Violence

228 REPERTORIO AMERICANO tro. Cuando así se vilipendia la dignidad humana, aunque sea en la persona del más innoble adulador; cuando el tirano tolera y premia que conviertan en incienso sus deyecciones ¿quédale, acaso, algún derecho para implorar misericordia una vez caído, cobarde todavía ante la muerte y el infortunio? Porfirio Díaz lo vio Lugones en el lujoso hotel de París donde se hospedaba.
Reflexiona entonces: Cualquiera que haya sido su conducta, el respeto al anciano es inviolable; pero confieso que el antiguo tirano, convertido en ricacho vulgar, resulta una ruina sin interés y sin grandeza. es que nada tan bajamente igualitario, tan plebeyo de suyo, como el dinero. No es así que un escudo vale lo mismo en la mano del gañán y en la del magnate. No son de la misma naturaleza el dinero del señor y el del lacayo? Tiranos ricos que pasan a ser burgueses opulentos, con ello adquieren la polisarcia vil de los toros evirados; y la dign dad tremenda, la colérica serenidad, el austero sabor de infortunio que constituirían la dignidad de su importancia, los ensueños de grandeza desvanecida, el oprobio mismo, abortan bajo una densa impermeabilidad de gordura. Empéñese usted en sacar sangre, hiel o rubor a una lonja de tocino!
Nosotros, sí, compadecemos y perdonamos, porque en nuestra relatividad, análoga a la del culpable, calculamos por los nuestros sus do.
lores. Pero ¿qué significa ese insecto a la inmensa bola de piedra sobre la cual va rodando, en el abismo de la eternidad. Ah, cómo progresa, a pesar de todo, la justicia sobre la tierra. Antes morían los tiranos sin castigo, muchas veces cubiertos de gloria, dejando una duda acobardada sobre los grandes misterios de la inmortalidad y de la justicia. Ahora no. Duran cada vez menos, caen pronto como los frutos en avanzada madurez.
son los derrumbes esporádicos, pero significativos, de la inmensa cosa que viene. Los muertos están cada vez más inquietos. Las tierras de libertad van negando su refugio a esos horribles apestados que son, en efecto, los tiranos caídos. El día que eso se convierta en una cláusula del derecho internacional, que el despotismo sea posible de extradición como el más grande de los crímenes, habrá sonado una hora memorable. No se hace todavía, porque los gobiernos, representantes del despotismo, son aún demasiado fuertes.
civilización todavía inicua, consumiéndola en ia luz, como a la negra mecha que de estar apagada tizna y hiede. Todo cuanto es inteligente, desde la filosofia hasta la política, comprende, ahora, que debe marchar en el mismo sentido de la inmensa bola de piedra. Tanto peor para los necios que se le pongan delante. Las fieras petrificadas en los cienos antiguos, los dioses convertidos en escombros, la iniquidad progresivamente enterrada en esos códigos cuyo desuso, como la paz de las tumbas significa vacío y ausencia, están revelando en las bibliotecas y en los museos, que son, como se dice, los templos del saber. cuál es el sentido de rotación de la mole. No importa que tenga ejércitos en la tierra y rayos dogmáticos en el cielo la iniquidad. Más variadas y eficaces fueron las armas de aquellos monstruos; más numerosos y amables fueron aquellos dioses. No importa la terrible majestad de la ley. Temis ba perdido más de una vez sus blancos brazos de mármol. Lo único que no muere, es la euménide que nos habita. Serviles, es víbora que poco a poco nos llena con su ponzoña. Amos, es buitre de bronce que nos devorará tan pronto como idejemos de echarle víctimas. Unicamente libres, aunque sea a costa de la violencia, de la miseria, de la depresión, del dolor, es como se nos vuelve adentro la deidad propicia: la divina Eleuteria, hija del heroísmo. Así, de Epicteto el esclavo, nació Marco Aurelio emperador; procedió, andando los siglos, San Martín, el libertador de pueblos. Tales discípulos demuestran el poder estupendo y divino de la libertad. El hombre libre, que a costa del sacrificio enseña a sus semejantes la libertad, no solamente se inmortaliza. Cuanto más pasa el tiempo, más y mejor vive. Los que, sí, mueren como los monstruos congéneres petrificados en su lodo habitual, son esos miserables tiranos, esos siniestros dioses, agentes del dogma de obediencia que representa la barbarie y la iniquidad.
Alude finalmente a Maura y así termina el artículo (la lección memorable, más bien. Al suplicio de Castro retornan luego las reflexiones del gran escritor:. Maura se extinguirá probablemente, en la blandura de una opulenta vejez, perdonado todavía por su Dios cristiano, consejero de los pobres y cortesanos de los ricos. Más valdrá así! Todo hombre que padece, es, al fin de cuentas, un hermano en desgracia. No hay ventaja ni interés alguno en martirizar al tirano porque éste torturó a la víctima. Semejante brutalidad instintiva pertenece a la barbarie antigua, al dogma de obediencia, al principio de autoridad. La expiación corresponde al destino. nosotros, los oprimidos de hoy, que no lo somos sino porque el grillo nos aprieta, como vamos tirando de él en la premura de llegar cuanto antes, nos correspon de asegurar la libertad y la justicia para todos, incluso los tiranos cuando las necesiten caídos.
Suprimir los amos, todos los amos, desde el autócrata del derecho divino, hasta los fariseos del sufragio universal: he ahí el castigo de paz, de salud, de libertad que infligiremos a esta Por las citas anteriores, se ven los alcance y la importencia de la magnifica carta de Lugones (carta simbólica, diríamos) con que este semanario dió principio a su tarea, en la que prosigue fiel a la consigna que se impuso vein te años hace.
No hay duda, y aquí se siente ya la impersonalidad del destino, que los agentes de ese suplicio ni sospecharon aquella cruel trascendencia. Ellos no buscaban sino un pretexto policial para deshacerse de aquel huésped, a decir verdad undesirable: pero lo verdaderamente feroz del acto no estaba, seguramente, ni en sus intenciones ni en su plan. aquello, consistente en el coraje de la impotencia que roía a ese millonario rico y enfermo, allá dentro de la celda aislada como por una anticipación del presidio: aquello que ultrajaba en él lo único respetable, era la euménide encarnizada con lo más ruin. lo más lastimoso y por esto también con lo más oculto de su carne humana: el pobre diablo de su calabozo interior.
Cruel, si: horrible. Pero, acaso, cuando fué omnipotente, hirió él de otro modo? Cuando ultrajaba al adversario en sus afectos más respetables, cuando lo desesperaba con la ruina.
cuando lo infamaba con el grillete, cuando lo fusilaba alardeando soldadescas crueldades. dónde hería sino allá mismo, en lo más delicado de la dignidad y del corazón?
Ahi, pues, es donde clavan los déspotas su garra como las fieras que nunca tiran a morder sino en los puntos vitales. por eso, cuando la euménide los avasalla, es en lo tierno de la entraña en donde les mete el pico de buitre que hace renacer aquello mismo que devora.
Es que los hombres y los dioses pueden perdonar, pero no el destino. La justicia de aquéllos perdona, porque también castiga. El destino nada sabe de castigar. Es una expresión de aquella ley de causalidad inexorable, absolutamente inexorable, porque de su permanencia depende la estabilidad del mundo: y como ella consiste en la fatalidad con que toda causa produce su necesario efecto, de ella resulta que todo crimen lleva irrevocablemente implícita la expiación. Por esto el destino, en la mitología de los griegos, era más fuerte que los dioses. Por esto también el perdón de los antiguos no eliminaba la expiación, sino en la parte de que la víctima podia disponer. La ley del destino tiene por cimiento el cosmos.
CANSANCIO MENTAL NEURASTENIA SURMENAGE FATIGA GENERAL Proseguimos la revisión. En el Nº del tomo I, aparecen dos notas sobre Lugones, de actualidad en cierto modo irónica. en estos días. Con ellas, viene el retrato del escritor, en el magnifico dibujo de Vázquez Díaz.
Son dos notas sacadas de Ideas, de Buenos Aires. Habla en una Xenius, que así firmaba entonces sus escritos Eugenio u Ors.
Dice la primera nota: son las dolencias que se curan rápidamente con Kinocola el medicamento del cual dice el distinguido Doctor Peña Murrieta, que Si Francia ha perdido un académico en Verhaeren. por qué España no ha de ganar un académico en Leopoldo Lugones?
Probablemente esto a él no le importa.
Pero esto puede importar en gran manera al habla castellana y a sus destinos.
Lugones es el más prodigioso inventor verbal de las cuatro Españas. la castellana, la nuestra, la de los portugueses y la de los americanos.
Cada palabra antigua en boca de este poeta parece pronunciada por primera vez. Cada palabra nueva parece inmemorial.
Grávida de tradición es su novedad. a las academias interesa vitalmente traer a redil todas las tradiciones, aunque se trate de tradiciones ide seis años. presta grandes servicios a tratamientos dirigidos severa y científicamente.
Me parece una de las personalidades más interesantes de la República Argentina. Es un Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica