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264 REPERTORIO AMERICANO blo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarle; de donde se origina la usurpación y la tiranía. Un justo celo es la garantía de la libertad republicana, y nuestros ciudadanos deben temer con sobrada justicia, que el mismo magistrado que los ha mandado mucho tiempo, los mande siempre.
Con igual vigor está consignado en ese discurso el principio de la igualdad política y civil que el Libertador subraya afirmando enérgicamente que la raza india y la negra deben estar colocadas en el mismo pie de la blanca.
El documento es armonioso, equilibrado, con igual respaldo en la experiencia y la teoría. Es la etapa más feliz, más serena, más certera del ideal político de Bolívar. hecho un equitativo balance de todas sus partes es una pieza sinceramente republicana, de un liberalismo moderaldo, pero suficiente para justificar esa filiación ideológica en el Padre de la Patria, Sin embargo, allí están expuestas de una manera insuperable las razones que aconsejan la desconfianza respecto de la aptitud de las poblaciones de América para la libertad. Allí se hace una descripción de formidable valor sociológico acerca de las condiciones del gobierno colonial y se dibuja con rasgos escultóricos la pasividad y la impotencia enervantes a que estuvieron sometidos los pueblos subyugados por la corona de España; la elocuencia de aquellos pasajes insinúa en cualquier espíritu una duda sobre la oportunidad de la democracia para aquellos pueblos recién arrancados de la servidumbre.
Allí está consignada la frase que plagió después el señor Núñez en otro documento memorable, y según la cual las monarquías deben ser tolerantes y las repúblicas autoritarias. Allí está preconizada con énfasis magnifico la necesidad de los ejecutivos fuertes, más fuertes que los otros órganos del Poder; allí se propone como modelo y arquetipo de gobiernos, la monarquía inglesa, que entonces no había llegado sino a la mitad de su evolución en el sentido parlamentario, y a pesar de eso se afirma al mismo tiempo que el jefe del Estado de las nuevas repúblicas debe tener mucho más poder que el rey de Inglaterra; allí se habla de oponer diques a la licencia del sufragio; allí, sobre todo, se propugna el dogma del senado hereditario, que fue uno de los más grandes y tenaces errores del Libertador. Sin olvidar que entre la libérrima Atenas y la brutal Esparta, Bolívar, que sin embargo había demostrado en aquel mensaje tan profunda penetración histórica, se pronuncia, demostrando aberrante ceguedad, por la tierra de Licurgo que, como ha dicho alguien, apenas dejó de sí el recuerdo de un puñado de hombres testarudos a quienes sacrificó Leonidas en las Termopilas.
Bolívar en 1829 (Del natural, por Antonio Salas)
Bolívar rechazó la autocracia Dos fragmentos del libro: Antología Bolivariano; son parte del interesante estudio: Bolivar maquiavélico, por Carios Lozano y czano. Ediciones Antena.
Bogotá, 1938 El discurso de Bolivar en el Congreso de Angostura (15 de Febrero de 1819)
Meta de Bolívar: la democracia Bolívar se manifiesta como un obediente servidor del Congreso de la Nueva Granada, a pesar de que había ironizado sobre el tener filósofos por jefes y dialéctica por táctica. Mas ello puede explicarse como imposición de las circunstancias y habilidad política, puesto que su suerte dependía de aquella asamblea. Pero pocos años más tarde, agobiado de laureles. cómo si no era un demócrata sincero reúne el Congreso de Angostura, acepta y patrocina la concu.
rrencia de un grupo de eruditos y utópicos teorizantes, resigna el poder en sus manos y firma gozoso una Constitución de la cual había de renegar más tarde y cuya desgarradura violenta fué el germen de la conspiración septembrina?
Hemos llegado a propósito de aquel congreso a uno de los momentos culminantes de la expresión del pensamiento político del Libertador, y a una de las páginas más eminentes que salieron de su mano, página tal vez sin paralelo en la historia constitucional del continente. El estilo es majestuoso, severo y solemne; el pensamiento denso, magistral, fulgurante. La superioridad intelectual y la dilatada cultura que aquel escrito demuestra, colocan a Bolívar entre las altas autoridades en ciencias políticas de su época.
Analicemos tan rápidamente como lo impone la limitación del tiempo, aquel documento.
La base de cuantas argumentaciones están allí expuestas, es la soberanía del pueblo y la supremacía de la voluntad popular. El origen de la autoridad y de la organización jurídica la encuentra Bolívar en las determinaciones de las libres mayorías, libremente consignadas. No debe olvidarse a este respecto que de ahí en adelante, en ningún momento prescindió Bolívar de esta doctrina, que es dentro de su pensamiento el hecho fundamental que nos autoriza para llamarlo demócrata. Están consignadas allí también las siguientes palabras que son la más autorizada refutación de la carta boliviana concebida seis años más tarde: las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueBolívar no renunció nunca a la libertad. Bolívar no admitió nunca la teoría del gobierno autocrático. Bolívar no preconizó nunca la bondad intrínseca de la dictadura. Al elogiar la monarquía se refirió siempre a las monarquías constitucionales. He aquí, puesto al desnudo, su pensamiento: Cuando hablo del gobierno británico, sólo me refiero a lo que tiene de republicano, y a la verdad. puede llamarse monarquía un sistema en el cual se reconoce la soberanía popular, la división y el equilibrio de los poderes, la libertad civil, de conciencia, de imprenta y cuanto es sublime en la política. Puede haber más libertad en ninguna especie de república. puede pretenderse más en el orden social?
Los azares y vicisitudes de una lucha de 15 años, durante los cuales estuvo en contacto con hombres de las más diversas condiciones y sentimientos, y conoció por percepción directa la indole de las varias nacionalidades de la América septentrional, pusieron su espíritu ante expectativas y panoramas antagónicos, que con influjo contradictorio se reflejaron sobre su ideología. Pero cuando todo medido y pesado, el Libertador consideró necesario afirmar su verdad; cuando el final de una guerra muy larga planteó la urgencia de decidir cómo había de organizarse el gobierno frente a los problemas de la paz, el héroe pidió apenas el aplazamiento, no la abolición de la li.
bertad política; pidió una etapa de transición entre la Colonia y la Re.
pública. Pidió una autoridad sin nombre en los anales de la teoría constitucionalista, como la de Pericles en Atenas y la de Cayo Graco en Roma. Debe aceptarse que aquel tipo de autoridad se acerca más a la monarquia que a la república. Pero suprime la tradición de la realeza, acostumbra al pueblo a proclamarse soberano y capaz de cambiar al gobernante, y prepara el advenimiento gradual de la democracia. Desde luego en la teoría. La experiencia humana no confirma esta esperanza halagüeña. Bolívar erró en la escogencia de los medios, y en sus últimos días alcanzó a comprender ese error. Pero el concepto equivocado por él acogido no fue el que ahora celebran (Pasa a página 267. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica