REPERTORIO AMERICANO 123 Deja el pesado infolio.
Deja el pesado infolio donde duermen cabalisticos signos de la forma, y tiende tus miradas a la Aurora que disipa los pliegues de la sombra.
Ya que eres impotente, ya que tiemblas al hierático gesto de la Esfinge, aromatiza el aire que respiras y alfombra de luceros tu camino.
Que tu Ideal sea éste: hacer del mundo el mundo de lo bello y de lo hondo, que triunfe entre las leyes la del ritmo, y que sea tu reino el de la Idea.
Deja los vericuetos de la ciencia, deja los amarillos palimsestos; Sócrates al final se lamentaba, y los sabios de Sión no han visto nada.
No quieras penetrar en lo invisible cuando no has comprendido lo que palpas: te estremece un color, palabra o nota, y te atreves con Dios, Esencia Suma.
Deja ya de pensar, canta el poema sacrosanto y eterno de la vida, y mira las bellezas que sostienen los vetustos andamios infinitos.
del dolor y del rojo estigma.
Oid me: la vida es Belleza y lo demás. hondo negror.
Ribeteados y altos arqueólogos duchos en Biblia y Palimsesto, togados y sabihondos teólogos que proferis: la vida es esto.
Oidme: la vida es Belleza y lo demás. hondo negror.
Con vuestra ascética palabra cuando más fuertes os sentis, sale el diablo patas de cabra y os da un porrazo en la nariz, Si escudriñáis el horizonte nebulosa veréis la ruta, y con los viajes de Caronte siente pavor todo el que escruta.
Los movimientos son oscuros de la clepsidra y de la hoz, pero si amáis estad seguros de terminar en vuestro Dios.
al beso del viento se abre la flor: pasa una vida y el mundo que gira, viene la Muerte y espanta el dolor.
Sencillos nacemos. Hilamos la queja, fingimos ensueños las realidades, Al cabo se termina la madeja.
y la vanidad de las vanidades!
Lleno de odio se eleva un cuchillo, temblando de amor la hostia se eleva; el diario trajín tiene sombra y brillo, y el mundo nos trae y el mundo nos lleva. está la angustia en los hombros del hombre, y está la sombra que se abre en la altura, y viene el libro que estampa algún nombre para engañar y explicar la tortura. Qué se hizo la nube y la luz que vimos?
El que se nos va, jamás nos retorna.
Solos quedamos, en vano pedimos.
y dale que da, y torna que torna.
En el barrio abajo la dicha se espanta, el vicio fatal su baba deslie; en el barrio arriba se goza y canta.
Abajo lloran y arriba se ríe.
Por eso os digo que la vida hay que mirarla como un sol, y que este sol es la Belleza y lo demás. hondo negror.
Silentes viejos inclinados.
Silentes viejos inclinados sobre la hondura de los tomos, sabios clérigos iniciados en la ciencia del cómo somos.
Oidme: la vida es Belleza, y lo demás. hondo negror.
Quieto aparezco en mis dias joviales.
Tabaco y sudor. El aire está denso.
Qué cosas, Señor! Oh Señor, qué mengua. Huélase en el aire un poco de incienso, y en el dormir aplaquemos la lengua.
Pitos, grillos, gritos para el oido, rien muñecos de lata de cuerda. Vemos las cosas con otro sentido.
En la batahola, el alma está lerda. Quieto aparezco en mis días joviales en la alegría del quieto vivir, para después con mis bienes y males lleno de sueño echarme a morir.
Pertinaces rebuscadores del más allá con el enigma, celosísimos traductores Que se torne ya el vivir más amable, que una sonrisa ilumine la boca, la piedra que rompa el filo del sable y el vino fraterno nos llene la copa!
Al dedo del Arte vibra la lira, Masferrer humorista (Liene de la página 119)
examinar, refutado o confirmado, rectificado o ratificado, repetido y vuelto a repetir la observación, una, diez, cien y mil veces, hasta que los fenómenos se vean obligados a entrar en el molde sereno de las series, y éstas se armonicen y unifiquen hasta cristalizarse en leyes. Tal manera de trabajar, digámoslo de una vez único método que conviene al trabajo científico tal sistema de trabajar, reposado, asiduo, sereno, vigilante, paciente y minucioso, no sólo no puede encontrar una atmósfera conveniente en la prensa diaria, sino que, precisamente los diarios son su peor enemigo. Los diarios, leídos de carrera, escritos de carrera, comentados de carrera, no son, absolutamente, el campo de acción para hombres que necesitan tratar sus cosas con entera serenidad; discu.
tir friamente, imparcialmente, acuciosamente: examinando todos los matices, de las palabras y de las ideas, todas las circunstancias de cada hecho, todas las variantes de cada fenómeno. Positivamente, los diarios no son campo adecuado para los trabajos científicos. Si todavía se tratara de cosas ante las cuales los lectores pudiéramos permanecer tranquilos, no tan malo: por ejemplo, poco daño habría en que nuestros astrónomos discutieran en la prensa diaria sobre los anillos de Saturno, o sobre el espacio de cuatro dimensiones. Seguirán la discusión únicamente los iniciados y la gran masa de lectores pasaría sobre ella, indiferente o simplemente curiosa, entendiendo mal, adquiriendo retazos de nociones, que, por ser retazos, aumentarían un tanto su pedantería. Pero en el caso actual, casi no hay un solo lector que no esté agitado por la tristeza, por el miedo, por la zozobra, por la ruina: unos quedaron sin trabajo, otros sin bienes, otros sin hogar, otros sin padres o sin hijos, otros in.
válidos, otros afligidos en infinita forma. La psicologia de todas estas gentes es de dolor, de inquietud, de temor, de pesimismo, en fin.
Si pudiera mostrárseles algo cierto, seguro, evi.
dente, algo en fin, que fuera verdad, eso les confortaría o por lo menos, les llevaría al campo de la certidumbre, que siempre vale más que el de la oscuridad y de la duda. Digasenos, por ejemplo; demuéstresenos que dentro de ocho días nos vamos a hundir, o que mañana no más, volhremos por el aire o pereceremos asfixiados, y por tremenda que sea la noticia nos servirá siquiera para arreglar nuestras cuentas con Dios, que no es poco arreglar. Pero todo ese hablar incierto, contradictorio, arrebatado, impreciso, nervioso, a un público trastornado por el miedo y por la tristeza, no sirve sino para aumentar nuestros males, para rematar nuestro desorden moral, y llevarnos el poco dominio de nosotros mismos que todavía nos queda. En un segundo artículo de esta serie, concretaremos y detallaremos algunos de los daños causados por este sistema de hacer sismología, y procuraremos también indicar lo que en justicia les debemos a nuestros sismólogos, indudablemente esforzados y bien intencionados.
Masferrer, y la suavidad con que se burla de la incipiente sismología y de sus ingenuos sacerdotes criollos.
La lógica de su crítica no puede ser más simple, y el estilo, reposado o fogoso, sin cho.
carrerías ni exageraciones, corresponde al humorismo de buena ley.
En los capítulos siguientes priva la seriedad, aunque no faltan las observaciones picarescas y donaires del mejor gusto.
Trata a fondo el criminal error de haberse empleado los adobes en nuestras construccio.
nes después de la severa lección del año 17, y su crítica fué tan contundente que, el Gobierno, inspirándose en las ideas del maestro, dictaba poco después las reglas básicas de la iconstrucción en San Salvador, y prohibía en absoluto el empleo de los adobes.
Porque Masferrer, a ese respecto escribió este párrafo Corresponde a las autoridades, antes que todo, reglamentar y controlar la edificación, a fin de que ésta ofrezca el máximo de seguridad, para reducir así y de antemano, los daños de la catástrofe inmediata, a su expresión mínima.
Cuando se habla así, los que escuchan, por altos que se hallen, no tienen más remedio que inclinarse.
Tratando del mismo asunto y refiriéndose a los que cumplirían difícilmente las nuevas ordenanzas, escribió este párrafo en el capítulo IV. Parece duro esto, y en algunos casos lo sería, sin duda; pero en otros, en la mayor parte quizá, seria de visible provecho para todos. Tal casero y son muchos que apenas dispone de recursos para edificar una ratonera, matadero de cristianos, húmeda, estrecha, con patio que se salva de un paso, con ventanas suEn lo que acabo de leeros habréis notado la solidez de los conocimientos generales de Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica