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REPERTORIO AMERICANO 207 vida: desde hoy viviréis en palacio y os daré el dinero que solicitéis para vuestra benéfica obra.
Réplica amieliana. Viene de la página 200)
llez de los egotistas, sin cuidarse ni poco ni mu puritana fué el sentido moral, lo verdaderacho de aquel recuerdo mortificante.
mente superdiferenciado de toda su psicología. Más adelante Marañón recibe este azagaya: después: Marañón, privilegiado en arrancar los Es curiosa la dubitación ética a que arriba nues velos sin violencia, toma, esta vez, el ángulo metro distinguido psicólogo, al conjeturar, por un nos favorable. en definitiva. Amiel es el esmomento, que la verdadera enfermedad de Amiei teta sexual que busca en el sexo opuesto la bepodría ser la ausencia de sentido moral. Esta lleza en todas sus formas. pero que no llega conjetura no concuerda con muchas característi hasta el amor cas del alma que estudiamos. Lo que se marchi El profesor ibero tendrá que convenir, resuelto en Amiel fué el sentimiento sexual, y lo que tamente, en el valor de la nueva tesis que planobró de modo tiránico gloriosa culminación tea Juan Pablo Muñoz Sanz.
ENRIQUE LABRADOR RUIZ Han pasado varios años. Los enanitos viven muy contentos y agradecidos de su rey, a quien cuidan mucho porque ya está viejito y achacoso. Aquel reino llegó a ser el más poderoso de la tierra porque todos sus súbditos tenían como yalerse y de este modo no se conocían los mendigos.
Se me olvidada decir que a la máscara se le compró un loro barranquero con el que soste nía largas y graciosas pláticas, y que todo fue bienaventuranza hasta que se fueron muriendo uno por uno.
ALFREDO CARDONA PEÑA Erase una vez. Viene de la página final)
curidad permitía ver el rostro bonachón y las mente y sin importarle un pito el sueño del rey: venerables barbas del monarca. Era lo único Señor Rey, Señor Rey, que me roban! Sevisible de su persona. Reinaba el más com ñor Rey, que me roban! Que me rooobaaan!
pleto silencio. Unicamente se escuchaban los Tanto grito, y tanto escándalo armó la desronquidos y la máquina del reloj colocado graciada, que de nuevo despertó el rey y acual lado de la cama. El reloj tasaba los minutos dieron los criados. No querían dar crédito a ceremoniosamente. Tac, tac, tac! La máscara lo que veían.
no se había dormido y observaba todo el apo Trabajo les costó agarrar todos aquellos sento con sus ojos fosforecentes, como los de enanitos, que lloraban desconsoladamente y se los gatos. De improviso, de una abertura disi mesaban los cabellos. Fueron encerrados en una mulada en un rincón del cuarto, apareció un canasta, para juzgarlos y disponer de ellos al enanito misterioso, que era como todos los ena día siguiente. De nuevo el rey se fué a dormir.
nitos de los cuentos: de luengas barbas, de al Hasta los criados se durmieron. Sólo la mástura escasamente de dos pies, y de bonete en cara no pegó el ojo en toda la noche, jadeancarnado y puntiagudo, como los ldie los as do y con la lengua de fuera. El susto no era trónomos. El enanito se dirigió cautelosamente para menos.
hasta un cofre de bronce que contenía ricas pedrerías, pronunció una palabra mágica y lo Al día siguiente, muy temprano, la cesta abrió. Un torrente de luz iluminó la cara del que contenía a los enanitos fué conducida al sagnomo. No hay que decirte, lectorcito, que lón donde se llevaría a cabo el juicio, porque desde su llegada fué observado por la máscara, el rey había amanecido de muy mal humor quien no perdió detalle de sus acciones. Así que con los sucesos de la noche, y quería terminar cuando el viejecito alargó la mano para tomar pronto. Se abrió la cesta en presencia de todos una piedra, la máscara grito con todos sus los mandatarios, y los gnomos fueron puestos fuerzas: Señor Rey, Señor Rey, que te ro en fila. Los pobrecitos estaban con mucho mieban! los gritos despertó el rey, encendió las do, porque la presencia de aquellos señores, a luces, llamó a los criados. En vano buscaron quienes veían altos como gigantes, les infunpor todo el cuarto, revolvieron todos los rin día pánico. El rey exclamó con voz dura: cones. La abertura no fué reparada, y todos to Si no me explicáis satisfactoriamente el maron como una broma el susto de la pobre motivo por el que estábais anoche en mi cuarcara. Volvió a reinar el más profundo silen to, os condeno a muerte.
cio. Cuando calculó que todos dormían, el Entonces los gnomos hicieron un círculo enano torno al cofre; y al intentar robar la para conferenciar, y así, abrazados unos a otros piedra, la máscara grito por segunda vez: Sepor los hombros, deliberaron un rato. Por fin, ñor Rey, Señor Rey, que te roban! Desperel más viejo de todos, el que había intentado tó el rey, sobresaltado. Rápido como una ga robar el diamante, se adelantó y con atiplada cela, el enanillo se escondió en la pared. Llevoz dijo: garon los criados. Pero esta vez, la interpre. Nosotros somos los gnomos que protetada ocurrencia causó mala impresión, porque gen a los desvalidos. Si viera Su Majestad era un desacato a Su Majestad, y el rey ame cuánto necesitado hay en su Reino! Para llevar nazó a la máscara con descolgarla, condenán a cabo nuestra misión nos metíamos en vuesdola así a guardar silencio, si volvía a intetras reales habitaciones, y del cofre de bronce rrumpir su sueño. La máscara no dijo nada.
forrado en muselina roja que tiene Su MajesTemerosa del castigo, prefirió dormirse como tad en su cuarto, sacábamos cada noche una los demás. Un rato después todo era calma. Por piedra preciosa con la que socorríamos a los tercera vez apareció por el agujero. no ya pobrecitos del reino. Pero llegó a remordernos un enano, sino un ejército de enanos que traían tanto la conciencia al efectuar una acción que escaleras, cuerdas y un gran pañuelo. Sin duda no tenía conocimiento de vuestra parte, que alguna, viendo que la máscara impedía sus nos dirigimos al Soberano del Reino Feliz en fechorías, resolvieron robarla también para ac busca de consejo. El nos dijo que buscaría un cionar a sus anchas. Colocaron las escaleras: medio de que nos sorprendieran en vuestro subió un gran número de ellos y estamparon el cuarto, y que en este descubrimiento os conpañuelo en la boca de la careta. Esta despertó, movería en favor nuestro, porque es sabedor de asustadísima. Intentó gritar y no pudo. Claro! las bondades que atesoráis. Pero como pasó El pañuelo ahogaba su voz. Habéis observado, mucho tiempo el asunto se nos olvidó por amiguitos, como nos ponemos cuando un bo completo, de tal manera que la máscara casi nos cado se nos va por mal camino? Pues esto no mata del susto. Ahora nada nos falta qué decir.
es nada comparado con lo que sentía la más Cumpla Su Majestad su voluntad, que será cara. Se asfixiaba. Los ojos se le saltaban. Por acogida con resignación.
fin, haciendo un gran esfuerzo, logró quitar Calló el enano y el rey dijo: la mordaza, y grito, esta vez desaforada. Me habéis convencido y os perdonó la 22 años de. Viene de la pág. 197)
hombre malvado, que ha estado suficiente tiempo en prisión. Tom Mooney, desde la altura de su martirio y desde el picacho de su grandeza moral les responde. Yo no les tengo odio. Yo no tengo animosidad individual contra ninguno de ellos.
Mis enemigos fueron solamente muñecos de los intereses que se levantaron contra mí. Meros juguetes de las circunstancias.
En una entrevista, concedida días antes de su libertad, subrayaba con los ojos vivaces. Opongamos a la fuerza del mal, la fuerza incontrastable del bien. Los enemigos de la clase trabajadora se han cebado en mí. No im porta, porque Mooney ganó, porque Mooney finalmente ganará.
56 años a cuestas. El pelo blanco, los ojos inyectados, pero aún con el fuego, el brillo y la furencia de los primeros años. Así egresa de San Quintín, un inocente, un hombre, un trabajador. 22 años vivió el drama hosco del condenado. Rumió en silencio sus bondas congojas, y ha triunfado. Los testigos que declararon contra él, en el juicio, como el Fiscal que lo acusó, convinieron en que los testimonios prestados y acumulados en el proceso eran falsos.
Porque la única evidencia que existía era la de su inocencia.
Mooney, por eso, continuará en su trinchera de batalla. El espera encontrar un puesto de militante, en el movimiento obrero decidido a conquistar los derechos de clase.
Feliz en el martirio, agudizando su valor, su coraje y sus bravíos impulsos para denunciar y derribar a los enemigos, es un ejemplo, una lección, una página de la historia del movimiento obrero.
FERNANDO LEÓN DE VIVERO REVISTA DE LAS INDIAS MENSUAL cargo de la ASOCIACION DE ESCRITORES AMERICANOS ESPANOLES Director German Arciniegas COMITE DE REDACCION: Sanín Cano, Luis de Zulueta, Tomás Rueda Vargas, Benjamín Carrión, Pablo Abril de Vivero.
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