REPERTORIO AMERICANO 89 Mariano Silva y Aceves Por JULIO TORRI De Letras Mexicanas. México, dicbre. de 1937 Las letras mexicans y en general la alta cul.
tura ha resentido entre nosotros, en los últimos tiempos, graves pérdidas. Basta recordar los nombres de González Casanova y de Ge.
naro Estrada. Ahora nos toca agregar el de Mariano Silva y Aceves, profesor universitario, humanista, filólogo, cuentista, amigo inapreciable, hombre de gran bondad, iniciador y alentador de varias empresas culturales.
Lo verdaderamente grave de estas pérdidas que experimenta nuestra discutida cultura superior es que los lugares vacíos lo seguirán estando quién sabe hasta cuándo, pues en el presente estado de cosas, los desaparecidos son irreemplazables.
Es también de sentirse hondamente que ha yan partido cuando todo en ellos hacía presentir una obra copiosa y lozana para bien de las letras patrias. Estrada retornaba de viajes indispensables para madurar la larga y paciente preparación libresca, y disfrutaba ya de una rica biblioteca propia, y de una vasta colección de cuadros y objetos de arte. Los tres habían acotado ya su campo exclusivo, pues hacia los cincuenta años las energías no se dis.
persan más en tentativas y ensayos. Pero todo se malogró por efecto de inescrutable hado maligno, como sobreviene a veces en Balzac una catástrofe rápida.
Mariano Silva llegó a México por 1907.
Venía de Morelia; sabía latín, era muy dado a lecturas clásicas españolas y pronto encontró en la Facultad de Jurisprudencia espiritus afines. Hizo sus primeras armas literarias en el Ateneo de la Juventud, allá por 1910. Recuerdo que alguna vez un club reyista estudiantil nos encargó la redacción de un manifiesto. Lo pergeñamos en una prosa arcaizante, puestos los ojos en fray Luis de Granada, que a la sazón nos deleitaba. Nuestros correligionarios políticoestudiantiles quedaron profundamente consternados con nuestras lucubraciones, que no recuerdo ya si con razón atri.
buyeron a socarronería.
venido apareciendo con el atraso y despreocu.
pación común a muchas revistas de índole científica contiene varios artículos interesantes, firmados algunos por eminentes sabios de gran reputación, como Leo Spitzer, Karl Vossler, etc. Proyectadas por él se establecieron en este año de 1937 dos nuevas carreras en la Facultad de Filosofía y Estudios Superiores de nuestra Universidad: Lingüista ro.
mánico, y lingüista de lenguas indígenas de nuestro país.
Estos años fecundos para la Universidad y para la patria están muy alejados de aquellos otros, en las aulas, cuando portábamos capa española y jurábamos por los entremeses cervantinos y por los pasos de Lope de Rueda.
En sus primeros libros se hallan poemas exquisitos en prosa, verdaderas piezas de antología, como Doña Sofía de Aguayo, Mi Tio el Armero y El Componedor de Cuentos. In.
serto a continuación estos últimos, para regalo del lector y complacencia de los manes de Aloysius Betrand: MI TIO EL ARMERO Mariano Silva Dibujo de Zalcedo Después vinieron los años de madurez: su matrimonio, sus empresas culturales, y la serie de libros que culmina y tiene cabal coronamiento en Muñecos de Cuerda, espléndida colección de cuentos.
Con el librero español León Sánchez, proyectó y fundó en 1921 la Escuela de Verano para Extranjeros, que tan útiles servicios ha prestado en el mejoramiento de relaciones de toda índole con los Estados Unidos.
Sus últimos años se señalaron por una obra de inspiración patriótica. Primero, la re.
vista Conozca usted a México. Después, el Institito de Investigaciones Lingüísticas, que logró ver incorporado a nuestra Universidad Nacional. El órgano del Instituto que ha Mientras sus pequenos nietos gritan asoma.
dos a una gran pila redonda, en el patio hu.
milde que decora un añoso limonero; mientras dos palomas blancas se persiguen con a.
mor entre las macetas que lucen al sol las anchas hojas y las flores vivas de sus malvas; en tanto que la cabeza noble de La Estrella. su yegua favorita, aparece por encima de la carcomida puerta del corral, mi tío el armero, enamorado eterno de las pistolas finas, bajo el ancho portalón, levanta contra luz, con elegancia, el cañón de un rifle, que está lim.
piando devotamente, y mete por allí el ojo sagaz.
EL COMPONEDOR DE CUENTOS Silva y Aceves Por ERMILO ABREU GOMEZ De Lefras Mexicanas. México, 16 de Dicbre de 1937 Mariano Silva y Aceves no sólo era un filólogo, también era un hombre. El caudal de sus conocimientos lingüísticos no había enturbiado la conciencia de su realidad humana.
Por esto las tareas que emprendió y las que supo impulsar, con más amor que energía, desarrollábanse sobre un cuadro social. Había que oír sus palabras, en la charla peripateti.
ca de que tanto gustaba, acerca del dolor de los indios, de los miserables indios. Lo menos que podemos hacer decía después de devolverles sus tierras, es devolverles sus idiomas. Con las primeras ganarán el pan; con los segundos volverán a madurar sus almas. Nada más absurdo que pensar en el ais.
lamiento de las castas indias, en virtud del cultivo que se inicia en favor de sus romances. Los indios apetecen comunicarse por medio de las lenguas antiguas que heredaron.
Cuando logran comunicarse entre sí de esta manera, se iluminan en lo más intimo de su su Los que echaban a perder un cuento bueno o escribían uno malo, lo enviaban al com.
ponedor de cuentos. Este era un viejecito calvo, de ojos vivos, que usaba unos anteojos pasados de moda, montados casi en la punta de la nariz, y estaba detrás de un mostrador bajito, lleno de polvosos libros de cuentos de todas las edades y de todos los países. Su tien.
da tenía una sola puerta a la calle y él estaba siempre muy ocupado. De sus grandes libros sacaba inagotablemente palabras bellas y aun frases enteras o bien cabos de aventuras o hechos prodigiosos que anotaba en un papel blanco, y luego, con paciencia y cuidado, iba engar.
zando estos materiales en el cuento roto.
Cuando terminaba la compostura se leia el cuento tan bien que parecia otro. De esto vivía el viejecito y tenía para mantener a mujer, a diez hijos ociosos, a un perro irlandés y a dos gatos negros. sobre estos tópicos, Mariano Silva y ceves discurría continuamente. Sin saberlo, sin proponérselo, quizás, cumplía con un deber revolucionario En otras ocasiones, añadía. Es necesario recordar el ejemplo de los misioneros del siglo VI. Cuidado! Hablo de los misioneros. Nada tuvieron que ver éstos, con los curas. El clero tiene sus categorías y sus caminos. Es necesario saber distinguirlos. El misionero se entró en el espíritu del indio, no por la religión, ni por la bondad, sino por el idioma. Placía tanto al indio oír que los hombres blancos le hablaran de su destino en el propio idioma de sus mayores! era así para Mariano Silva y Aceves un apostolado esta tarea de estudiar, de revivir, de enaltecer los idiomas antiguos de nuestros indios. Creia el maestro que de esta manera se aproximaba a la humanidad occidental, aquella otra humanidad cuyo origen y destino estaban vinculados a los dioses.
Su último libro, Muñecos de Cuerda, contiene bellos cuentos fantásticos y otros no me.
nos fantásticos; pero ¡oh, paradoja! sobre sucesos y personajes reales (Anacreonte y Leno el Plañidero, para no citar sino a los mejo.
res. Silva no conoció libros de Marcel Jouhandeau, y con todo, coincide con el escritor fran.
cés en mezclar extrañamente lo absurdo con ser. Gozan Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica