REPERTORIO AMERICANO 323 mer lugar, aquí nadie está desesperado, y en ya estaría cumplido y España pacificada. Porsegundo término, si las dificultades creciesen, que si hace falta limitar la guerra y extinguir todavía sería desatinado remedio provocar una la guerra, y para cada cual es un deber disdificultad mayor y seguramente indominable. tinto, yo añado ahora que limitar la guerra de Los hombres de mi tiempo recibimos, estando España, si en efecto se limita, es extinguirla, en la adolescencia, la impresión del desastre de porque la guerra en España está única y ex1898. Huella terrible que, en ciertos aspectos, clusivamente mantenida por la invasión exha dominado toda nuestra vida pública. He tranjera.
mos pasado cuarenta años escarneciendo aque. Qué vale el acuerdo de Londres? Es por lla poiítica, sin piedad para ella, sin toriar en de pronto de mala fe dudar de la actitud de cuulta ringuna de las excusas posibles que un España frente a ese acuerdo. En primer lugar, político encuentra siempre para justificar su el Gobierno de la República no tiene que peposición, y sería demasiado a estas alturas que dir permiso a nadie para aceptarlo o para retuviéramos que someternos a la cruel burla dei chazarlo; y en segundo término, el Gobierno destino de cometer un dislate todavía más de la República, que mantiene la tesis de que grande. Por mi parte, no podría resignarme a el conflicto español debe quedar reducido, coprestar una aparente aprobación, ni siquiera, mo siempre lo ha mantenido, a un conflicto con mi muda presencia, a ningún acto de rin interne, no puede negar paso a las medidas que gún Gobierno que pareciese inspirado, directa tengan el propósito de dar a eso una más o o indirectamente, en el propósito de convertir menos remota realidad.
la guerra de España en una guerra general. Es bueno que se sepa que, ya en SetiemLas tesis que han prevalecido en el exterior, bre de 36, no faltó quien recomendase y señaentre los que se ocupan de nuestro problema, lase ese camino, sin resultado, y que desde enen cuanto problema europeo, consisten en tonces acá los Gobiernos, unas veces en Giafirmar que es indispensable limitar la guerra nebra, otras veces en Londres o donde lo han de España y extinguir la guerra de España. Se podido hacer, han insistido continuamente, reentiende por limitar la guerra de España to clamando una solución en este particular. Nunmar aquellas precauciones y aquellas medidas ca hemos pedido otra cosa. El Gobierno podrá que corten el peligro de conflagración gene hace: las salvedades de principio, de realización, ral salido de nuestro problema, y por extin criticar o pedir aclaraciones, discutir estos o guir la guerra de España la pacificación de los otros puntos; pero, en el fondo del asunto, nuestro país. He tenido ocasión de decir ya, nuestra voluntad y la voluntad del Gobierno es mesos hace, que limitar la guerra de España es de sobra conocida: que se vayan los invasores obligación de los demás, porque no hemos sido de España, y nos resignaremos a que se vayan los nosotros quienes hemos extendido la guerra de hombres que, voluntariamente y de verdad, han España a los intereses de otras potencias; que venido a defender la República, pero que se vaincumbe a los demás limitar la guerra de Espa yan! La Rspública y la paz de España habrían ña. Nosotros no tenemos medios de impedir que dado entonces un paso de gigante.
desembarquen en España los millares de hom Yo no sé si se cumplirá o no; no tengo notibres y los millares y millares de toneladas de cias de lo que ocurre en los recónditos despachos material de guerra de Italia y Alemania. In donde los diplomáticos cuchichean; pero, si de cumbe a los demás limitar la guerra de Espa verdad se quiere alejar de Europa el peligro ña; extinguir la guerra de España incumbe a de la guerra y si de verdad se quiere pacificar los españoles; pero les incumbe, les incumbi a España, no hay sino cumplir a fondo, rápirá cuando haya desaparecido de la Península damente y con lealtad, el acuerdo de Londres.
el padrón de ignominia que supone la presen añado, pensando no ya como español, sino cia de los ejércitos extranjeros luchando contra los españoles; antes, no. Para limitar la guerra de España, secundando aquella iniciativa exterior y desmintiendo una vez más los su DOCE LIBROS ESCOGIDOS puestos propósitos de los Gobiernos españoles favorables a una conflagración general, la Repú.
blica ha consentido sacrificios inmensos, sacriErnesto Toller: Hinkemann. Los desficios en su interés, sacrificios en su derecho.
tructores de máquinas 00 todo lo largo de la lamentable historia de lo Franz Tamayo: Scherzos 00 política de No Intervención, está siempre el sa Max Aub: Espejo de avaricia. Cacrificio de la República y de los Gobiernos rerácter 50 publicanos. Del valor moral, de la energía ciRamón Gómez de la Serna: Los vica, de la perspicacia política que haya en el fondo de la política de No Intervención, la muertos, las muertas y otras fantasmagorías 50 Historia juzgará; pero nosotros estamos autorizados para decir desde ahora que, sin dudar Alejandro Korn: Apuntes filosóficos 00 de las buenas intenciones de los demás, tal co Fernando González: El hermafrodita mo ha funcionado y funciona la política de No dormido 00 Intervención, ha parecido que el único que no Emerson: Vida tenía derecho a intervenir en la guerra de EsDiscursos, en dos volúmenes 00 paña era el Gobierno español. Muy bien. Producto de esa tesis y órgano de esa política Porfirio Barba Jacob: Rosas negras 00 son el Comité de Londres y su acuerdo reciente, Pijoan: Mi Don Francisco Giner que todos conocemos. Por fin, las potencias (1906 1910) 00 signatarias del acuerdo de la No Intervención Germán Arciniegas: Diario de un peahan llegado a aprobar un texto en virtud del ton 00 cual, con estos o los otros métodos, se retirarán de España estos que llaman los voluntarios Luis López de Meza: La tragedia extranjeros. Hace un año por ahora, un texto de Nilse aproximadamente igual no pudo ser aprotado Gabriel Compayré: Spencer y la en Londres, ciertamente que no por culpa del educación científica 00 Gobierno de la República, y yo considero que si ese texto se hubiera aprobado el año anteCon el Administrador del Repertorio Arior, a pesar de todas las tardanzas y disqui mericano. Calcule el dólar a colones: siciones que puedan ponerse en su ejecución, como europeo, que es insigne locura, desvario irresponsabilidad aplastante, dejar que el porvenir de Europa esté pendiente de la suerte de las armas en la Península.
En rigor, si los españoles quisieran dar muestras de su carácter y de aquella altivez de que, con tanta frecuencia, y no siempre con razón, blasonan, el Comité de Londres no haría falta para nada porque serían los mismos españoles, por fin alumbrados acerca de en qué consiste su verdadero interés, los que harían reemprender el camino de su patria a los invasores de España El Comité de Londres, delante de un problema europeo presente y latente, toma los caminos, las determinaciones, propone los métodos que considera útiles para resolverlo o para evitar ese conflicto; pero el Comité de Londres no se cura, ni tiene por qué, del prestigio y de la honra de los españoles. no se puede negar que el acuerdo del Comité de Londres es un baldón bochornoso para nuestro país porque viene a rectificar, a corregir y, si se puede, todavía a enmendar, la inconcebible locura de haber traído a la patria un poderío extranjero.
Que sea necesario corregir desde afuera las faltas de otros españoles, aunque sean enemigos nuestros, me avergüenza. los españoles que han favorecido y aprovechado la invasión extranjera se les dice, paTa consolarlos, que esa invasión, con todas sus incalculables consecuencias, que todavía no se han puesto a luz del todo, es la piedra angular en que se ha de fundar el nuevo Imperio español. Fantástico Imperio! Si un Imperio español fuese posible y deseable, que no lo es, no bastaría el decretarlo en una Gaceta Oficial o en unas arengas políticas. sería un singular Imperio que, para nacer, comienza echándose a los pies de sus amigos y valedores, dejándose aherrojar por ellos! Cuando los españoles de talla gigante fundaban Imperios de verdad, no traían a los extranjeros a pelear contra su propio país. Cuando la Corona de Espana aspiraba y casi conseguía el dominio universal, los españoles iban a guerrear a la Lombardia y a Nápoles, saqueaban a Roma, ponían preso al Papa, sojuzgaban a los italianos sin ningún derecho y con excesiva dureza, pero los sojuzgaban, y no se les ocurría traer a los italianos a España a matar españoles en las orillas del Tajo y del Ebro a título de la fundación del Imperio español (Aplausos. yo me pregunto si todos os colaboradores de la invasión extranjera o los que la padecen que hay muchos que la padecen. cuando vean las ciudades arrasadas y los españoles muertos a millares por otra de las armas extranjeras, se consolarán pensando: Es el Imperio que nace. Triste consuelo! Caso como éste no tiene semejanza en la historia contemporánea de Europa. Para encontrar algo que se le parezca, hay que recordar las guerras civiles del siglo xvi y del siglo XVII, en que, so capa de guerra religiosa, se disputaba realmente el predominio político sobre el Continente. Entonces, los españoles, soldados de un Imperio, hacían en Francia exactamente el mismo papel que hacen ahora en Espara los alemanes y los italianos, pero a los ligueros católicos franceses que cooperaban con los ejércitos invasores de España en Francia, no se les ocurría decir que estaban fundando un Imperio francés, y entonces el sentimieno del patriotismo, la moral del patriotismo y los dic.
tados del sentimiento nacional no estaban en el punto a que en la edad moderna han llegado; los motivos eran otros, y cuando tanto el poderio fran cés como cualquier otro de Europa se constituyó precisamente contra nosotros, no en favor de nosotros. El día que un rey francés, a costa de oír una misa, recobró su capital, el ejército 00 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica