Violence

REPERTORIO AMERICANO 329 Poemas sufridos por España Colaboración. La Habana, setiembre de 1939 Emma Pérez (1939)
Crimen «Salir del silencio es más dificil que salir del mar. BARBUSSE Así deben llorar los niños que se pierden: sintiendo duros golpes del terror en los brazos, mirando aguas oscuras ascender a sus cuellos, a sus ojos salados y a sus cabellos fríos.
Todas las cosas tienen una costra de sangre densa, morada, absurda y ruedan los intentos. sin nacer. de pedirles el más fácil servicio.
Entre el pecho y la luna hay nombres apagados. yo que hundí una vez mi nombre en tus cabellos para sólo llamarme del modo que quisieras!
Ahora no existe más que un nombre para todos.
España está gritando. Socorro, camaradas. Quién le contestaría agitando pañuelos. Hay que extender el índice en las altas montañas. Hay que abrirse la voz con todos los cuchillos. Hay que golpear el mundo con la palabra Crimen. Ah, si unánimemente denunciaramos: Crimen. Qué hago yo aquí llorando como un niño perdido. Manos para rasgarme la garganta dormida, aunque huyan para siempre mis cautivas palomas. Manos para rasgar gargantas y gargantas como sencillos lienzos. Hay que reunir el grito: Crimen. Hay que tirarlo con furia a las estrellas para que caigan rotas sobre las alas duras!
El espanto tritura corazones de niños contra las grises piedras de los muros del alba.
El llanto se desliza por el rostro del tiempo y anega la sonrisa de cuanto era dulzura. De qué será la voz, la gran voz encendida. suma de ríos de fuego. que rechace la aurora falsa gritando Crimen y repitiendo Crimen?
Presiento que de cielos retirados de golpe.
Hay pájaros salvajes acercando graznidos al gran silencio. livido como una isla sin bosques desnudada en el centro de un océano de sangre. Que suba desde el centro de la tierra la cólera. Que se partan los pinos abriendo brazos negros. Que se alejen los mares para volver en olas de suprema violencia. Que se pierdan los ríos. Que el grito Crimen, Crimen. tire al cielo las rocas! que crujan. resecas y arrancadas las lenguas de los que no se mezclen en el grito del hombre. Crimen!
Como hojas muertas vayan las mudas lenguas al borde de la tierra y rueden a la noche que no gira, perenne, descolgada, vacía.
El alba subirá de enronquecidas voces.
El libro que encamina En esta época de la estancia en Cartago se produce un hecho importante que habrá de dar a su vida un objetivo fijo: San Agustin lee el Hortensio, de Cicerón. Este libro hizo una profunda impresión sobre el alma fácilmente excitable del joven. Era el primer cambio palpable en su vida. Su espiritu tomó desde entonces la dirección de la filosofía. no hacia esta o aquella escuela filosófica, sino hacia la sabiduría misma, de cualquier clase que fuese. Asi despertó en aquel joven africano de dieci nueve años un ansia y un afán podero.
sos, casi fantásticos, de buscar la verdad. Qué es la verdad. Dónde buscarla. Dónde encontrarla? Ante estos problemas esenciales de toda filosofia viose colocado súbitamente el joven estudiante.
Pero todavía surge en él otro problema difícil: la cuestión de la esencia y origen del mal. De Matias Baumgartner, en el estudio San Agustín. Los grandes filósofos. Revista de Occidente.
Madrid. 1925. Con ser rico basta Volpone. De qué te ries, bergante?
Mosca. Me río de lo que estará pensando ahí fuera el señor Voltore. Que este puede ser su último regalo, y que si os moris hoy y todo se lo dejáis a él, cómo mejorará de condición, cómo le re.
venciará todo el mundo, cómo le acompañará un séquito de necios aduladores mientras el atraviesa altivamente la muchedumbre, caballero en su mula, tan letrada como él; cómo le llamarán grande e ilustre abogado y cómo en este mundo no hay nada imposible.
Volpone. Nada, menos ser inteligente, Mosca.
Mosca. Señor, con ser rico basta.
Poned un capuchón de reverenda púrpura a un asno, cubridle las indiscretas orejas y pasará por doctísimo catedrá.
tico de cánones. Ben Jonson, Volpone o El Zotro. Editorial España. Madrid. 1929. Razón para la niña (A Elena Duncan)
El padre quiere a su niña que ríe con risa de agua, si en los brazos se le duerme el miedo lo desemblanta, Iparece que moriría todo si se despertara!
El padre quiere a su niña.
Cien tomeguines levantan, volados de su cariño, un velo para taparla. Su cuello se rompería de pena si ella temblara!
El padre quiere a su niña con sus venitas intactas hilitos para coser pétalos a sus llegadas. Qué golpes lo aturdirían si un índice le sangrara!
El padre quiere a su niña del surco a la nube blanca, del fondo del mar con peces a la nieve de montaña, del pájaro ciego al sol y de la luna a la albahaca.
Pero no la quiere en ella solamente sino en cada niño del mundo, la besa en cualquier mejilla clara de niñez, en cualquier rostro alegre o triste de infancia.
Ahora donde más la quiere es en los niños que matan.
En sus rondas sorprendidas, en sus sienes arrancadas, en sus bracitos perdidos, en sus risas calcinadas.
Por quererla hasta morir, tiene el padre que dejarla.
En cualquier niño que hieran pueden herirsela. Llama al padre, a gritos, su niña con voces niñas de España. el padre tiene que ir porque su niña lo llama.
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