Joaquín García Monge

REPERTORIO AMERICANO 351 funda y más vasta y más grande; ese es el sig.
no de dos corrientes de orden moral, de dos oleadas de sentimiento, de dos estados de áni.
mo que chocan, que se encrespan, que luchan el uno contra el otro, y de los cuales se ob.
tiene una resultante que nadie ha podido nunca calcular. Nadie, nunca.
Guerras emprendidas para imponer sobre todo la unidad dogmática, han producido la proclamación de la libertad de conciencia en Europa el Estatuto político de los países disidentes de la unidad católica; guerras emprendidas para imponer la monarquia universal, han producido el levantamiento liberal, en.
tre ctros el del pueblo español; guerras emprendidas para abatir un militarismo, lo han dejado más vivo, lo han hecro retoñar más vigoroso y han hecho triunfar una revolución social.
Nuestras propias guerras son ejemplo de lo que digo. no me refiero tampoco a la estructura política ni a las constituciones o a los de cretos que vayan a hacer los Gobiernos de mañana. No, no es eso; es la conmoción profunda en la moral de un pais, que nadie puede que nadie puede encauza Después de un terremoto, es difícil reconocer el perfil del terreno.
Imaginad una montaña volcánica, pero apagada, en cuyos flancos viven, durante generaciones, muchas familias pacificas. Un dia, la montaña entra de pronto en erupción, causa estragos, y cuando la erupción cesa se disipan las humaredas, los habitantes supervivientes miran a la montaña y ya no les parece la misma; no reconocen su perfil no reconocen su forma. Es la misma montaña, pero de otra manera, y la misma materia en fusión que expele el cráter cuando cae en tierra y se solidifica, forma parte del perfil del terreno y hay que contar con ella para las edificaciones del día de mañana Este fenóieno profundo, que se da en todas las guerras, me impide a mi hablar del porvenir de España en el orden político y en el orden moral, porque es un profundo misteterio, en este país de las sorpresas y de las reacciones inesperadas, lo que podrá resultar el día en que los españoles, en paz, se pongan a considerar lo que han hecho durante la guerra. Yo creo que si de esta acumulación de males ha de salir el mayor bien posible, será con este espiritu, y desventurado el que no lo entienda así. No tengo el optimismo de un Pangloss ni vo ya aplicar a este drama español la simplisima doctrina del adagio, de que No hay mal que por bien no venga. No es verdad, no es verdad. Pero es obligación moral, sobre todo de los que padecen la guerra, cuando se acabe como nosotros queremos que se acabe, sacar de la lección y de la musa del escarmiento el mayor bien posible, y cuando la antorcha pase a otras manos, a otros hombres, a o.
tras generaciones, que se acordarán, si alguna vez sienten que les hierve la sangre iracunda y otra vez el genio español vuelve a enfurecer.
se con la intolerancia y con el odio y con el apetito de destrucción, que piensen en muertos y que escuchen su lección: la de esos hombres, que han caído embravecidos en la batalla luchando magnánimamente por un ideal grandioso y que ahora, abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos envian, con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus hijos: Paz, Piedad y Perdón. Aplausos. constreñir y que todos somos hijos del mismo sol y tributarios del mismo arroyo. Ahí está la base de la nacionalidad y la raíz del sentimiento patriótico, no en un dogma que excluye de la nacionalidad a todos los que no lo profesan, sea un dogma religioso, político o económico. Eso es un concepto islámico de la Nación y del Estado! Nosotros vemos en la Patria una libertad, fundiendo en ella, no sólo los elementos materiales de territorio, de energía física o de riqueza, sino todo el patrimonio moral acumulado por los españoles en veinte siglos y que constituye el titulo grandioso de nues tra civilización en el mundo.
Habla de reconstitución el Gobierno. Y, en efecto, reconstitución será en todo aquello que atañe al cuerpo fisico de la nación: a las obras, a los instrumentos de trabajo, etc. pero hay otro capítulo, u otro orden de cosas, en que no podrá haber reconstrucción; tendrá que ser construcción desde los cimientos, nueva. es.
to, por motivos, por causas que no dependen de la voluntad de los hombres ni de los programas politicos, ni de las aspiraciones de nadie. En primer lugar, la conmoción que ha producido lla guerra, echando por el suclo todas las convenciones sociales en vigor, no me refiero a las convenciones de tipo juridico, sino a las convenciones de la vida social, del trato entre hombres; echándolas por el suelo y poniendo a cada cual en el trance terrible de aptar entre la vida y la muerte. Todo el mundo, altos y bajos, han mostrado ya, sin disfraz, lo que llevan dentro, lo que realmente son, lo que realmente eran. De suerte que hemos llegado, por causas no precisamente de las operaciones militares, sino de toda la conmocion que ha producido y produce la guerra, a una especie de valle de Josafat, como después del acabamiento del mundo, en el que nadie puede engañarse ni engañarnos: todos sabemos ya quienes éramos todos. Muchos se han en.
grandecido; otros, y no pocos, se han envilecido. Dichoso el que muere antes de haber enseñado el límite de su grandeza! Muchos no han muerto, por desgracia para ellos. Muy bien; grandes aplausos. Esta situación de orden moral creará en el porvenir de España una situación, digamos, incómoda, porque, en efecto, es difícil vivir en una sociedad sin disfraz, y cada cual tendrá delante ese espejo mágico, donde ya no se verá con la fisonomía del mañana, sino donde, siempre que se mire, encontrará lo que ha sido, lo que ha hecho y lo que ha dicho durante la guerra. Muy bien, muy bien. nadie lo podrá olvidar, no por espíritu de venganza, sino como no se pueden olvidar los rasgos de la fisonomía de una çersona.
Además de este fenómeno, de muchas muy dilatadas y profundas consecuencias, como probará el porvenir; además de este fenó.
meno de orden psicológico y moral respecto de las personas, hay otro mucho más importante. Nunca ha sabido nadie ni ha podido predecir nadie lo que se funda con una guerra nunca Las guerras, sean o no exteriores y, sobre todo, las guerras civiles, se promueven o se desencadenan con estos o los otros programas, con estos o los otros propósitos, hasta donde llega la agudeza, el ingenio o el talento de las personas: pero jamás en ninguna guerra se ha podido descubrir desde el primer dia cuáles van a ser sus profundas repercusiones en el orden social y en el orden político y en la vida moral de los interesados en la guerra. Consta que la guerra no consiste sólo en las operaciones militares, en los movimientos de los ejércitos, en la batallas. No; eso es el signo y la demostración de otra cosa mucho más proCarta alusiva San José, setiembre 12 de 1938 Sr. Prof.
don Joaquín García Monge, Pte.
Distinguido don Joaquin: No sé si el de esta carta es mérito suficiente para distraer su atención. En esa duda, atendiendo sólo a su cordial hospitalidad, me permito señalar sin más preámbulo el objetivo de estas líneas.
En mi última colaboración para Repertorio, en la cual me referí al librito La Psicologia del Lider del profesor Vincenzi, aparecieron dos errores de imprenta que me gustaría, por su inportancia, dar fe de ellos.
En el párrafo 29 dice: Se propone el profesor Vincenzi conseguir el propio y justo conocimiento.
Debe leerse: Se propone el profesor Vincenzi contribuir al propio y justo conocimiento.
El párrafo antepenúltimo empieza: Lo apuntado está en manifiesta oposición con el espiritu cultural y económico de la obra.
Debe leerse: Lo apuntado está en manifiesta oposición con el espíritu cultural y ecumé.
nico de la obra.
Quizá Ud. don Joaquin, leyó La Tribuna del jueves pasado en la sección donde se refieel autor del librito criticado a mi comentario. Dichosamente según se desprende de los párrafos del profesor Vincenzi, éste se dio cucnta de mis propósitos depuradores al criticar, de mis afanes de const previa clarificación de este ambiente intelectual equívoco y desi, dioso, en el bien entendido de que es necesario emprender en defecto de otros más capaces que optan por cruzarse de brazos. Sólo que Vincenzi entendió la forma pero no el fondo. HaSlé de fines culturales en contradicción con tendencias políticas reaccionarias. Razoné mi opinión, por cierto muy lo hondo, puesto que hice pasar mi análisis desde los aspectos filosóficos, tocando lo científico y lo político, hasta referirme encomiablemente a la forma de escribir. a pesar de eso, mi criticado afirma. usted leyó el libro, pero no lo estudio. des.
pués de tratar de explicar lo inexplicable: su terpretación suigéneris de la Historia. Porque lo certo es que Vincenzi no entiende la Historia como un proceso coordinado, de evolución continua hacia la auténtica libertad humana, sin relacionar lo sucedido con lo actual y sin compaginar lo presente como engendrador de lo futuro. El ve los hechos aislados, sin nexo alguno, dejándose guiar por causas pura.
mente superficiales.
Como tampoco comprende que debe existir igual coordinación entre los pensamientos intimos, las actitudes personales y sus proyecciones políticas icas para que se pueda hablar de veradera ideología. Puesto que si el significado de esta palabra supone una interpretación constante, un método continuado de ideas, un punto de vista común para juzgar los sucesos y actuar en consecuencia, proceder en otra forma es incurrir en contradicciones, es carecer de 50lidez doctrinaria, significa indefinición o malabarismo. Así pues, lamento que sólo haya comprendido el señor Vincenzi el aspecto formal de mis propósitos, dejando de lado el eje de mi critica. Es lo mismo que sucedió con su libri.
to: estilo muy bello y depurado, pero conte. Pasa a la página 343