236 REPERTORIO AMERICANO He venido al tranco y en silencio para que la Cordillera me tratase bien.
Pilmaiquén, vidita, de Chile he venio, sudando fatigas, por ti, Pilmaiquén.
titila en el vaso de cristal de alma, Canta un leñatero sobre el candelabro floral de una pita; ya la sombra húmeda del brocal del pozo mi perro se acuesta, se estira y dormita.
Las chauchas que tráia y un pañuelo e sea, los puse en ofrenda, por ti, en un pehuén. sin tu cariño, por más que otras cosas me ofrezca la vida, no me golveré. llegué a tu tuca, inquieto y pensando en que ha de ser sólo para mi tu querer.
Ya le di a tu padre tres yegüitas gordas y una vaquillita, por ti, Pilmaiquén.
Después, mi cariño ha de regalarte ponsones y tupos de plata de ley.
Para ti, quitantuves y chalmáis y rugis de puras chaquiras, yo fabricaré.
Escudo nadie se le ha ocurrido hacer una estatua al buey, y él fué quien tejió la Patria antes que lo hiciera el riel.
Sangrado por las picanas, sin descanso y sin comer. quién, si no él, trazó los rumbos que luego siguiera el riel?
Hoy sigue, en los territorios, haciendo lo que hizo ayer. labrando a fuerza e pezuña derroteros para el riel.
Jugando.
Que si!
Que no. Que no!
Que si! así, jugando al tira y afloja se quieren Eusebio y Rosa.
Me iré del pago. dice él Si hai sercontesta al tiro la mozaNo se ha de perder gran cosa. Que si!
Que no!
Que no. Que si! así, jugando al tira y afloja se dejaron de querer una tarde, Eusebio y Rosa.
Cazaré guanacos y con sus chulengos, coseré quillangos, para ti, Pilmaiquén. mi bola e pieigra vencerá a los vientos y pillará choiques, para ti, Pilmaiquén. pa tráirte plumas de tóos colores, mis flechas al bosque vencerán también.
Haré una trutruca de tres braza e largo, con la que mi suerte a tóos diré.
Buenos Aires, 1938.
Mas no cerraré mis ojos sin que me esfuerce por ver en un escudo e mi tierra: bien quisiera el de Neuquén un sol en el horizonte, y entre gajos de maitén, una pampita de trébol y, en ella, echadito un buey.
pa que los cultiunes, también lo repitan como si ellos fueran mi propio piuquén.
En los nillatunes, mataré a las yeguas más gordas que haya, por ti, Palmaiquén.
De Chile he venio!
De Chile he venio, cruzando montañas y ríos y bosques, por ti, Pilmaiquén. pa que hasta siempre me sigas queriendo, su sangre caliente me la ei de beber.
Robinson contra Don Quijote Por JOSE BERGAMIN De Fev, Coracas, o bril de 1938 Cuando, hace ya mucho tiempo, muchos años, expresaba mi pensamiento bajo la forma de un aforismo diciendo que la verdadera solidaridad no es posible sino entre los solitarios. no podía sospechar que recibiría una prueba tan profunda y tan viva, una verificación tan Idramática de esa afirmación al verla realizarse hoy en mi pueblo como en mi propia vida.
El escritor encuentra en su propia soledad el único principio viviente de su ser, precisamente porque esta soledad plena y humana es un deseo instintivo de solidaridad con los otros hombres. con esto el escritor individual no hace otra cosa que su viva comunión con el pueblo. Por medio de la palabra que es la creación popular humana.
Un hombre solo, como un pueblo solo, son un deseo puro y verídico de solidaridad humana. La soledad es la plenitud del ser, y nó el vacío. Por eso la soledad es todo lo contrario del aislamiento.
El pueblo español ha expresado la esencia de esa soledad en Don Quijote. Fué Cervantes quien en su soledad de escritor, concibió esa imagen: la imagen pura del pueblo solitario: conciencia lírica de su soledad. en esta imagen de Don Quijote, Cervantes verifica la figura humana de un pueblo solo, como una fe pura y una pura esperanza de solidaridad total con todos los hombres, con todos los pueblos. Es por eso que Don Quijote es el símbolo de la generosidad. Así coA la memoria de Elie Faure mo Robinson es el símbolo del egoísmo. El aislamiento, he dicho, es todo lo contrario de la soledad. si un pueblo solitario como el pueblo español crea a Don Quijote, otro pueblo, aislado o insular, un pueblo encerrado en su isla, como el inglés, crea a Robinson. El pueblo español expresa en su Don Quijote popular la más pura imagen de la solidaridad humana, la expresión heroica de la generosidad: que consiste en ofrecer su vida a cambio de la verdad; en dar su sangre por la libertad de los otros; por la justicia; por todos los hombres, por todos los pueblos. El pueblo inglés expresa, por el contrario, en la figura de Robinson la encarnación anti heroica del egoísmo.
Lo que lucha hoy en día en el mundo, es la oposición trágica entre esas dos figuras inmortales; la de la generosidad española frente al egoísmo inglés. Don Quijote contra Robinson.
Los escritores, como los pueblos, saben cuál es la elección que hoy en día se ofrece al hombre, de una manera dramática, en el mundo.
Entre el mentiroso aislamiento, y la verdadera soledad. La soledad de Don Quijote, que no es otra cosa que solidaridad humana contra el aislamiento de Robinson, que es inhumana insolidaridad. Convertirse en mar o en isla. Separarse del pueblo o reintegrarse a él. Amigos escritores, es necesario escoger, entre Don Quijote Robinson. Detrás de esos dos nombres nos encontramos con dos cosas tan distintas como la verdad y la mentira, la vida y la muerte el aislamiento y la solidaridad. Tras de Don Quijote marchan todas las verdades populares de España, empezando por las de Sancho, quijotesco él también y más anti robinsoniano, si es posible, que el mismo Don Quijote; las claras verdades de sus místicos y de sus poetas, todos anti robinsonianos: Santa Teresa, Lope de Vega, Quevedo, Calderón. Detrás de Robinson encontramos las vacilaciones intelectuales de Hamlet, apoyadas por la animalidad egoísta y cómoda de Caliban y de Falstaff. El genio de Shakespeare expresó esas trágicas e inmortales máscaras del egoísmo inglés inhumano, como el de Cervantes expresó las de la generosa solidaridad humana del pueblo español en Sancho y en Don Quijote. Hoy no debemos olvidar que detrás de Robinson se encuentra igualmente el horrible e inhumano comercio de sangre, la robinsoniana preocupación de Shylock, que quiere desprender, aislar de un cuerpo vivo una libra de carne, para que le reembolsen, para que le paguen por medio de ésta, su egoísmo absoluto, su robinsonismo total.
Don Quijote contra Robinson. Don Quijote que interviene en todo por la justicia.
Robinson que no quiere intervenir en nada, mientras no pueda afirmar el pacto de un pedazo de carne y de sangre, para traficar con ellos. Horrible tráfico a costa de la vida de otro, sacrificando la vida de los otros con la absoluta brutalidad de su propio aislamiento, de su mortal mentira!
Entre la intervención quijotesca de España, y la no intervención robinsoniana contra ella, inventada por Hamlet en beneficio de Shylock, los pueblos, los hombres solitarios, los escritores ideben escoger en esta hora trágica: escoger entre la solidaridad humana y el aislamiento inhumano; entre la generosidad y el egoísmo; escoger entre don Quijote y Robinson.
En esta elección no hay dudas. Como tampoco podía haberlas en el equívoco dilema de Goethe entre el orden y la justicia. Un orden sin justicia no puede ni siquiera entrar en un cerebro don Quijotesco; no puede entrar en el verdadero cerebro humano de Don Quijote. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica