AntifascismJoaquín García Monge

166 REPERTORIO AMERICANO Pero no ha tardado en llegarnos de América el mentís más rotundo a tal infundio, y las Academias facciosas seguirán esperando otro primer país americano que se les adhiera.
En el número correspondiente al de noviembre pasado del Repertorio Americano se publican las cartas dirigidas por varios miembros de la Academia Costarricense presentando su renuncia del cargo al director de la misma ante la creencia de esa supuesta adhesión a Burgos, y la rectificación del señor Fernández Guardia Extractamos los párrafos más importantes de estas misivas: El académico Mario Sancho, que ha leído la supuesta adhesión, escribe. Aquí los párrafos del caso. Por su parte, el ilustre y venerado don Joaquín García Monge, cuya voz pesa en toda la América Hispana, escribe la siguiente carta. Aquí la carta del Sr. Ambos académicos han recibido del director de la Academia, señor Fernández Guardia, las siguientes respuestas. Aquí las dos cartas del Sr. Como se ve, la reacción ha sido contundente y muestra qué opinión tienen los hombres representativos de la América Central del flamante instituto de España.
Quintero, han muerto. Los otros andan dispersos. Entre los grandes, sólo Benavente continúa prendido como la hiedra a su España. Los de la alegre comparsa franquista están en la ciudad a donde el manco siniestro de Millán Astray grito, ante el regocijo de las tropas y el dolor de los letrados: Muera la inteligencia! Allá no puede existir sino una Academia de cartón, con pretensiones de prolongar la tradición de la Academia española.
Nos complace la equivocación sufrida en Costa Rica porque dió ocasión para que García Monge y Mario Sancho dejaran oir su voz de alerta. Nada de reconocimiento de lo ficticio, de lo nacido, bárbaramente, a la sombra de las banderas de Alemania y de Italia, en la tierra de Cervantes! La Academia Española está dispersa. sus autoridades, las únicas con derecho para restablecerla, casi diríamos para reconstruirla, se encuentran adoloridas bajo cielos extranjeros.
o menos venían a coincidir con las especialidades que las antiguas Academias cultivaban, tenía y tiene el propósito de acabar con métodos viejos, de orientarse hacia los problemas populares y de evitar que las Academias si.
guieran siendo asilo de lo más anquilosado y retrógado de nuestro país.
Las circunstancias terribles porque hubimos de atravesar impidieron de momento la realización del plan concebido. Mas al instalarse el Gobierno en Barcelona y ante las dificultades de poner en marcha un organismo tan complejo, el ministerio de Instrucción Pública creó una Comisión Delegada del referido Instituto. integrada por el venerable Ignacio Bolívar, como presidente; de Tomás Navarro Tomás, vicepresidente, y en representación de la Academia de la Lengua, y de los Sres. Manuel Márquez, Bartolomé Pérez Casas, Pedro Carrasco, Antonio Zo.
zaya, y del que suscribe esta carta, como representantes de las extinguidas Academias de Medicina, Bellas Artes, Ciencias Exactas, Ciencias Morales y de la Historia, respectivamente.
Atribuciones de la Comisión Delegada eran y son el ocuparse de todos los problemas concernientes a las suprimidas Academias, de sus edificios, objetos de arte, bibliotecas, archivos, La respuesta a la pregunta de Lenc la hallamos en esta carta inédita que nos llega de México, firmada por Dn.
Agustín Millares Carlo, catedrático de la Universidad de Madrid: etc.
En la muy estimable revista El Gráfico, de Bogotá, número del 26 de noviembre de 1938, nuestro amigo y colaborador Luis Nieto Caballero, tan despierto, hace esta pregunta. Qué se hizo la Academia Española?
En el Repertorio Americano de San José de Costa Rica acabamos de leer las cartas en que Mario Sancho y Joaquín García Monge renuncian a continuar formando parte de la Academia de la Lengua, en el supuesto de que sea verdad la adhesión de dicha institución a la falsificada Real Academia Española, presidida por don José María Pemán, que el general Francisco Franco estableció en Salamanca.
Para honor de Costa Rica, el director de la Academia, don Ricardo Fernández Guardia, uno de los más encumbrados personajes en las letras de la progresista república, desmiente la versión y asegura que no ha podido salir sino de la interpretación equivocada de una carta que, por conducto de su amigo don Anastasio Herrero, dirigió a don Luis Quer y Boule, a Salamanca, preguntándole por la suerte que haya corrido la Academia Española, una vez que desde el comienzo de la guerra no ha llegado noticia directa de ella a la Academia costarricense.
Don Anastasio, franquista como su nombre lo indica o lo hace presumir, le entregó la carta a don José María Pemán como una adhesión de los académicos costarricenses a lo que empezó llamándose Instituto de España y ya va en Real Academia Española. El problema nada tiene que ver con la política. Franquistas o leales, y simpatizantes de la revolución o amigos del gobierno, tienen que estar de acuerdo en que se trata de un abuso y de una usurpación. Director de la Academia auténtica es el gran humanista Menéndez Pidal, cuya nostalgia de patria se abriga hoy en los claustros universitarios de los Estados Unidos. Lo de Salamanca es un juego.
Varios académicos, de los más eminentes, como Palacio Valdés, Unamuno, Joaquín Alvarez Méjico, 19 de enero de 1939.
Sres. García Monge y Mario Sancho: Muy respetables señores y colegas: En el número correspondiente al 17 de diciembre de 1938 de La Voz de Madrid, magnífico periódico antifascista que ve la luz en París, acabo de leer las admirables cartas por Uds. dirigidas al Sr. Presidente de la Academia Costarricense, correspondiente de la Española.
Permítanme que como ex secretario de la Comisión Delegada del Instituto Nacional de Cultura de España y representante en él actualmente de la disuelta Academia de la Historia, ponga a Uds, en ciertos antecedentes de gran interés, a mi juicio.
En primer lugar, tanto la Academia de la Lengua Española, como las de la Historia, Medicina, Bellas Artes, Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y Ciencias Morales y Políticas, no existen, como tales Academias, desde a poco de iniciada la guerra de invasión que padecemos. El Gobierno español, a raíz ide la odiosa sublevación militar, tuvo el acierto de disolverlas, para crear el Instituto Nacional de Cul.
tura, en diversas secciones, las cuales, si más Nombrado Secretario de la Comisión, se me designó para trasladarme a Madrid, en marzo de 1938, y girar una visita de inspección a los locales de las Academias. Pude entonces comprobar (y de todo ello tengo pruebas fotográficas) los destrozos causados por la aviación y los cañones facciosos en los locales que albergan las instituciones académicas. La de Bellas Artes, instalada en la calle de Alcalá, ofrece su techumbre destruida, con grave riesgo de sus colecciones pictóricas y de su biblioteca, rica en libros del siglo XVIII. En la Academia Española penetró un obús por el techo de la biblioteca, borado el piso y fué a reventar en los sótanos. Para qué continuar? El interior de la Academia de Ciencias es un montón de escombros y su sala de recepciones y conferencias absolutamente imposible de reco.
nocer.
La Comisión Delegada ha atendido al repa.
ro de tantos males, se ha preocupado de la situación del personal, ha hecho trasladar a lugares seguros los manuscritos y libros más preciosos, tales como los famosos códices de Millán de la Cogulla, alguno de los cuales remonta al IX y los ejemplares del Arcipreste John Keith Co.
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