REPERTORIO AMERICANO 211 PUESTO de LIBROS Contenido de la 2da. edición de los CUENTOS VIEJOS de María de Noguera. Ilustraciones de Amighetti Al principio yo padecí y no puedo padecer otra vez. Después de algo muy importante reflexioné. Ella no era de esta vida, no sólo no naciendo no se els. Dentro de lo informe ningún germen de vida ha penetrado. No obstante, como en un sol caliente cruzó la energía de la vida, surgió la forma y la forma convino en nacer. Hay otro cambio completó el proceso y ella murió.
Este hecho es semejante al principio y fin de las Estaciones: Primavera, Verano, Otoño e Invierno. Ella duerme tranquila en la Gran Casa. Si yo me lamentara y gimiera no estlaría pensando en el alma que está en mi; de ahí que jamás me afligiré. Dijo esto de manera sencilla, sin afectación, enseñando cuán natural le parecía todo. Esto no es claro para mí, dije: Hallo esta sibiduría terrible, casi me dá pánico. La vida me parece fría y vacía si yo fuera un sabic así. La vida es fría y vacía contestó calmadamente, pero ella no dá señal de menos precio en su entonación; los hombres son despectivos hacia su propia vida: no hay uno solo que se conozca a sí mismo, no hay uno solo que conozca a sus compañeros y todos son semejantes. Allí está el hecho de que tales cosas no son la vida, sino una apariencia. Yo no pude decir más. Se fijó en mi, dentro sentí como si hubieran penetrado dos luces gemelas.
Las montañas parecían dormir Idelicadamente, semejantes a trémulos botones en la noche nublada, se extendían a lo lejos como ronda de niños bajo el ancho cielo.
Más abajo de nosotros centelleó una pequeña luz roja. Llegó a nuestros oídos una canción triste, acompañada del gemido de una flauta. En lo profundo de la oscuridad se extendía el mar con toda su majestad y el rumor se distendía en el espacio infinito.
Se apoderó de mí una gran tristeza, mis ojos se llenaron de lágrimas, con apasionada insistencia le pregunté. qué hay de la amistad y qué hay del amor. El ermitañol me miró. Yo no pude verlo con claridad, pero en sus ojos había una luz suave y curiosa. Me contestó graciosamente: Esas son las mejores cosas de la vilda. Son las primeras agitaciones de Tao dentro de usted. Un día sabrá de ella como saben las corrientes que chocan en los bancos y después se pierden en lo infinito del océano. No piense que yo le enseñaré a desterrar el amor de su corazón, porque sería ir en contra de Tao. El amor que usted lama y que no se substrale del pensamiento, es un amor que lo mantiene en els clavitud.
Desterrar el amor de su corazón sería una acción insana y terrenal que lo colodaría disIntroducción; del Sr. Garcia Monge.
Don Juan del Bijagual.
Aventuras de un principe.
Tio Conejo y tía Boa.
Tía Garcita Morena y tío Sapo.
La viejita del sandillal.
Los dos compadres.
Otras aventuras de tio Conejo.
La princesa Rana.
El Cadejos del cadejal.
El príncipe Tonto.
Tio Conejo y tia Tigra.
Lo que soñó Juan Tuntún.
La Mano Peluda.
Historia del compadre que se sacó los ojos.
Los niños sin mamá.
El fallo de tio Conejo.
Sultán y Visir.
Los tres hijos del campesino.
Historia del hijo que dejó perdido el rey.
no de un principio simple; de ahí que nada tiem ne fuerza para perturbarlo o regocijarlo. Usted no se alegrará por ninguna cosa, tampoco deplo rará lo que ocurra.
Lo veo perplejo, pensando que me halla excesivamente Wuro, excesivamente frío. No obs tante, cuando usted avance, encontrará que eso significa estar en perfecta afinidad con Tao.
Entonces, mijando sobre ei dolor sabrá que un día hemos de desaparecer porque somos irrea les, y viendo sobre la alegría, entenderá que ésta es una cosa primitiva, una sombra del jú bilo, que depende del tiempo y las circunstan cias; que su existencia aparente se deriva del contraste con el dolor.
Cuando usted a un hombre excelente, en contrará natural que sea así y hallará que sim boliza las excelencias humanas pero que no de sea presentarse amable y bueno con el asesino.
Usted verá todo esto con calma, ni con amor especial, ni con odio especial, porque son sus compañeros en Tao y todo el poder de la bon Jad de Tao. Por esta razón cuando usted prin cipie a practicar Wu Wei, encontrará que no tiene nada en común con los sentidos humanos y se deslizará a través de su vida tan tranquilo y naturalmente como el gran océano que está frente a nosotros. Ninguna cosa destruirá su Paz. Su sueño será inalterable y cuando ea consciente de sí, no tendrá ansiedades. Verá a Tao en todas las cosas siendo uno con toda la existencia y mirando ampliamente sobre la Nam turaleza como sobre algo que está intimamente ligado con usted. Entonces pasará con calma a través de todos los cambios, aceptará el día y la noche, el verano y el invierno. como necesa rios para llegar un día a Tao, donde no habrá más cambios, desde donde asegurará una rein tegración pura a su origen. Padre. lo que usted dice es claro y obliga a creer. Pero la vida es muy querida para mí y estoly temeroso de la muerte; temo per der a mis amigos, temo que mueran mi esposa y mi hijo! La muerte me parece negra y tene brosa, la vida es brillante, brillante con su sol, y su tierra verde y florecida. Usted falla en el sentido de la verdadera naturaleza de las cosas, la muerte en realidad es igual a la vida. Piensa demasiado en el cuerpo insignificante y la grave profundidad y la ex tensión de su pensamiento es muy amplia, pe To es el mismo sentimiento del prisionero que se acerca a la posibilidad de su libertad y que está perturbado porque vive en la oscuridad de su celda y ha permanecido allí mucho tiem po.
Usted ve la muerte en contraste con la vida, las dos son irreales, llels dos cambian y son a parentes. Su alma no se desliza fuera del océa no familiar a sus sentidos para ir hacia un océa no desconocido. Lo que es real en usted, es su alma y ésta nunca puede extinguirse, su temor no es parte de ella. Domine el miedo para siem pre, o mejor: permanezca en espera de lo que olcurrirá cuando sea viejo y viva espontánea mente, siguiendo con naturalidad las señales de Tao; entonces por acuerdo propio cesará en este sentimiento. Tampoco se lamentará por aquellos que se han ido antes que usted, con quienes un día se reunió, no sabiendo usted mismo por qué se reunió con ellos; todos esos contrastes no serán apariencia para usted. En la edad pasada, hace mucho tiempo, cuando ocurrió la muerte de la esposa de Chuang Tse, el viudo fue hallado por Hui Tse, tranquilamente sentado, pasando el tiempo como tenía costumbre, tocando el batintin (ins trumento chino muy sonoro. Hui Tse lo ridiculizó por su indiferencia.
Chang Tse le replicó. Tu manera de poner aº tención a las cosas está fuera de lo natural.
El príncipe cabellos de oro.
Anécdota entre animales.
De venta, a 00, en la Libre.
ría de los señores Trejos Hnos.
Pídalo también al Adr. del Rep. Am.
Noticia tante de Tao a quien siempre ha buscado.
Yo digo solamente que el amor será un día vano sin el conocimiento de lo que es, y que Tao no es el Amor. Pero no se olvide que deseo para usted tanto como es bueno. Le estoy hablando de cosas demasiado altas. Si le estuviera hablando sólo de cosas de los hombres, le diría: El amor es la más alta de todas las cosas.
Pero para el que se ildientifica otra vez con Tao el amor es una cosa pasada y olvidada.
Ahora bien; esta identifioación ha crecido después y no importa demasiado el principio.
Seguramente usted desea dormir dentro del Templo, yo prepararé ou lecho. Venga conmigo y descienda de la montaña con precaución.
Encendió una luz pequeña, me tendió su mano para dirigirme. Bajamos despacio, paso a paso. El fue muy cuidadoso de mí y yo pensé que era su niño Alumbró mi camino en cada paso que descendía y me condujo graciosamente hacia adelante, atendiendo a todos mis movimientos, Cuando llegamos me mostró una alcoba pequeña, para huéspedes, separada Jde las otras, buscó un cojín y un abrigo para arroparme. Gracias de corazón, Padre. le dije. Cuándo seré capaz de mostrar mi gratitud. Me miró tranquilo y su mirada me pareció inmensa como el océano, estaba sereno y amable como la noche. Me sonrió y estaba semejante a la alegría de la luz sobre la tierra. Silenciosamente me dejó.
La primera parte de este trabajo: Tao y Wu Wei, por Dwigth Goddard, también traducida por Elena Torres, buede verse en los Nos. 19, 20, 22, 23 24 del volumen XXXIII de este se.
manario.
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