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212 REPERTORIO AMERICANO La vida de Albizu Campos, responsabilidad americana Colaboración. La Habono. Dicbre, de 1938 del grupo heroico seria, por el contrario, confirmación de esa promesa. Yo estoy muy lejos de dar a las pugnas políticas un sentido racial, retrazado e injusto, de creer que los pueblos son enemigos unos de otros por el color o por el distinto origen. Si existe, innegablemente, el contagio en el hombre de la masa de la actitud imperial, agresora, que da en el director político de una nación la fuerza ocasional del mayor desarrollo político. Pero ese contagio es curable.
Bastan la propaganda y el diario esclarecimiento. Yo estimo que en el caso de Puerto Rico, y en el de los presos de Atlanta, no se ha realizado con bastante intensidad y consecuencia ese esclarecimieto. Todavía estamos a tiempo. Pero no hay tiempo que perder. La liberación de Albizu y sus compañeros debe ser cuestión de honor de todos los revolucionarios americanos. No estamos en coyuntura de distinguir sectariamente credos ni posiciones políticas. Hay una verdad mayor: que los presos de Atlanta significan la voz de numerosos hombres y que la democracia no puede ser otra cosa que la aceptación de la voz de todos.
Puerto Rico anhela su personalidad. Los caminos para lograrla han de señalarlos los puertorriqueños. nuestra América le importa mucho que se permita a cada pueblo su voluntad genuina. Albizu y sus compañeros son voluntad de Puerto Rico. Deben ser libres como la voluntad de su pueblo. Cuando de cada patria americana salga, por boca de sus mejores hombres, de sus masas sufridoras y honestas, la petición de libertad de los hombres de Atlanta, esa libertad será un hecho; un hecho de trascendencia continental porque a todos los pueblos débiles importa que un pueblo débil tenga sus voceros leales que es lo mismo que tener su libertad.
Pero. a cuándo esperar, a que el esfuerzo sea baldío, a que la muerte, aliada a la crueldad imperialista, nos haya ganado la partida. cuándo espera América para pedir, para exigir, para lograr con su voz unida, la libertad de los héroes puertorriqueños. JUAN MARINELLO Pedro Alb zu Campos, En la prisión norteamericana de Atlanta, entre malhechores y policías, vive un grupo de hombres ejemplares. Vive muriendo. Mil veces el espectáculo del mundo nos hace olvidar la tragedia hondísima de estos hombres. El ajetreo de nuestro tiempo nos distrae del recuerdo angustioso. Cuántas veces, de vuelta de una asamblea, o en marcha hacia un mitin, nos asalta como un remordimiento la sospecha de que alguno de estos hombres no exista ya! Porque, si los hombres honrados de América no lo impiden con una acción enérgica e inmediata, la cárcel será la tumba de estos hombres. mí me desvela imaginar la mirada fija de estos presos diciéndose sin palabras en cada despertar que quedan pocos días para el despertar último. En la tristeza indefinible, tienen, ya lo sé, una veta, de terca alegría, de alta alegría mística: van a morir por un propósito altísimo. acarician una insobornable esperanza: imaginan que las gentes libres de sus pueblos, de los pueblos hispánicos del continente, lograrán una libertad que equivale a la vida.
Pedro Albizu Campos es la cabeza ilustre de esos hombres de excepción. su lado está Juan Antonio Corretjer, espíritu limpísimo y mente poderosa. Ellos y sus compañeros quieren. quién lo ignora en América. la libertad de un pueblo. Son seguidores leales de un impulso viejo y fuerte, servidores de un ideal secular que no envejece; quieren, como sus padres, la independencia de Puerto Rico. Por quererla están aprisionados, por quererla están cerca de la muerte.
No es un secreto para nuestras tierras que en Pedro Albizu Campos hay una de las personalidades más netas y verticales que haya producido la hispanidad de este lado del mar. Conocerle, verle de cerca el corazón magnánimo y la frente inmortal, es un privilegio. Podemos o no coincidir con su pensamiento político. yo no coincido. 1) siempre estimaremos con la entraña su vigor apostólico, su vida sin mácula, su razonamiento acerado y be! igerante, la dación plena y dramática al propósito político que enciende su existencia. Su palabra es, como su espíritu, firme y caliente, elevada y certera. Su acento lleva ternura y fiereza, comprensión y santa intransigencia. Su caso es, para los que creemos en el mestizaje antillano, prueba irrecusable. En Albizu Campos hay sangre vasca, voluntariosa y trabajadora, y sangre negra, confiada y tierna. Es un espécimen admirable de hombre de nuestras islas. Es cierto que todavía andamos muy poblados, en Cuba, en Santo Domingo, en Haití, en Puerto Rico, de gente floja y transigente, de escepticismos y entregas cobardes. Cierto. Pero cuando una tierra, una sola tierra son las Antillas, da un hombre como Albizu Campos, que embraza una fe y sabe morir por ella, puede decirse en justicia que hay en las sangres que hacen a hombre tal sustancia para hacernos grandes.
En New York, en viaje reciente, conocí y traté a la compañera de Albiou. Con decir que es una mujer digna de él queda expresado el total elogio. Me decía doña Laura Meneses de las últimas visitas a la cárcel donde mueren su compañero y los que siguen su fe. No es violar un secreto, aunque quizá la gran mujer nos lo reproche, decir a todos que en la visita última Albica habló a su compañera, con la sencilla entereza de la natural familiaridad que son condignas del héroe, del estado de salud quebrantaJefe del Partido Nacionalista de Puerto Rico dísimo de todos los libertadores puertorriqueños encerrados en Atlanta. tal punto está afectada la salud de todos que si no se decide de inmediato su liberación, Puerto Rico habrá perdido para siempre sus mejores voluntades redentoras.
La muerte de Albizu, de Corretjer, de sus esforzados compañeros de Atlanta, sería mancha grande en la actual postura de los gobernantes estadunidenses y contradicción de promesas y dichos de libertad y democracia. La liberación Noticia de libros (Indice y registro de las publicaciones que se reciben de los Autores y de los Casas editor as) ver, a ver, es mucha la afluencia de li María Aguilar de Billicich: Ana María. Hisbros y folletos en estos días. ver si damos toria de una ternura. Rosario (R. 1938.
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