, se puede pedir que no venga la guerra. Pero a esta pregunta se responde con otra. es que hay un solo principio grande, un solo imperativo moral, que no estén por el suelo. es que hay una época en la historia que pueda compararse con la nuestra en gigantescos crímenes internacionales, y en traiciones y defecciones morales, en escalas jamás vistas? El Derecho, la Justicia, la Razón, la Voluntad, la Libertad, la Verdad, la Piedad. todo ha desaparecido. para vivir como vivimos, reñidos con la Moral Universal y con la propia conciencia, e para qué queremos religiones. qué falta hacen los dioses? El sentimiento religioso no es un fin: es un medio. No se es religioso para serlo.
Sino para que ese sentimiento, borrando poco a poco la barbarie nativa del alma humana, puliéndola, afinándola, y haciéndola más sensible, la acerque a ese tipo ideal de perfección suprema que hemos convenido en llamar con mayúscula, Dios.
Allí donde una concepción religiosa nos aleje de este ideal y nos lleve a la conculcación de la ley civil, al asesinato, a la impie.
dad y a la mentira, tal concepción no es sino una deformación de la verdad, y hay que llamarla por su nombre: mentira. Hasta la piedad, que tanto invocaban las religiones históricas, está en plena crisis. Hay que discriminar previamente el sentido de la palabra. para quién la piedad. para los seres humanos o para los perros? Está bien la piedad para todos los animales. Pero, es que el animal hombre, está en camino de ser desplazado. Oíd. Dos llamamientos por radio fueron hechos hace poco en Inglaterra. Uno, a favor de una sociedad protectora de animales. Otro, de un hospital de niños.
El primero produjo rápidamente dieciocho mil libras. El segundo, lentamente, ochenta y tres. Esto ha pasado en el país del cant, de la sensiblería, de las mises y de las biblias. Yo, en parte, me alegro por los animales: valen más que los hombres. Pero. los niños. son también malos los niños en Albión. se podrá hacer con la famosa frase de Duff Cooper un retruécano, diciendo que todos los niños ingleses no valen la vida de un solo perro inglés. Que se salve la paz. Pero no puede haber paz, sino sobre la base moral del Derecho y la Justicia! Que despierten a los dioses. No; que no los despierten. Es mejor que sigan dormidos, para que los hombres arreglen de una vez sus cuentas concienzudamente! Antes que esta paz que no lo es, es mejor que el nefando cuadrilátero Londres Paris Roma Berlín, que todo lo ha deshecho en el mundo, se hunda estrepitosamente en un cataclismo geológico. que, al hundirse las naciones capitalistas, arrastren (si es menester) mundo entero en su caida y que advenga una Era de la Pobreza. Creo firmemente, que el mayor bien del mundo sería la desaparición del capitalismo y el retorno a las economías pasadas de tipo pequeño.
Si el Cristo existió, yo afirmo que la doctrina más trascendental, la de mayor volumen filosófico y humano que formuló, fué la relativa al valor moral de la pobreza. No hablo de aquella pobreza de los santos antiguos que criaba costras y cebaba piojos en el propio cuerpo, y que había declarado al agua enemiga mortal de la salvación del alma. Para que la paloma de la paz cuelgue su nido en esa Europa atormentada, habría que matar previaDamas y Caballeros Aunque todos los bípedos implumes nos convirtamos en gansos y graznemos a coro, no por eso salvaremos la paz. Está por averiguar, si una sinfonía de gansos, ha salvado alguna vez la paz. Ni siquiera el ganso de Júpiter cuando se apareció a Leda, con todo y ser el mayor ganso sagrado, salvó la paz de un pobre marido, sino que la alborotó más y más. Si se tiene costumbre de meditar sobre la historia, no podrá menos de llegarse a esta afirmación: cada vez que los hombres han tenido ganas de pegarse, los dioses se han retirado, comprendiendo que nada podían hacer, a pesar de ser dioses. Más bien, he leído (creo que en Jenofonte) que más de una vez algún héroe de sangre caliente le alzó los puños a algún dios, cuando éste quiso rebajarle la calentura con emplastos verbales. Ni siquiera sabemos, si a Júpiter Máximo le hizo mucha gracia aquella levantada de media noche cuando lo despertaron los gansos. Ni aun las diosas de Helenia con ser tan persuasivas; ni la misma Ciprina, la más bachillera, podían conseguir que sus devotos se estuvieran quedos, comiendo aceitunas y bebiendo vino en las tiendas, cuando se les subía la temperatura a la cabeza. Por esto, llegada la hora de la verdad, los dioses abandonan a los hombres, pues saben que éstos son más poderosos que ellos. Esto, lo saben de sobra todos, aunque muchos se hagan los tontos.
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