IRepertorio Americano SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA Tomo XXXVI San José, Costa Rica 1938 Sábado de Diciembre Núm. Åño XX No. 860 SUMARIO Luis Alberto Sánchez Otilia de Tejeira Augusto Arias Raúl Mestri Santos Pérez está acechando a Sarmiento.
La mujer genial Tablero Poesías.
Juan Monfalvo en ese día.
En elogio de José Morli.
Marli, politico monelorio.
Nielo Caballero, rector.
Una paradoja y un remedio.
Erase una vez.
Los chicos.
Agustin Nieto Caballero Galiana Aragonés Arcesio Zambrano Miguel de Unamuno Antón Chejov ¡Santos Pérez está acechando a Sarmiento!
Por LUIS ALBERTO SANCHEZ Colaboración, Santiago de Chile, octubre de 1938 tomen mis palabras y dejen constancia de estas risas para que la posteridad sepa mañana con qué fe he mirado yo siempre el porvenir de la Argentina y con qué clase de gentes he tenido que vivir peleando. Sarmiento. Sar.
miento. Sus hijos te admiran ahora, por no poder hacer otra cosa. Sarmiento, Sarmiento: cosas de mestizos.
mi Escribo, Sarmiento, desde la misma tierra en que refugiaste tu insobornabilidad: desde Chile. Heme aquí, como tú, desterrado. Como tú erguido contra una tiranía peor que la que tú combatiste; porque Rosals al cabo fué un tirano nacional, expresión criolla, y Benavides, el del Perú, es un mandón entreguista, expresión de baja sensualidad y de codicia. Estos destierros, Sarmiento, son fecundos en leccio.
nes. Condensan el odio y el amor. Los hacen extractos. Cuando nos muerde la nostalgia habemos de resolverla en ímpetu. Cuando la angustia: pues revestirla de serenidad. vigilar ante el sosiego; montar guardia frente al conformismo. Espías de nuestras debilidades para sofrenarlas, para aventarlas lejos.
Aquí está aun la casa en que recibiste a Lastarria y fundaste tu primera escuela santiaguina. Alá, en los Andes, camino de Argentina, la otra casita en que desvelaste sueños para enla otra casita en que desvelaste sueños para encender juventudes. Toda tu vida es de casas modestas, pero empinados pensamientos. Modesta también, con modestia provinciana, no más, la casa de San Juan, la de Recuerdos de Provincia. modesto el asilo en que te echaron la última retreta. allá en el Paraguay. Tu anchedumbre fué criolla, americana de entonces. Por eso hervida de hirsutez, antesala de rabia.
Te he visto de muchos modos, Sarmiento, pero ahora que comparto tu destino, me siento más justo a ti. Desde esta tierra no se divisa como desde la tuya la cruz del Sur. Pero a cambio de cielo dilatado y pampa como cielo, la montaña yergue su lomo y obliga al recogimiento. Aqui nació Facundo. te acuerdas, Sarmiento. aquí te hiciste americano, tu, sanjuanino. Aquí dijiste tantas cosas que recogieron tus enemigos, hasta aquello de la Patagonia chilena, cosa digna de ti, porque el empinarse sobre las fronteras es postura que necesita la misma fuerza que aquella otra muy tuya: cuando en la cámara, ante las risotadas absurdas de tus colegas, aumentabas la cifra con que tus sueños condecoraban el futuro argentino: cuando Argentina tenga veinte millo.
nes de exportación. Risas. Veinte nó, cuarenta. Más risas). Cuarenta nó, ciento (Carcajadas). Que venga los taquigrafos y D. Sarmiento Yo tenía un plan aquí junto a la máquina de escribir. El nombre de Sarmiento lo barrió, vendabal incontenible. Ahora me quedan las ideas centrales, la emoción también central.
Este Sarmiento, fuerza de la naturaleza, turbión ciego y vidente por lo mismo realiza la mejor síntesis americana o preamericana del siglo XLX. Nadie le aventaja en potencia; en parquedad y elegancia, Martí, prócer de verso y prosa, y hombre de los que mueren. y así murió por su idea. Sarmiento era todo cuanto se podía ser y no ser; sobre todo, pugnaz. En países apenas salidos del virreinato, la pugnacidad era la mejor presea eman.
cipadora y emancipada. Sarmiento nunca habría admitido esa cultura aséptica e insexuada con que nos pretenden decorar los que sienten esas cosas y de esa manera. Si aun América es tierra de delirios, como no lo habría sido entonces, recién salida de la tormenta emancipa.
dora. Nada había que definiera los conceptos de patrias así en plural. pues todos emergíamos del fecundo caos. Hasta qué punto Charcas era Bolivia, Argentina, Perú. Hasta cuál, Patagonia podía ser insertada en una u otra banda. Tenían definidas sus fronteras amazónicas ¿las tienen hoy. Brasil, Ecuador, Colombia y Perú. Cuál era la línea fronteriza que dividia Venezuela de Nueva Granada. Qué raza unía más, el hispano adveni.
do, o el indio vernáculo? Preguntas lanzadas como en tómbola, para atrapar cualquiera. Lo sustantivo, lo exacto era que Indo América fermentaba de impulsos y nadie podía canali.
zarlos, ni mucho menos segmentarlos. Sarmiento, la barbilla terca, la nariz ancha, la frente cupular, el gesto porfiado, miraba todo eso y se afirmaba como ciudadano de América. Pero, enemigo de sí mismo, cuando faltaban contradictores, se nombró europeista sien.
do el más gaucho de los gauchos. Acaso, por Dibujo de Laporle a He querido, señor Presidente, que la barra me oiga una vez, que vea toda la libertad de que soy capaz. es una pérdida para el pais, que ustedes encadenen y humillen y vejen este espiritu que ha vivido sesenta años, duro contra todas las dificultades de la vida; que ha sufrido la tirania, que ha sufrido la pobreza que ustedes no conocen, y las aflicciones que puede pasar un hombre que no sabia en la escuela sino leer, y que desde entonces viene abriéndose camino con el trabajo, la honradez y el coraje de desafiar las dificultades. Palabras de Sarmiento en el Senado argentino, sesión del de julio de 1875. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica