Imperialism

136 REPERTORIO AMERICANO Hostos y Albizu Campos Por MAURICIO MAGDALENO De El Universal. México, Envio de Doña Laura de Albizu Campos. Bronx, York.
Sesenta y cuatro años vivió sobre la tierra Eugenio María de Hostos y, ya muerto, vivirá el respiandor de su vida cuanto sea dable a América vivir y prolongar en sí su aliento, pues insertado en lo más hondo de su placenta está y alimentando al Continente todo con el fluir soberano de su genio.
Fue un ingerto portentoso del genio ibérico y el genio americano y; a treinta y cinco años del día en que cerró para siempre los ojos en el refazo festival de Santo Domingo, la amada Isla que le dio cobijo amoroso y antes había albergado entre las palmeras de Montecristi, a José Martí, aparécesenos su humano rastro investido de un conturbado misticismo de redentor. Cara apostólica y tatuada toda por el se lo que pone en los grandes el estremecimiento de la grandeza; así le representa la piedra que talló Victorio Macho, el recio español, y que condecora con su palor solemne el jardín de la Universidad de Puerto Rico, a unos cuantos kilómetros de su Mayagüez donde abrió el alma al soplo de su Isla hermosa y esclava. Barbilla incisiva y espesa calzándole la serenisima faz y ccnfundida toda con el blanco mostacho de evidente pergeño hispánico; sin querer, la imaginación trae el recuerdo de Marco Aurelio noble majestad de paz de cara descansando en barbado plinto oval y, más cerca, tocándose ya con el puertorriqueño, contemporáneo de él, el de Miguel de Unamuno, el de la breve barba blanca que a haberle conocido habríale soltado alguna gran palabrota efusiva.
Amigo fue de Benito Pérez Galdós, quien ha bla en su Prim de un Hostos talentudo corajudo. y de los más prominentes revolucionarios de la España subvertida en Cádiz por el bravo catalán. En el Ateneo de Madrid gritó su Hambte de patria libre a la monarquia y luego a la república, una vez que ésta adueñóse de!
mando y, a su turno traicionó a sus colonias de EOSTOS BRIXENCH Escultura de Victo Macho Nació en Mayagüez, Puerto Rico, el 11 de enero de 1839.
Murió en Santo Domingo. Rep. Dom. el 11 de agosto de 1903.
América y desoyó el clamor de Cuba y Puerto Rico heridos. Fue periodista, escitor, filósofo, sociólogo, moralista, maestro y, por sobre todo y por los cuatro costados y de las vísceras a la médula, un hombre extraordinario. los veinticuatro años escribe. La peregrinación de Bayoán. una novela redentora en la que aventó el alma insuflada de cocaje contra la iniquidad.
Era un sabio de nervioso cuño americano que creía delirantemente en el destino de América y a él consagró el hervor diamantifero de su conmovida existencia. Existencia que podría tener halo, como los de los santos que pintaba el beato Angélico: así fue de cabal, de monumental y de integerrima. Respira todo olor cristiano de pureza, como la de Martí, la de Cecilio Acosta y la de Albizu Campos, el albacea doloroso y magnífico de su ensueño de libertad que hoy tiene el imperialismo encarcelado en la penitenciaría de Atlanta.
Su vida toda resuena, como gravia al viento.
Corrió América de las Antillas al Rio de la Plata y en todos los focos de su magna patria contimental su garra construyó destino. En Chile fue maestro de la Universidad de Santiago; en Lima escribió para la prensa y desde alli metió mano en todos los sistemas fundamentales de la nación el decoro de los americanos; en Buenos Aires soño, frente a la Pampa, el ferrocarril trasandino; en los álgidos inviernos de cuarzo de Nueva York bramó de ira contra la sordera de España, que no oía su propio dercumbe y por no oírlo mantenía esclavos a Puerto Rico y a Cuba; en Santo Domingo enseñó e ideó la Federación Antillana; en Río de Janeiro padeció entre el pobrerio de la opulenta ciudad; en Caracas, a mitad de un alarido, se le advierte inundado de ur sobresalto de noche lunada y se desposa; en Santiago de Cuba, tierra de los Maceos, a la vista de la tragedia de la Guerra de los Diez Años, lloró la suerte de sus veinte pueblos condenados, en un orden u otro, al martirio de su propia forja Allí donde ponía el pie creaba arquitecturas de prodigio. Sirviendo y civilizando y guerreando, proscrito, se le fue la soberana existencia. Mitre reputó el juicio crítico de Hostos sobre Hamlet y Shakespeare superior al de Goethe.
Su Moral Social es un vivo testimonio del genio de América, como La Voráginle y la carta inspirada de Jamaica y el Facundo de Sarmiento. Si ahora nos suena un tanto canderosa, es porque la medimos iqué feo medir!
con patcón europeo y no de acuerdo con norma de candor nuestro, americano. Creía en el Bien y su moral es humana y natural y carece de raiz confesional: La moral dice no se funda más que en realidades naturales, y no se nos impone (Pasa a la página 143)
Pedro Albizu Campos Jefe del Partido Nacionalista de Puerto Rico. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica