REPERTORIO AMERICANO 127 Erase una vez. Viene de la página final)
toro.
se La tercera adivinanza se la pongo el día en que usted venga con las otras resueltas.
El médico volvió a su casa muriéndose de miedo. Día y noche viajó allá adentro.
Era el tercer día y se aproximaba la hora fatal de la sesión. Si erraba, moría.
Ningún libro le supo decir el peso exacto del sol. el precio del rey?
y corrió, que estaba el zorrillito en la punta del cuerno del toro. corrió y fue a traer el zorrillo que estaba colgado de la cabeza del fue donde estaba la espoSa del zorrillo. Comadre. dijo, se murió mi compadre. empezaron a llorar. Vamos a enterrarlo. dijo el león, Vamos a llamar el sacristán que es el zopilote para que venga a rezar a cabeza del zorrillo. se fue llamar zopilote que era sacristán para que rece. se fueron a enterrarlo el zorrillo. Lo vuelve a contar Kenneth Pike)
a me José era un sirviente muy ladino, que a más de un amo había sacado de algún atolladero.
Desde la caballeriza miraba los viajes seguidos del señor y pensó que algo muy grave le suceLa cántara mágica Sacado de Cuentos populares de China. Rev. de Occidente. Madrid. 1935 Envio de dia.
a Con mucho respeto se le acercó y mientras le ayudaba caminar, indagó la causa de la enfermedad.
Los dolores son propicios a la confidencia, cual si en decirlos se hallara alivio. Narrá el Doctor el suceso y el peligro en que se hallaba Señor, yo lo salvo si me da mil pesos para dejárselos a mi madre anciana. Casualmente nos parecemos usted y yo. Me da un traje de casimir, zapatos y corbata. Lo demás déjelo de mi cuenta.
No valieron reflexiones del médico, y tan resuelto se hallaba el criado, que el Doctor aceptó agradecido. la una y media nuestro hechizo Doctor Sin Cuidado, bañadito, rasurado y perfumado, nontaba el mejor coche de la cuadra. Quién lo iba a conocer. Si hasta el mismo Doctor se hacía cruces viendo al hombre que lo suplantaba y que posiblemente iría al patibulo.
Llorando despidió el Doctor a su criado.
Riendo le dijo adiós el criado al amo.
Anunciaron los pajes la visita, y ahí me tiene a mi señor criado picándola de Doctor adivino.
El rey, severo, interrogó. Cuántos quintales pesa el sol. Diez quintales. No puede ser eso. Si no crée, mándelo bajar y lo pesamos. Hombré, me ha ganado. Qué pide en pago de su listura? Todo se le concede si responde las otras preguntas. Pues. diez mil pesos. y que nunca vuelva a llamar para resolverle adivinanzas. Concedido. Vamos a la segunda. Cuánto valgo yo. Quince reales. Se levanta furioso el rey, exclamando. Ha pensado el alcance de su insolencia. Calma, señor, óigamle usted: Nuestro Señor Jesucristo, Rey de los Cielos y de la Tierra, fue negociado en treinta reales. Usted, que sólo es rey de la tierra, vale la mitad Tiene razón, amigo. Se ha ganado la segunda. Qué pide. Otros diez mil colones y el título de marqués. Concedido. La última. En cué estoy pensando. Que habla con el Doctor Sin Cuidado, y no es con él, sino con un su criado.
Al rey le hizo gracia la frescura del falso Doctor y le preguntó qué exigia por la tercera respuesta. Dijo el noble criado. Que a mi señor le perdone la vida.
Fue concedido cuanto pidió el buen criado.
El criado se hizo rico.
El amo se hidɔ noble. ambos vivieron felices.
FRANCISCO LUARCA Hacienda Cimarrón, Costa Rica, 21 de junio de 1937.
Cuento del zorrillo Leyenda mixteca. Sacada de la revista Investigaciones Lingüisticas México, Mayo Agosto de 1937 Un pobre labrador araba su campo. Al terminar un surco, la reja del arado que era de madera tropezó contra un objeto duro y se rompió. Era una gran cántara de barro. Queriendo compensar con algo la avería del arado, el labrador se llevó la cántara a su casa. Le contó la desgracia a su mujer. Pero ésta empezó a gritar y a denostarle, como si el pobre hombre tuviera la culpa de aquel accidente.
El aldeano se preparaba para ir al mercado.
Al pasar delante de la cántara, dejó caer en ella un hilo de monedas. Fue a recogerlo y cuan.
do lo hubo sacado, vio que en el fondo había otro exactamente igual. Sacó este ctro hilo de monedas y se encontró con que quedaba otro.
Comprendió que la cántara era mágica y tenía el poder de reproducir constantemente lo que se sacaba de ella. De este modo el labrador se hizo rico. Mandó a su mujer que no contara a nadie nada de lo sucedido, y la mujer juró guardar silencio.
Pero no pudo contenerse y contó la historia.
El hecho llegó así a oídos del propietario colindante, que puso pleito al labrador, diciendo cue la cántara había sido hallada en su heredad. El juez oyó a las dos partes y, habiéndose enterado bien del asunto, confiscó el objeto del litigio y despidió a los dos litigantes. El labra dor y su vecino anduvieron por todo el pueblo quejándose amargamente de la codicia del juez.
En esto, el padre del juez, al regresar del campo, oyó lo que decían de su hijo. Fue a buscarle y le afeó duramente su conducta diciéndole que no comprendía como por una miserable cántara de barro echaba por los suelos su honra y su fama. Entonces el juez le contestó: Es que no trata de una cántara cualquiera. Ven y lo verás. llevó a su padre ante la cántara, cuyas propiedades milagrosas le explicó. Pero apenas habia terminado su explicación, cuando ya estaba el padre echado sobre la cántara, vertiendo en ella todo su dinero y sacando monedas a puñados. Tanto se inclinó el viejo, que se cayó dentro. Acudió el hijo a sacar a su padre de la cántara. Pero cuando lo hubo sacado, vio en e!
fondo a otro anciano exactamente igual. Lo sacó también; y al punto apareció un tercer vieio, un tercer padre, a cuien el juez tuvo que rendir el mismo tributo de respeto y cariño. Mas no bien estuvo fuera este terder padre, cuando ya ur. cuarto padre se agitaba quejumbroso en el fondo de la cántara. el mal juez, desesperado se encontró con que denía que pasarse la vida sacando a padres de la cántara, o dejar incumplidos sus más sagrados deberes filiales.
a se Estos eran dos zorrillos, un hombre y una mujer, y un hombre era este su esposo. tenían un zorrillito que era su hijo. dijo el marido. Vamos buscar nuestro compadre para su padrino de nuestro hijo. ella, dijo ella, Si. dijo ella. Hablan los dos. Vas a hablarle al señor coyote si quiere ser nuestro compadre. Si. dijo él, voy. dijo. se fue; llegó al bosque en donde estaba el coyote. Le habló a él, Señor coyote. dijo él, ino quiere usted ser mi compadre? Va usted con mi hijito en donde está el cura para que se bautice porque pobre de mi. que hacer y no voy. No quiero entre dijo el coyote, No, porque tengo meterme con zorrillos, porque tengo que hacer. se puso triste el zorrillo y se fue a su casa en donde estaba su esposa. le dijo a ella, No quiere el coPlaticaron los dos. Voy en donde está el costochi, a ver cómo me va con él. se fue otra vez en donde está el costochi y dijo al costochi. Señor costochi. no quiere usted ser mi com.
padre. No. dijo, tengo que hacer. se puso triste el zorrillo y se fue a su casa.
Platicó otra vez con su esposa. dijo la esposa, Vete en donde está el león. Señor león. no quiere usted ser mi compadre. dijo el zorrillo, Va usted con mi hijito en la iglesia en donde está el cura a bautizar mi hijo. Si. dijo el león, Voy a acabar mi que hacer. dijo el león. tenía mucho gusto el zorrillo. Vámonos, porque ya encontramos nuestro compadre. Pasaron unos minutos y se fue el león a la casa y llegó allí. tenían mucho gusto los dos zorrillos que encontraron a su compadre. Tome usted sus tortillas y nos vamos. dijo el zorrillo. No tomo. dijo el león, vámonos así nada más. dijo él, vámonos adelante. llegaron en donde está el cura. se bautizó (le echó agua. les dio mucho gusto. Vámonos a nuestra casa. dijeron. Si. dijo el león. Haremos una fiestecita. dijo el zorrillo. se fueron e hicieron una fiesta para el zotrillito. dijo ella, Que tome nuestro compadre sus tortillas. dijo ella. el león No tomo. dijo él, porque no sé comer gusano. dijo el lleón. Mucha vergüenza para los zorrillos que así dijo su compadre. Voy a traer la carne, dijo el león, porque la carne como. No sé yo comer gusano. dijo el león. Vamos a traer su carne para que usted tome. Voy yo. dijo el zorri ilo. No, porque está usted chico. dijo el león, voy yo porque estoy grande y mato un toro y encontramos carne para comer. Carne. dijeron los dos. se fue en donde estaban unos toros. se adelantó el zorrillo; llegó donde estaba un toro y se subió en él. estaba rasque la espalda del toro. se enojó mucho el toro. se volteó y embistió con sus cuernos al estómago zorrillito. se murió el zorrillo. llegó el león yote En la ciudad de Nueva York consigue usted este semanario con STECHERT CO 31 33 East 10th Str. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica