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266 REPERTORIO AMERICANO pana. Lástima que el Repertorio Americano salga en tan pocas páginas y no con la frecuencia que quisiéramos. Mayor, más voluminosa e importante sería la compilación; porque cosecha nutricia, hay no poca en los papeles impresos de nuestra América y España (libros, folletos, revistas y diarios. Me complazco en declarar que en esa cosecha, Colombia tiene parte muy estimable.
Pienso en Colombia. Pensar en Colombia es pensar en Bolivar, el almo Pater. Porque no aró en el mar, como dicen que dijo.
Con los años. el arado metafórico se ha vuelto remo y velas y hoy la sombra de Bolívar es la extensión de América y sus promesas, tan amplia, tan abierta para la obra del Espíritu como los dos océanos mayores que bañan sus extensas costas y le traen las ideas. Recuérdese que la tribuna ateniense de las arengas miraba hacia el mar. Colombia es Amércia. América, la nuestra, debiera llamarse Colombia.
Ya está saliéndose, Colombia, hacia su América, de las limitaciones fronterizas de la geografía política. Tiene hombres públicos ejemplares, inteligentes, generosos, que prevén, vigilan, piensan y hacen, que es lo que se necesita, ahora más que nunca, en los que se llaman de Estado. Dedico los renglones anteriores a mi excelente amigo el Doctor Plinio Mendoza Neira, Ministro de Colombia en Centro América, gran animador de las letras nuevas colombianas y mantenedor en Bogotá de la Editorial Antena, nombre ciertamente muy expresivo. GARCÍA MONGE Costa Rica, mayo de 1939.
Dr. Publio Mendoza Neira Ministro de Colombia en Centro América y generoso propu sor de las letras, en libros y periódicos, dentro y fuera de su patria.
También lo saludamos con cariño en este 24 de julio de 1939.
Una lección civica De El Tiempo. Bogotá, junio 24 de 1939 más de su significado directo, del cual han hablado con su acostumbrada competencia otros coloboradores de este diario, la manifestación habida en Medellín con el objeto de mostrar el volumen de opinión nacional en favor de una más amplia descentralización en el uso de los recursos departamentales, tiene indirectamente un valor actual e histórico para señalar hasta dónde han llegado en bien de la república en los dos últimos lustros la educación de las masas en el uso de la libertad y la virtud de la tolerancia para con la expresión de las ideas en los encargados de la administración pública.
Ochenta mil ciudadanos se han reunido en el Parque Berrío de Medellín impelidos por el deseo de apoyar con su presencia y con su entusiasmo a las personas designadas por los manifestantes o sus directores para hacer conocer a toda la república sus ideas sentimientos acerca del asunto, materia de discusión.
En orden completo, no sin cálidas manifestaciones de aprobación o de entusiasmo, los concurrentes señalaron su presencia y su adhesión al pensamiento de los oradores sin comprometer en ningún momento la tranquilidad de la reunión y sin tratar de arrebatarles a los voceros de la opinión el derecho a expresar sus sentimientos con la mayor amplitud y franqueza. La lectura de los telegramas en que se describe el comportamiento de los manifestantes y el tono de las oraciones pronunciadas en el solemne concurso, autoriza al buen colombiano para ufanarse del nivel lisonjero a que ha llegado esta democracia en el uso de sus derechos.
No sería justo comparar nuestra situación política del momento con la vida actual de las democracias europeas azotadas aún por las amargas consecuencias de una guerra sin ejemplo y de una paz desventurada; sería ofensivo para nosotros mismos señalar las discrepancias entre la política interior y la administración pública de los Estados totalitarios y la manera como se desenvuelven en este país las relaciones entre el gobierno y la opinión de los asociados; pero no hay injusticia ni siquiera desproporción en hacer un cotejo entre la vida política de Colombia en el momento actual y la manera como eran tratadas manifestaciones semejantes en las naciones más cultas de Europa antes de 1914. El desfile de cuarenta o cincuenta mil sufra. guistas en 1912 de las orillas del Támesis a Hyde Park puso en alarma a la población de Londres. Policía montada dirigía la marcha de las entusiastas señoras de sus propios pensamientos y gentes adversas al movimiento sufraguista trataban por momentos de trastornar el desfile. El orden parecía sostenerse en el respeto secular del pueblo a la policía, y era común el temor de que una leve oscilación de la conciencia en esos instantes pudiera causar desgracias irremediables.
No las hubo ese día. Meses más tarde, en una hermosa mañana de primavera, a las nueve precisas, todos los vidrios de las grandes casas de comercio y de los bancos saltaban en pedazos a una orden del comando sufraguista. Esta violencia era el resultado de que aquellas mujeres, en un régimen de libertad legal de la expresión del pensamiento, carecían de medios para hacerse oír por la prensa. Los diarios seculares, las hojas de fundación reciente estaban en manos del capitalismo absorbente, y el capitalismo era enemigo de concederle derechos políticos a la mujer. Estas mujeres podían usar de grandes capitales en la defensa de sus opiniones, pero la prensa les cerraba la entrada. Podrían haber fundado un diario para su defensa; pero para fundar un diario en Londres importa poseer millones antes de lanzarlo al público y para colocar en manos del lector indiferente los primeros números hay necesidad de consumir en cada uno de ellos nada menos de diez mil libras, o sean ochenta mil pesos de nuestra moneda. La violencia del sufraguismo arrancaba de no tener sus adeptas órgano de opinión. También los partidos colectivistas apelabas a la violencia por carecer de órganos para defender sus principios y propagarlos.
No hay necesidad de recordar la manera como los gobiernos de París, usaban antes de 1914 el derecho de inspección sobre las manifestaciones públicas de significación política. Al día siguiente de la manifestación en favor de Ferrer en 1909, atropellada por la policía montada, la prensa daba cuenta de las bajas como en la descripción de un vivaz escaramuza en tiempo de guerra.
Aun ante el panorama hispano americano el habitante de Colombia puede aceptar la comparación de su vida política con los demás pueblos del continente sin necesidad de apelar a la indulgencia ante los ojos de quienes quisieran plantear la confrontación. Ni el capitalismo frondoso, ni el peligro militarista, ni la demagogia reprimida amenazan aquí las libertades del individuo ni la tranquilidad colectiva. La historia de un siglo de agitación y de ensayos enseña que en Colombia y acaso en todo el mundo la libertad suministra y la tolerancia en su caso, los mejores procedimientos para gobernar dignamente y para resolver los más agudos conflictos. SANÍN CANO Anverso y reverso Comienzan ya los festejos con que se va a conmemorar el 150 aniversario de la revolución francesa, origen de la democracia, principio de una nueva era bendecida, según unos; maldita, según otros.
Generadora de todos los bienes, para éstos; creadora a e cuantos males han asolado y asolarán la tierra, para los otros. Los tiempos en que era dulce vivir terminaron en 1789, dicen los panegiristas del antiguo régimen. El oscurantismo, la miseria, la esclavitud, el dominio de una aristocracia estúpida, terminaron en 1789, declaran los adoradores de los Derechos del Hombre. Ambos puntos de vista son exagerados. La revolución acabó con privilegios absurdos y dió al hombre conciencia de su dignidad y sus derechos, pero fundó un nuevo orden de cosas que contiene injusticias e iniquidades no meno Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica