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REPERTORIO AMERICANO 221 cosas ta de Nicaragua, Sandino, nuestro Sandino, es el vencedor de las poderosas armas con que los Estados Unidos quisieron dominac a Nicaragua, a un país de nuestra raza y de nuestra alma.
Hoy acaso no, pero mañana, en ese fatal mañana de todas las justicias, nuestros pueblos levantarán estatuas a este Sandino que hizo una pelea sin igual un día para afirmar el principio moral y etorno de que la América Latina es libre. Oigan los gobernantes de los Estados Unidos: La América Latina es libre. Si, señores Roosevelt y Hull, la América Latina es y quiere ser eternamente libre. No lo quiere ser sólo de los poderes inicuos de todo el mundo. al buer.
entendedor pocas palabras bastan. Nuestros héroes serán los Juárez y los Sandino. decimos esto, porque sabemos que para el hombre de México es honroso poner a Sandino a la par del Presidente Juárez. Los hombres a quienes honramos y honcaremos serán a los Sandinos, pocos o muchos, que en momento de peligros públicos y continetales se vayan a la selva, se vayan a las Segovias a proclamar como los héroes de todos los tiempos, como los héroes de nuestra raza indigena, el principio de libertad y de respeto de los pueblos grandes a los pueblos pequeños.
Lo que nos asombra hoy es que el Gobierno de los Estados Unidos haya obligado a los representantes de la justicia de ese gran pueblo americano para que también ellos le hagan honor al señor Somoza, el ejecutor de Sandino.
Hay ciertas que al menos deben ser disimuladas, señores gobernantes de los Estados Unidos. El hoy Presidente de Nicaragua ejecutó a Sandino sin normas judiciales. Esto, que se hace con el más desgraciado de los hombres, no le fue concedido al Libertador de Nicaragua.
No podemos negar que la providencia tiene inspiraciones singular as y que es preferible que para la gloria de Sandino, y para la simbólica de los intereses continentales, fue preferible que Sandino muciera así como murió y no criando cerdos en las Segovias, Conservó su altura de héroe, los signos sagrados del destino que se había impuesto, sus prestigios universales, y al caer muerto, explotó para Nicaragua, para la América y para el mundo, una aurora de redenciones. El cayó como todos los que en el mundo han muerto por libertar a sus naciones. La gesta de su país, luchando por su libertad plena, es la misma en que se debaten con gallardía todos los pueblos pequeños, humildes o indefensos del mundo. Es la gesta de Austria, la de España, la de Checoslovaquia, la de China y la de Polonia.
Este período de la historia universal comenzó con Sandino en Nicaragua. El período de los héroes bandidos, como dicán en los Estados Unidos. Pero estos héroes bandidos son los que li bertan a las naciones. Es un escarnio que la justicia americana se haya hecho representar en el homenaje a Somoza, para honrar al hombre que violentó la justicia, la justicia, lo único que el hombre civilizado ha conquistado como el don más precioso de la cultura humana.
Quede estampada así nuestra protesta en esta hora. No olvidaremos esta hora. No olvidaremos esta actitud de los gobernantes de los Estados Unidos. Jamás la aplaudiremos y la tendremos en cuenta siempre que ellos apelen nuestros sentimientos para hablarnos en nombre de inteceses superiores del mundo. No olvidaremos que en los Estados Unidos se procede con un doble criterio: se halaga a los pueblos de América con ideas fantásticas y se rinde homenaje extralimitado a los que no son fieles a los intereses vitales de nuestras nacionalidades.
Pero que se queden los Estados Unidos con los Somozas: que le levanten una estatua al hoy Presidente de Nicaragua, en frente de la estatua de la Libertad: para eso tienen hierro y bronce; que coloquen su retrato en los salones del Capitolio, cerca del retrato de los Washington o de los Monroe. Nosotros, pueblos libres de América, algunas veces mártires, exaltaremos siempre al hombre que expulsó de Nicaragua a los representantes del ejército imperialista de los Estados Unidos. Si hay hombres en América que quieren para sus pueblos la dominación de los Estados Unidos, la dominación italiana o la dominación alemana, hay también hombres que queremos la libertad de la América indígena.
Itinerario de Eugenio Mía, de Hostos Nos guís Antonio Pedreira, en su libro Hoslos, ciudadario de América. Madrid. 1932 HON Hostos ha sido una de las más altas voces de la conciencia colectiva de Hispanoamé.
rica. Carlos Arturo Torres.
La frase desoladora de Voltaire sobre los clásicos gravita sobre el recuerdo de Eugenio María de Hostos: es un hombre que todos conocen y nadie ha leído.
una idea El juicio sobre Hamlet está reputado por don Bartolomé Mitre, lentre muchos más, como el estudio más profundo y concienzudo que se ha escrito sobre esa obra primada de Shakespeare.
El punto de partido para estudiar su personalidad, tan rica en matices, no hay que buscarlo en libros ni en funciones vitales, sino Proyeclo de monumento a la memoria de Hoslos en el cogollo intimo de su conciencia. Con tener obras y hechos que bastarían en cualquiera de sus partes para inmortalizar a un hombre que a que elevamos su significación, adquiere sus nobleza del pensar y la santidad del sentir. La pudiese mostralos en su abono, es su carácter cabales proporciones a la luz de sus hondos su tarea le fue completamente fácil, porque, obrero su hombría, su conducta lo que debe constituir frimientos, de sus continuos sacrificios en los de su propia cantera, a fuerza de introspección el inicio. Hay grandes sientalidades que al tra días de extremada lucha en que jamás manchó fue limpiándola desde su adolescencia de impuvés de sus obras son representativos de una raza su excelsa calidad de hombre con rezas; y del flaco chorro de sus defectos hizo y en su intimidad la denigran convirtiéndose en baja o una actuación indigna. Si quieres ser un caño generoso para sus virtudes.
sus peores ciudadanos. En Eugenio María de hombre completo se decía siempre pon todas La moral que predicaba desde mucho antes de Hostos, la vida privada, pura y diáfana, era las fuerzas de tu alma en todos los actos de tu concebir sus doctrinas sociológicas, le nacía de una prolongación de la vida pública.
vida.
adentro como una fuerza espontánea, libre de Debemos confesar y perdónesenlos este egois Bien saben los que hayan sentido apetencias de gazmoñería y de puritanismo externo. No conmo que uno de los placeres inéditos para los integridad moral que no es tarea fácil ir la cebía, por esta natural inclinación, que el homque lean estas páginas, lo ha saboreado muchas brando a golpes de renunciación y de abstinen bre perverso no pudiese corregir sus flaquezas saveces el autor con la lectura del manuscrito en cia la columna interior en que han de descan biendo que lo mejor que hay en el mundo es que Hostos analiza con la más rigurosa contrición sar nuestros hábitos. es más difícil todavía, si ser bueno. Pero no era la suya aparatosa bonlos repliegues más profundos de su conciencia. Al en vez del mistico aislamiento que engendre dad que comerciaba con la modestia hipócrita al salir de esa Corte Suprema en pleno juicio, en que puras nuestras ansias de perfección, tiene el servicio de motivos interesados. No era la carila fiscalización de los propios actos no tuvo otro hombre que soportar diariamente la marejada dad de su pensar un pregón público lanzado copropósito que el de la enmienda, siente el espí de las pasiones humanas, para lo cual no hay mo tantos para llenar los ecos de las columnas de ritu el acicate de su conducta, y pronto a la emu espíritus superiores, ni prestigios inmaculados. la prensa o la biografía cotidiana. Su bondad lación, exclama consternado: he aquí una meta: En Hostos tropezamos con una premeditada ten manaba silenciosa de su entereza de carácter, de conozco a un Hombre. Esta categoría máxima dencia a vitalizar los actos de su vida con la su integridad de hombre, de sus convicciones cris. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica