314 REPERTORIO AMERICANO la escultura El beso, de Mox Jiménez.
Suite Blanco y Rojo Por RICARDO SEGURA Colaboración Son José de Costa Rico, julio de 1938 No habían signos en el aire, ni en la arena, ni en el agua.
La rosa no tenía reminiscencias tayas y el pino se callaba tu virtud infundida en otros orbes vivos.
Pero eras. Estabas. Sorprendida detrás de todos los crepúsculos con un gesto claro de mecimiento hacia mi, ahogándote de vida, máscara ya de mis dolores propios. yo, el corazón lleno de brasas, aguzando un delirio de rumbos, buscándote, en países azules, por caminos pálidos de abril, en eneros dejados sin conciencia de tiempo, en ojos, en bocas que no eran tuyas.
Mas tú en todas las cosas que no decían nada. En hojas sin sombras redimidas, en mañanas silenciosos, pervertidos y raros, en canteras de músicas mudas, llamándome, desenvolviendo letra a letra, como pañales frios, el gran alarido de mi nombre con tu voz sin color.
blandamente, ellos solos como cuerpos, en el lecho de un gran recuerdo blanco Pero tus ojos, fuertes como un abismo, cantando absolutos de precipicio, en ronda, frente al espejo, diciéndome cuántos años tenias, cómo era tu nombre, en qué pais sin mapa habías nacido. Todo ofrecido en un amor de nieblas que ellos cantaban y me daban como una verdad para mirarla y preguntarla, después, contigo, cuando despestaras. MUSICA La tarde se deshizo tan blanca, que fue flor de miraje pomposamente en plata.
Hacia el mar convergían todas ternura en gracia las voces pequeñitas de una ronda en la playa que se abría y se abría pura, nitida y alta.
Alas albas caían querubines sin rostro o abanicos de nadaguias nieves de brisa, y eran palomas blancas.
Todo el día tranquilo resolviéndose en eso: total enorme y puro que se formó, ya en sueño, cuando tú me llamaste con un entero Ven perfectamente blanco. Citaras deshacen la hora que se ablanda caida en el gran sueño de la música. Pianos consumen los instantes implacablemente y violines.
Todo pasa. Inservibles los relojes se mueren y resucitan lejos, mucho más llá, luego.
Sentimiento perfecto mientras todo se ve, rítmicamente, hecho.
Caminos de aire. Yo, esto que tú gustas, tan alto como un alma, seré, cuando reencarne, hueso y sangre otra vez donde me esperas tú, con tu gran beso blanco.
Vertical, indice puro, la rosa en la ventana.
Por no doblarla el viento sopla despacio y dulce a velocidad de beso.
Frente a un telón de plata (el cielo, el cielo atrás nitido en la mañana)
se alza roja y alta como una boca abandonada.
Todas mis fuerzas en ella mirándola para adivinarla, y ella tranquila, tranquila, estrella de sangre, diurna, perfecta sin hacer nada, Símbolo de su ausencia, un sí final del poema.
Sólo tus ojos, tus ojos llenos de sueño, ahora.
El beso Escultura de Max Jiménez Ni tus manos ni tu voz, alertas, vivos, reposando 1938 Carta de Nietzche a su madre Basilea, 21 de septiembre de 1875 bres. Me alegro de ello, porque esta es la cualidad racial de los que se llaman Nietzche, cualidad que yo también poseo.
Tal es la razón de la gran simpatía que me profesaba la que ha muerto. Sentíase emparentada conmigo en lo principal, en la esencia fundamental nietzcheana y yo honro su memoria deseando en lo más profundo de mi corazón no abdicar de mi mismo, esto es, del espíritu de mis padres, cuando llegue, si llego, a viejo. Del Epistolario inédito de Federico Nietzche, Biblioteca Nueva. Madrid. Mi querida y buena madre: Ya desapareció también nuestra buena tia dejándonos aún más solitarios. Envejecer e irse quedando solo, parece ser una misma cosa. Por último, nos quedamos solos con nosotros mismos, y nuestra muerte hace mayor la soledad de otros.
Precisamente porque apenas conocí a mi padre y tengo que formarme una idea de él, por lo que de me cuentan, eran para mi sus más cercanos parientes, algo más de lo que suelen ser en general los que lo son en tal grado. Me alegra el pensar que todas mis tias mantuvieron firmemente su carácter personal y originalísimo hasta la más avanzada edad, y que tuvieron la suficiente fuerza para depender lo menos posible de las circunstancias exteriores y de la dudosa benevolencia de los homSi Ud. reside en Europa, consigue la suscrición a este semanario con: Frit zes. Hovbokhandel. Fredsgatan Stockholm Sverige. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica