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REPERTORIO AMERICANO 109 sados vivieran juntos sin amarse, que no el que amándose, vivieran juntos sin estar casa.
dos? estas preguntas no es fácil dar contestación que se adapte a la vida en sociedad, y de aquí que se califique de fantástica y medrosa. la luz que alumbra el camino de la perfecta moralidad. Al terreno de la perfecta moralidad no llega bien la mente humana. El espíritu humano está más allá del humano juicio. Cuando a este terreno quiere alcanzar la mente, ya no sabe exactamente pa.
ra dónde girar, y por eso el profesor Lindsey dice que su obra está ejecutada sobre un material de delicadeza Inconcebible; y se realiza también en regiones extrañas del espíritu hu.
mano, muy en lo hondo y por debajo de las visibles superficies de la vida.
Rebelión de la Moderna Juventud tiene bastante de circular y su acción es purificadora. De esta obra, sin embargo, no se ven los numerosos comentarios que ex, ige su existencia. Lo raro en esta caso, no es el hecho de que siendo obra literaria y social no haya encontrado comentaristas. Todas las obras se comentan cuando no por escrito por lo menos en un banquillo del parque. Lo raro es que siendo un libro que señala nuevos rumbos a la conducta humana, no haya sido objeto de múltiples comentarios, ya que el bienestar de los hombres ha de basarse indiscutiblemente, el perfeccionamiento moral de esos seres, que más tarde vayan a vivir ese régimen de perfección.
en Apuntes sobre la seudovalentía Por HORACIO BERNALDEZ Envío del autor. La Habana, febrero de 1937 decir que el cobarde nato de que nos estamos ocupando, es un sujeto que, inconforme con su mundo interior, lo sublima a fuerza de idear su anti esis, con la obtención, finalmente, del complejo de superioridad adecuado. Al respecto, robusteciendo lo dicho con una cita conjuntalmente inaplicable, pero de cierta dinamia aprovechable, podemos recordar la indicación de Keyserling a propósito de Napoleón, en el sentido de que siendo éste un gran indolente, pudo desplegar una tan inusitada actividad guerrera, debido a su extraordinaria potencia imaginativa.
El verdadero valiente, es un tipo que vive absolutamente despreocupado de su valor. Cono es la suya, una característica congénita, apenas la siente sobre sí, y cuando la utiliza, más bien lo hace con cierto entusiasmo que con cólera, revelándose, en consonancia con su temple individual, la serenidad en la acción.
Todo lo contrario del seudovaliente, que necesita ofuscarse, cegarse, para poder evidenciar su valor. Al primero le tiene sin cuidado, comúnmente, el concepto que los demás atribuyan a aquellos de sus actos, en que acepta el puente de plata que algún enemigo le tienda, por razón de táctica personal. Como la exteriorización consciente de su arrojo, para él no constituye problema alguno, tiene su mente libre de todo lastre, en este sentido, y, por ende, en verdadera función rectora. Por eso escoge algunas veces el desviadero, en vez de la contienda. Cuestión opuesta muestra el segundo, cuya mente, en el plano tratado, sólo genera resoluciones dentro del cauce que lo supedita.
También es hecho destacable en estas personas, claro está que en manera relativa a la educación que hayan recibido, sus desplantes, amenazas subestimaciones, etc. dichas excesiva.
mente en privado, como corolario de cualquier futileza ajena, y que vienen a llenar un cometido aparencialmente similar, al de esos tubos por los que escapan las masas gaseosas, en las maquinarias a vapor; en realidad, no obstante ese aspecto, estas manifestaciones tienen por fin más o menos consciente, autoestimular al individuo en su brega por la consecución de su ansia, consistente en escamotear su tara, a todo ojo racional La mecánica del éxito de estos humanos en las riñas, sobre todo en las que no pasan de amagos verbales y que son las más, radica precisamente en la apariencia física que adoptan los mismos en ellas, y que monopoliza por completo la atención del contrincante, al extremo de muchas vece dejarlo turulato, ya que no acobardado. El rostro se les congestiona más allá de toda ponderación, los ojos parecen próximos a desorbitarse, la boca se torna en mueca horrible por la que escapan a trompicones los vocablos in crescendo, pareciendo que van a ahogar a quien los emite, los brazos muévense alocadamente cual aspas de molino batidas por ventarrón de dirección variable, el cuerpo presenta vibraciones de azogue, la respiración se muestra casi imposible. Toda mirada que capte una naturaleza en este estado, indudablemente tiene que refractarse un resultado que transforme toda posible violencia, en perplejidad. no es para menos. Son las heces del mundo abisal puestas en relieve. De más está apuntar el porcentaje de carne de presidio y carroña prematura de cementerio, susceptible de formarse con esta arcilla, de la que también surgen conciencias fanáticas, tiránicas, especialmente cuando las alecciona un cerebro obtuso.
en El seudovaliente, es un habitante de todas las latitudes. En la nuestra le llamamos jaquetón. oso. matasiete. y otros epitetos por el estilo, dichos unas veces con desprecio, otras con envidia, y las más con temor. Su sola presencia se impone a la generalidad de las personas, no importa a la clase social a que él pertenezca. El seudovaliente, llamémosle así fundados en lo que a continuación diremos, es un individuo dominado por el miedo original que caracterizó a nuestro ancestro, y que todos llevamos como herencia imprescindible, aunque en distintas proporciones: unos más, otros menos. Proporciones que, según el grado de nuestra sensibilidad y los alcances de nuestra capacidad intelectual, intensificamos o debilitamas, llegando a veces a estados hiper tróficos o logrando verdaderas nulificaciones.
Vamos a ocuparnos solamente de eso que pudiéramos denominar resultados hipertróficos del temor original, en una de sus ramas: la guapería. la otra Tama abarca los casos de pusilanimidad, que caen fuera de nuestras modestas pretensiones del momento.
El legado de temor primario, al manifestarse en algunos individuos con intensidad, los hace inevitablemente cobardes. Cobardía que no aceptan, los espíritus que pretende objetivizar este artículo. Pero rechazar, no equivale a suprimir. De ahí, la ocultación del miedo con relativo éxito, muchas veces, tras el parabán de las jactancias matonescas, que practicadas con cierto tacto, esmero y asiduidad, acaban por convertirse en un automatismo, que fuego rige de manera importante la vida de su poseyente. Personas hay, de esta naturaleza, para quienes la sola idea de que alguien pueda pensar en su temor instintivo, los empuja a la realización triunfal de actos de verdadera audacia.
En nada ponen tanto cuidado, como en el ansia tenaz de parecer valientes. La representación mental, según demostró Coué, crea el acto; por consecuencia, una visualización será capaz de plasmarse en hechos modificadores de una vida, en razón directa con la intensidad y constancia con que se practique. qué, en este derro.
tero, sería capaz de producir mayor impulso, que una idea fija? El proceso, pues, se desarro la partiendo de la aprehensión del sentimiento dado al afán de su eliminación, continuando por convertirse en pensamiento obsesionante con su secuela de representaciones mentales, productoras de la autosugestión y de los automatismos inherentes. Utilizando a grandes trazos la jerga freudiana, es posible Show, el austero. Bernard Shaw, y Bernard Shaw?
Aloit Cunninghame Graham el nombre de su amigo sonríe ampliamente, con los ojos de pronto iluminados por una simpatia generosa; y abre los brazos. Oh Bernard Shaw. Somos tan amigos! por lo menos, todo lo amigos que permi.
te su puritanismo. Para mí siempre ha sido un puritano excesivo. en este aspecto nunca congeniamos. Shaw no conoce lo que es una mujer: se caso, ya en la acabada madurez, y no ha tenido hijos. Pasó su juventud sin racestdad de mujeres, y hasta ahora ha vivido sin juergas, sin fumar, sin beber, sin comer carne. Demasiado puritano. Los escoceses no somus asi. su persona. es tratable, se puede lle Yo lo conocí cuando era muy pobre.
Le recuerdo aquel episodio de los años pobres de Bernard Shaw, episodio que el mismo Shaw ha relatado en Three plays for Puritans. Con ese sombrero Cunninghame Graham me saludó un ct en Regen: Street, paseando yo con mi madre. En seguida le llamó a ésta la atención, y se entabló la siguiente charla. Quién es ése. Cunninghame GrahamiQué tontería! Cunninghame Graham es un socialista de los tuyos, y ese hombre es todo un caballero.
Cunninghame Graham rie francamente de la anécduta. la recuerda con tanta viveza que vuelve a repetir la escena, a simular, con un señorial movimiento del brazo, el saludo a la madre de Shaw. agrega. Como si no se pudiera ser caballero y socialista. Todo socialista es un caballero o tiende a que todos lo sean.
gar a él. Claro que si! Es el carácter más noble y caritativo que yo he conocido. No hay necesitado que llegue a su casa y no salga con el problema resuelto. Es un hombre de un corazón, de una humanidad admirables. luego de una pause. La cuenta Enrique Anderson Inbert en su libro La flecha en el aire.
Buenos Aires. 1937. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica