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42 REPERTORIO AMERICANO decoroso de que nunca debe prescindir un escritor público: la censura no recae sobre los hechos, se fija únicamente en las personas; no se demuestran al autor sus equivocaciones, se le ultraja con el baldón y la calumnia; de la sátira no se ha hecho uso sino para dar una nueva prueba de que es el arma más despreciable cuando no la maneja el talento.
En ese fondo de prejuiciosa y aún malevolente discrepancia, se quiso destacar como una audacia el hecho de que Marure llámase a juicio a sus coetáneos; la verdad es que nuestro historiador obedecía a una convicción al respecto. Qué opinaba la autoridad impuesta entonces como texto para el estudio de la historia de América? Esa autoridad era William Robertson, y decía: El historiador que refiere los acontecimientos de su tiempo, consigue una confianza proporcionada a la opinión que el público tiene de su veracidad, y de los medios que ha usado para instruirse. El que describe los sucesos de una época remota, no tiene derecho alguno a la confianza pública, si no manifiesta los testimonios que apoyen sus aserciones. Con la misma fuerza pesarán sobre aquella convicción las opiniones de Norvins, Volney, Miller, Restrepo, Zavala, Montenegro, etcétera.
En tales circunstancias, Marure procuró ser imparcial hasta donde humanamente es dable serlo. Con esa característica, como nota dominante, presentaría más tarde la obra de Marure, Lorenzo Montúfar, cuando se queja con la parcialidad que al espíritu partidarista de este último es propia, del acervo anterior a la publicación del Bosquejo: No hemos tenido una obra histórica desde el año 21, trazada por una pluma enteramente imparcial. Las Memorias de Arce son un alegato de bien probado en favor de su administración. Las Memorias de Jalapa son la apología del partido servil. Todas las publicaciones de Irisarri, de don Juan José Aycinena, de Pavón, de Milla y cuantas se han hecho durante treinta años por los retrógrados, presentan a los liberales como una sociedad de malhe.
chores, y a los serviles como ángeles que forman coros celestiales. en lo que Marure, a quien quiere tener por único antecedente, pueda parecer inclinado hacia las tendencias o justificaciones del partido liberal, lo excusa ampliamente: Pero si para obtener esa cualidad (ser imparcial perpendicularmente, como quiere Benthan) fuera preciso no pertenecer a ningún partido, no habría quien escribiera la historia porque aunque no existe entre nosotros una ley de antigüedad que condenaba a los ciudadanos que fueran indiferentes a las cuestiones de la patria, es imposible encontrar un hombre solo, que no se incline más a un círculo político que a otro, que no crea más justo un sistema, y a quien no ins.
piren más simpatías las doctrinas de unos hombres que las doctrinas de otros.
Logró tal amplitud de criterio el autor del Bosquejo Histórico? Podemos responder con seguridad que, al menos, no la consiguió en la medida de sus deseos.
Aunque no hubiese recibido, como el mismo dice, ni galardón ni ofensa de alguno de los bandos contendientes; aunque relativamente hubiera presenciado los sucesos sin estar en ellos; aunque, en fin, levantase sus propósitos por encima de todo interés personal, ni siquiera el de un aplauso inmediato, para servir a la cultura y a su patria; de todos modos era natural que lo alcanzara la influencia cir.
cundante, haciendo gravitar su pensamiento dentro de la atmósfera de los acontecimientos, comunicándole predisposiciones, asechando en el discurso de su meditación las oportunidades de filtrar un vago eco del estruendo de las pasiones, aún no acalladas.
Tal la pugna, casi dramática, de Marure; alguna vez lo traiciona el cuidado de no herir demasiado las conveniencias; otras, el cotejo de las memorias y documentos provoca desniveles del ánimo hacia la polémica; pero es extraordinario el poder de voluntad por mantenerse imparcial, con una tensión de espíritu que se adivina en las excitaciones a través de las páginas. Contra tal voluntad estarán el espíritu de partido y la agitación ambiente, pues el historiador, como afirma Hegel, aún creyendo entregarse por entero a los datos y ser pasivo en su pensar, trae consigo sus categorías, y ve a través de ellas lo existente. y en este punto precisa recordar que en Marure, nacido en 1809, crecido en la pobreza y con la impresión del prematuro sacrificio de su padre en la construcción de una patria libre, testigo juvenil de las contiendas civiles, de las propagandas demagógicas de los partidos y de las exacerbaciones fraticidas, el esfuerzo por mantener su imparcialidad resulta extraordinario, porque como tuvo que pasar como Ulises entre las sirenas de los recuerdos sumergidos, como eran tantas subjetivas incitaciones; en ese orden, es extraordinario el éxito alcanzado.
Fué una suerte para Marure tener como contrincante a un hombre de la talla moral e intelectual de Manuel Montúfar y Coronado, y es curioso que su rival, dentro de la misma controversia, diera las bases para el juicio que ulteriormente se ha venido emitiendo sobre la personalidad y la obra del autor del Bosquejo Histórico. Montúfar, un guatemalteco a quien no se ha hecho aún cabal justicia, impuso con su autoridad el respeto a Marure en las filas de ambos partidos, dijo: Escribe con talento, con juicio, y descubre un corazón recto y un deseo de imparcialidad, que sería un don sobrenatural si se obtuviese en una tan temprana virilidad. Yo creo que ha escrito de buena fe y sinceramente, pero le ha faltado ver una revolución en otro país de la América española, sin estar afectado por alguno de los partidos, para poder abjurar algunos errores, que nacen, sin sentirlo el hombre, de su posición y relaciones en una sociedad.
Hablemos ahora de otra cualidad saliente en la obra de Alejandro Marure: su concepto orgánico de la sociedad del que emana un carácter vitalista de la historia, así como un fin trascendente de la misma, que sobrepasa la simple ejemplaridad del relato. En este aspecto su mentalidad tiene puntos de contacto con la de Montúfar y Coronado, y la obra de ambos respira por eso cierto aliento humano, un margen de universalidad que incita al lector menos esforzado hacia la meditación. Es digno de elogio el esfuerzo de Marure por mantener un orden sistemático, con doblado trabajo de análisis, por encima del servil orden cronológico, de la seca narración de hechos y la colección documental. Este concepto de la historia y su limpieza mental, que es deseo de imparcialidad, son suficiertes para consagrar su fama.
Pero. cuál ha sido el juicio de la posteridad para Marure? Es triste confesar que, si sus contemporáneos lo atacaron con violencia, las generaciones subsiguientes lo han tenido poco menos que olvidado. Se reconoce su categoría de historiador, es cierto, y su obra es fuente donde muchos han abrevado, mas la generalidad ignora a la obra y al autor por igual, al menos muy pocos tienen cabal juicio sobre el valor de Marure y la importancia del Bosquejo Histórico de las Revoluciones de Centro América. Lorenzo Montúfar, en el prólogo a la edición ordenada por Barrios, achaca al partido conservador el secuestro y destrucción de la edición primera, pero es curioso que la nueva edición fuera poco leída y los ejemplares, hasta su escasez de estos últimos tiempos, rodaran despreciados en todas las bibliotecas, en el archivo y en las librerías de viejo, con un precio nominal, pues nadie atribuyó valor a su posición ni menos se preocupó por leerla, no digamos estudiarla. Fuera de los homenajes que podríamos decir empíricos, ritualidades con que se acostumbra salir del paso, apenas hay algunos estudios sobre la personalidad y la obra de Marure, acaso el más completo sea, sin haber agotado el tema, ni mucho menos, la biografía que nuestro inolvidable Antonio Machado escribió para la Academia Guatemalteca de la Lengua. Ni qué decir del lamentable desaparecimiento del tercer tomo, que hoy se considera definitivamente perdido.
Este año se cumple el primer centenario de la publicación del Bosquejo; ino es la posteridad deseada por el autor?
Pues bien, esa posteridad permanece más o menos callada, aunque en el Boletín de la Biblioteca Nacional se habla de celebrarlo. En qué fecha? Aún no se ha logrado precisar el mes en que vió la luz pública esa obra.
Sin embargo, Marure no quedará defraudado en la confianza que puso, a largo plazo, en el juicio de los hombres; a la fecha hay un renacimiento del interés por los esiudios históric y, con las nuevas producciones, lentamente se irá condensando la opinión de Centro América sobre el autor del Bosquejo; entonces sabremos, dicho por mentes doctas e imparciales, que Marure hizo el máximo esfuerzo por ser imparcial, lográndolo en gran parte, que tuvo un concepto muy avanzado, casi moderno, sobre la ciencia histórica Guatemala. 1937.
OCTAVIO JIMENEZ Abogado y Notario OFICINA: 125 varas al Este del Almacén Robert, frente a Reimers Teléfono 4184 Apartado 338 Con BERMA Libros. La Habana, Cuba. Tel, 2664 consigue Ud. este semanario. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica