Hitler

Repertorio Americano EDITOR: GARCIA MONGE CORREOS: LETRA TELEFONO 3754 En Costa Rica: Suscrición mensual 62. 00 EXTERIOR: EL SEMESTRE: 50 EL ANO: 00 o. am.
SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA El suelo es la única propiedad plena del hombre y fesoro común que a todos iguala, por lo que para lo dicha de la persona y la calma público, no se ha de ceder, ni fior a otro, ni hipotecar jamás. José Martí.
Giro bancario sobre Nueva York Erase una vez. Rincón de los niños)
La máscara que hablaba Colaboración. San José de Costa Rica, febrero de 1939 fuese el mismo demonio, se santiguaron y salieron rápidamente.
El Rey Fulgor se puso feliz. Bajó del trono y abrazó emocionado al príncipe por la alegría que le proporcionaba la adquisición de aquel tesoro; en seguida le invitó a conocer sus dominios. Pasaron a un salón, y a otro, y a otro. todos cargados de maravillas. Pero, cosa rara! El príncipe no manifestó su admiración, ni se inmutó ante la presencia de los elefantes blancos, ni ante los cisnes voladores, ni ante los ruiseñores de oro. El rey observó su desafecto y le preguntó. Tiene vuestro augusto padre, por ventura, alguno de estos tesoros. Mi padre, le fué contestado, lo tiene todo porque es completamente feliz. El rey se grabó esta respuesta; le ofreció en regalo lo que gustase, y su galantería fué rechazada porque el Reino Feliz era una Arcadia Pujante.
Partió el príncipe. el rey, por primera vez, se puso a pensar si las riquezas que poseía eran suficientes para que la felicidad le poseyera, para que la dicha fuese una bella realidad.
Hace una miriada de años que existió un rey inmensamente rico, dueño de cuantiosos tesoros y soberano de vastísimas tierras. Tan famoso llegó a ser por sus riquezas, que en todo el reino, y aun en los vecinos se le conocía con el nombre de El Rey Fulgor, para manifestar su potestad. Tenía un castillo todo de oro macizo, edificado en una altura rocosa; imponente era el espectáculo que ofrecía, con toda la soberbia de sus mil resplandores. Acudían los viajeros de todas las comarcas para admirar y ponderar el poderío de aquel gran señor. El Rey Fulgor era temido y respetado de todos.
Una mañana despertaron los habitantes del reino al ruido de mil timbales y trompetas, unido a gran movimiento de caballería, promovido por los voceros reales, los cuales anunciaban, montados sobre esbeltos corceles, la última voluntad del Rey Fulgor. Consistía ésta en un Ministerio ofrecido a aquella persona que presentase un regalo digno de su persona. Por regalo digno de su persona se entendía algún tesoro de poder fabuloso, algo así como el anillo de los enanos Nibelungos, los pintorescos personajes de la leyenda wagneriana. Porque el Rey Fulgor era caprichoso como ninguno para aceptar la calidad de sus bienes. Dueño era de las bellezas más sutiles. Suyo era un ejército de elefantes blancos que tenían colmillos de nácar. Suyos los cisnes alburales que ofrecían sus espaldas para remontarse a los cielos, como los Pegasos alados. Suyos los lentes maravillosos con los que se miraban visiones angélicas.
Suya una colección de piedras preciosas de todos los colores y tamaños, capaces de oscurecer el sol con la pureza de sus gemas. aquel gran señor lo poseía todo. Pues Asia, Africa, Oceanía, todos los continentes pletóricos de leyendas y maravillas le ofrendaron sus arcones; y los flacos santones de la India, y los plácidos espiritualistas del Tibet habíanle mandado algún misterioso talismán. Así las cosas. qué podían darle aquellos campesinos humildes. Qué podrían ofrecer a dueño tan poderoso?
El peligro de la omnipotencia humana estriba precisamente en un deseo loco de poseer, y poseer más de lo que se tiene, originándose así la ambición. el Rey Fulgor era un poco ambicioso Por eso un buen día, y con el natural asombro de las gentes, se presentó en palacio un extranjero que portaba un presente para el Rey.
Nunca se supo quién era ni de dónde venía.
Unicamente se averiguó que habiéndose enterado del real deseo, estaba dispuesto a satisfacerlo presentando un regalo que entusiasmaría a toda la corte. El extranjero pidió audiencia, se le concedió inmediatamente, y penetrando en el salón de mármol rojo y espejuelos donde el Rey ofrecía las recepciones, ante toda la corte y frente al trono de Su Majestad, hizo una graciosa reverencia y dijo: Poderoso Señor, tu nombre llena de esplendor el orbe de la tierra. La fama de vuestro reino ha llegado a oídos de mi padre, que es el soberano de la Tierra Feliz, y ha querido él que monarca tan poderoso sea poseedor del presente que me encargó daros, y que pondré inmediatamente en vuestras manos: él terminará por haceros feliz. diciendo esto, abrió un saco del que presentó una enorme máscara que provocó la general hilaridad por lo grotesco de sus facciones.
El Rey Fulgor se puso furioso, y amenazó con meter en prisiones al extranjero que se gastaba tales bromas. Pero el joven príncipe explicó. Su poder es éste: colocadla en la pared y enseguida cobrará vida, hablará y pensará como cualquier persona. Haced la prueba. Yo me marcho, porque habiendo cumplido el encargo de mi padre, me constituyo en adelante heredero de sus dominios.
El rey ordenó que fuese colgada; se hizo la operación y todos observaron cómo la máscara abría los ojos de uno y a otro lado, como reconociendo el lugar en que se hallaba. En seguida lanzó una estridente carcajada y se puso a hacer guiños maliciosos, contorsiones ridículas, muecas. y qué sé yo!
El entusiasmo y la admiración fueron unánimes. Al rey se le saltaron las lágrimas de la risa y cogió un dolor de estómago. Los serios y respetables Ministros de Su Majestad, los viejos a quienes una sonrisa jamás había iluminado sus secas caras, olvidaron su alta jerarquía y sus años y rieron desmedidamente. Sólo las cortesanas, temerosas de que aquella máscara Examen de katasismo en Alemania El éxito que la máscara parlante alcanzó en la corte fué completo. La noticia del nuevo hallazgo se difundió rápidamente, y pronto fueron las grandes romerías de gentes a palacio, para conocer personalmente el tesoro. Todos reían su ocurrencias. Todos aplaudían sus respuestas. Era maravillosa. Sencillamente maravillosa. Una máscara que hablaba. de cartón. Habéis visto, queridos niños, esos cabezudos que tanto os divierten en los carnavales? Pues así era; grotesca; enormemente grotesca. Por detrás, hueca completamente; ni un hilo, ni un alambre, nada. La ponéis en la pared, y aquello se mueve por sí solo, y piensa y discurre como un cristiano. guasón. Qué, os parece?
La máscara era un poco indiscreta y revelaba fácilmente faltillas y secretillos palaciegos.
Por ella se enteró el Monarca de que Manfredo, el primer mayordomo, solía apurar unas cuantas copas del mejor vino despensero. de que Su Señoría el Barón de Cranmer gastaba peluca.
Cuántas cosas no reveló la taimada máscara!
Era una verdadera imprudencia sostener una conversación delicada en presencia suya; al al día siguiente lo sabía todo el mundo, y hasta los criados comentaban el asunto. Provocaba recelos y temores a las viejas cortesanas. El ama de llaves de la Marquesa Engracia padecía de reumatismo de tanto subir y bajar escaleras, sólo por el hecho de no pasar delante de la careta! Era ingeniosa, satírica, hiriente: decía a todos la verdad. Además, pensaba como cualquier persona, y idaba respuestas favorables y soluciones que encantaban a los graves problemas de gobierno. Era bistrión y consejero al mismo tiempo. Por todo lo cual su Majestad el Rey Fulgor, cada día más loco con su nuevo tesoro, la destinó para sus reales habitaciones, colocándola encima de la cama.
Por Bagaria MADA. Dica, Ollitos: hay tres personas distintas y un solo Dios verdadero. cuáles son. Paden, Hiko y Aspiritu Santos. el Dios verdaderos, cuál es. In Hitler. Sobresalientes.
En su lecho de plata, sobre ricos cojines rientales y bajo finísimo toldo hecho con hilos de oro, el Rey dormía. Dormía y roncaba.
Todo rey, sobre todo si es gordo, ronca. el Rey Fulgor era gordo y roncaba. Una semios(Termina en la página anterior. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica