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307 REPERTORIO AMERICANO Peligra la política del buen vecino Por AURA ROST AND Envío de la autora. México, julio de 1938 La campaña en contra del régimen de Roosevelt se intensifica. En noviembre de este año son las elecciones para renovar por mitad a los miembros del Congreso federal norteamericano.
Buena parte de los miembros actuales, de los electos al amparo del enorme prestigio del Presidente Roosevelt, se han opuesto a su política y le han creado dificultades. El plan es elegir este año un Congreso cuya mayoría le sea adversa, de manera que en lo que le queda de su período constitucional, su administración vaya de fracaso en fracaso, despejándose el campo para una victoria del Partido Republicano en las próximas elecciones presidenciales. Pero la popularidad de Roosevelt es extraordinaria y no así como así podrán los elementos políticos disminuirle la prestancia de que goza entre las masas.
Es por ello que la campaña en su contra adquiere aspectos interesantes. Los más emperiados en restarle votoz son los elementos que se cobijan bajo mantos de color parecido al de los ideales más elevados del New Deal. El New Deal significó, en política extranjera, un afán de contribuir al afianzamiento de la paz del mundo. Recuerdese la Conferencia Internacional convocada por Roosevelt para la reducción de armamentos, la Conferencia para arreglar las dificultades de las deudas, las Conferencias Panamericanas. Excepto en éstas, el idealismo rooseveltiano fracasó rotundamente.
En los últimos seis años, Etiopía, España, China, y ayer no más Austria, son comprobantes de que ei espíritu bélico anda suelto en el mundo y de que quien no quiera perecer debe aprestarse a defenderse. Roosevelt no ha traicionado sus ideales, al pedir para su país que se adelante y se intensifique la preparación para repeler cualquiera agresión. Su gobierno ha pedido al Congreso enormes aumentos presupuestales en el ramo de guerra y marina. De esto se valen sus enemigos para atizar en su contra a los pacifistas norteamericanos, fieles ciegamente a los ideales del New Deal en sus primeros años.
Hombres como Hamilton Fish, político de fuerza, de ideología claramente profascista, se unen con republicanos liberales, pero republicanos, como el senador Borah, para atacar a Roosevelt bajo el supuesto de que la política rooseveltiana está llevando a los Estados Unidos a la guerra. Los Fish, los Borah, no han tenido dificultad para alarmar a los pacifistas sinceros, como John Nevin Sayre, de la Liga de Reconciliación, y como el obispo Paul Jones, de la Iglesia Episcopal. Al grupo éste se han unido elementos que, como Norman Thomas, jefe máximo del Partido Socialista de Norteamérica, ven en la actitud de Roosevelt una posible ayuda a Rusia en contra de las potencias del eje Berlín Roma Tokio. no son pocos los elementos obreros que también se han sumado a esta campaña antirrooseveltiana bajo banderas de paz universal; mencionemos a Martin Homer, presidente del Sindicato Industrial de los Trabajadores de Automóviles, la poderosa organización afiliada a la de Lewis, el Lombardo Toledano de los Estados Unidos.
Arriba de cincuenta de estos hombres han organizado el Comité para mantener a los Estados Unidos fuera de la guerra, con oficinas de cuartel general en Washington, donde a fines de este mes de mayo, celebrarán un magno Congreso Nacional Antibélico. Los organizadores de este Congreso han solicitado de varios pensadores hispanoamericanos que concurren a exponer los puntos de vista de sus pueblos. Se pretende que la alarma que los pacifistas norteamericanos sienten al ver aumentarse el armamento de su país, se extienda por nuestras tierras. Se alega, no sin fundamento, que al lanzarse los Estados Unidos a la guerra, nos arrastrará a todos los pueblos de Hispanoamérica. Se hace hincapié en que habrán de repetirse las intervenciones norteamericanas en Haití, Santo Domingo, Nicaragua, ya que estudiosos de la historia contemporánea han demostrado que esas intervenciones, antes que ia la conquista económica, que no necesitaba de ellas, han obedecido a exigencias estratégicas.
Efectivamente, no ha sido en los países que han sufrido intervención donde la penetración económica ha sido más fuerte. Costa Rica no ha sufrido desembarco de marinos y, sin embargo, allí los intereses norteamericanos son varias veces más fuertes que en Nicaragua. En Venezuela las inversiones que controla Wall Street sor mucho mayores que en la República Dominicana. En cambio, a juicio del Colegio de Guerra de los Estados Unidos, el control militar de la Hispaniola y de Nicaragua es esencial para la estrategia de defensa norteamericana en la zona del Caribe, y a esta exigencia se han debido las intervenciones armadas, aprovechándose de e! lo, claro está, el elemento bancario de Nueva York. En días próximos venideros, aseveran los pacifistas norteamericanos como el reverendo Mr. Hubert Herring, bien conocido en México, si no se ataja a Roosevelt por el camino en que va, la zona estratégica que necesitarán los Estados Unidos será mayor y abarcará a más países que los anteriormente intervenidos. Esto se debatirá en Washington, y conviene que siquiera nos demos cuenta de ello.
Por mi parte, creo que en esa alarma hay mucho de vago, mucho que depende de que sea cierto, como Mr. Herring alega, que en los últimos seis mesez Roosevelt ha llevado a su país más cerca de la guerra que Wilson en los dos años anteriores al rompimiento de los es Estados Unidos con Alemania en 1917. Puede alegarse que la mejor manera de evitar verse envuelto en conflicto grave, es estar preparado y que el mundo entero se percate de ello. Pero una cosa sí es evidente y no se basa en suposiciones, y es que si los partidarios de Roosevelt se separan de él, atraídos por señuelos como el de los pacifistas, y se facilita el retorno al poder de los republicanos, la política del Buen Vecino, que es personalísima del Presidente Roosevelt, se viene abajo. ello entrañaría peligros gravísimos para nuestros pueblos. buen seguro que entre esos peligros se contaría el retorno a la política intervencionista.
De manera que puede declararse paladinamente que en cuanto a los intereses hispanoamericanoz se refiere, lo más importante es que el régimen de Roosevelt no sufra deposición, a fin de que la política del Buen Vecino se afiance y adquiera permanencia.
Paralelamente al movimiento pacifista, la labor de los LaFollete (republicanos como Borah, liberales pero republicanos) tiende a dividir a las huestes rooseveltianas, Philip LaFollete, gobernador del Estado de Wisconsin, acaba de lanzar al campo político un nuevo partido en cuyo programa hay dos puntos de seis puntos totales que nos atañen pero de cerca. En el punto quinto se propone un gobierno fuerte que use esa fuerza sin titubeos para aniquilar a los salvajes modernos, a estos pueblos estúpidos que les niegan a otros el acceso a los elementos naturales que ellos no saben cómo aprovechar. Lo alarmante de esto es que casi repetición berbatim del cargo que alguna vez le hizo el filósofo Bertrand Rusell a México con referencia al esfuerzo que México hizo por 1926 para imponer su soberanía sobre los campos petroleros. aunque los LaFollete siempre han sido antiimperialistas, quién nos dice que no seamos nosotros en México esos salvajes modernos que no saben aprovechar los recursos que les niegan a otros pueblos?
Habría que pedirle a Philip LaFollete que explique sin ambajes el significado de esa declaratoria suya del 28 de abril próximo pasado. que Philip Lafollete ha tenido en mente, en el programa de su partido, a todo el continente; que sus palabras no se han limitado a sólo su país, lo demuestra el punto sexto, lleno de sentido apocalíptico, pero lleno también de lo que hace pocas generaciones se llamó destino manifiesto. el destino conquistador norteamericano, en virtud del cual se le hizo la guerra a México y se le arrebató gran porción de su territorio. Dice así ese punto: Este hemisferio todo él fue apartado por nuestro Creador para el destino final del hombre. Durante siglos se mantuvo virgen este vasto continente.
Aqui se ha ordenado que el hombre represente el último acto del gran drama de la vida.
Desde el Artico hasta el Cabo de Hornos, potencia extranjera ninguna debe entrometerse.
Nuestro hemisferio ha sido divinamente ordenado para evolucionar en paz, en seguridad y en abundancia. Habrá de mantenerse inviolado para ese sacrosanto fin.
Ultraconservadores como Walter Lippman, han celebrado ese programa y el hecho de que el nuevo partido tiende en efecto a separar del contingente rooseveltiano a grandes núcleos del Medio Oeste. esto sí que nos debe alarmar. Cuándo habrá hablado con Dios Philip LaFolle para tan rotundamente declarar lo que la Divinidad se propone. Como opinión suya, podría pasar la enorme arrogancia de sus palabras; pero como punto del programa de un partido político de su país, la cosa se pone grave. Ojalá que quienes hablen para expresar los puntos de vista hispanoamericanos en el Congreso pacifista de Washington, aclaren ese puno.
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