Violence

124 REPERTORIO AMERICANO Siempre que la llamaba ella venia recostada en el fieltro de su coche, y rasgando el engerce de su broche me mostraba la luz de la armonía. pasarán los años, y en la brega del porvenir. limpido y terso del ideal que me anima y que me anega Haz con ellos tu manto y tus celajes; remunerado soy si bajo el dia hieres con el fulgor de tu hidalguía la más humilde frente de tus pajes.
Yo la ví bajo el arco de la luna.
u su paso dejaba suelta una inquietud de febriles mariposas.
siempre habrá alguna luz, siempre algún rastro: hoy, que estoy vivo, convertido en verso, mañana, muerto, convertido en astro.
Yo regiré mi vida por tu signo y en tanto que a adorarte me resigno con estas quince perlas te saludo.
XV Tiene un áureo mantón de madreselvas, y va triunfal y eterna, por las selvas donde duermen los lirios y las rosas. Señora de mis pobres homenajes.
como Góngora digo: Oh Poesía!
luz de mi fé, bálsamo de mi alegría, en tus manos ofrendo mis encajes.
Hechas están, Señora, a tu memoria: enjoyate con ellas, para gloria de los invictos soles de mi escudo.
ΧΙ San Salvador, El Salvador. 1936.
En esta triste realidad yo vengo con la luz de una lámpara votiva, pebetero de amor y llama viva para la gloria azul de mi abolengo, Canto a mi maestra Noemí Morales Como un Cirano vencedor yo tengo ancha la capa, la mirada altiva y una robusta juventud cautiva del infinito anhelo que sostengo.
Maestrita dulce y buena de mis años mejores: whenes a mi como un revuelo de campanas a despertar mi corazón. está así, tácita y honda en mis ensueños en el marco dorado del tiempo y la distancia. estás, ayer como hoy, viva imagen intacla, igual que cuando entrabas por mis ojos de niño. qué bella te miro. qué linda, y qué blanca. Dónde se fué la idealidad que trina, la Diosa que los cantos ilumina refugió sus deliquios en qué parte. Del silencio letal al frío soplo se oye tan sólo el ruido de mi escopio que se aproxima a la región del Arte!
XII Más dulce y lleno que áspero y exiguo viajero soy de una ágil catabela, mientras persigo la perdida estela con el timón de mi bajel antiguo.
Mi anhelo es grande y mi soñar ambiguo: paloma blanca que en las tardes vuela y fuerza que en el fondo se revuela en la pujanza de oro que atestiguo.
Tengo un vago temor de que cuando me escuches ruborosa me digas: Señor, qué dice Usted. Tendrás razón. El timbre de mi voz no es el mismo: el viento de la noche y el grito de la vida lo han vuelto duro y ronco, pero siempre vibrante!
Tendrás razón. Hoy ya todo ha cambiado. Hoy es mi maestra, la vida; mi lección, la experiencia, mi tarea, la lucha; mi castigo, el dolor.
Oh, qué cosas, maestrita. Oh qué cosas que pasan en los vastas designios de los planes de Dios. Si no fuera que un hilo cariñoso nos ata, jamás en mi existencia te hubiera vuelto a hablar.
Pero te quiero hablar. te quiero hablar sie mpre.
Con palabras desnudas y tibias y mojadas en la humedad de la emoción y del aliento. guardo para ti, como flores, mis versos, cestas con margaritas y sonetos.
como cuando era tu santo y te llenábamos la clase de colores. Oh ilusoria feliz, honda y distante que rendirás un corazón amante en el profundo arcano de la vida!
Tu voz será la más ungida y fuerte cuando en la lucha con la oscura muerte caiga mi cuerpo en actitud vencida.
XIII Tenga mi alma majestad de oceano con humildad un tanto nazatena; interprete la onda que resuena mi corazón, bajo el azul indiano.
Cubra mi cuerpo manto virgiliano, cinta mi frente la guirnalda helena y arrogante. magnífica y serena la testa erguida en gesto soberano.
Ensaye una actitud de mansedumbre cuando ría la indócil muchedumbre a la vista del lírico estandarte.
Pero mira, maestrita, que mientras te hablo, sube una alegría extraña que se antecede al llanto. es porque estoy de pie en el puerto de la vida mirando tu duro alejamiento inexorable, y viendo que contigo se marcha mi única juventud, y que te llevas. algo de mi ser, cuando ya la tarde caiga sobre el muelle yo he de volver la espalda al ancho mar en que te pierdes; y el pito de las fábricas será la campana que llamará a las aulas de la vida. Como antes correré febrilmente con mis libros de ensueño por temor. oh maestrita! de llegar atrasado.
Comenzará la clase. Tendré por compañeros atléticos obreros de brazos desnudos, obreros de la forja y obreros de la idea, mineros que caminan entre la noche, solos, buscando los tesoros que yacen escondidos en las oscuras selvas del espíritu.
Pero siempre, en la lucha, con los puños crispados, en medio la violencia del esfuerzo y la marcha, siempre estarás en mi, fija e intacta, con tus enojos insinceros, con tus ojos profundos e inexplicables donde siempre estaba un amor amaneciendo, y que a veces amanecían húmedos, y que me hacían pensar en lluvias silenciosas.
iy correrá tu risa joven poblando mis silencios de ruidos inefables! estarás, como ayer y como hoy, tácita, y dulce y honda en mis ensueños, viva imagen intacta en el marco dorado del tiempo y la distancia.
Dé a conocer mis armoniosos goces y obtenga la sonrisa de los Dioses ique quiero hollar en la región del Arte!
XIV Como una hostia de esplendor circuida yo levanté mi ideal; trágicas manos se alzaron; palabras duras, insanos pechos befaron crueles la nacida esperanza. Pero en la dolorida realidad, escuchando los paganos gritos, lleno de estrellas y de arcanos siguió mi ideal en medio de la vida. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica